Para que el populismo imperase no solo contribuyó de manera importante y significativa el bicho infame, sino que la infodemia y la propia coyuntura política hicieron lo suyo en la región, y claro, Perú no fue la excepción.
Un cultivo con cepas políticas variopintas empezaba a tomar sustancia de cara a un proceso electoral en curso, sumado a la constante inestabilidad política, hartazgo y sanción a los mismos de siempre que contribuyó a la aparición de outsiders mesiánicos de rancia retórica demagógica y ligeros discursos políticos en época electoral, en donde un frágil, crédulo y poco informado mercado de electores se rinde frente a un candidato con un discurso ortodoxo, excluyente y, en algunos casos, intervencionista, que golpea sin reparo a los sectores estratégicos productivos de una nación, utilizando sofismas en calidad de recursos argumentativos.
Hoy, el elector debe hacer un mea culpa y dejar atrás esa postura cómoda en donde no se hace responsable de sus autoridades electas. Los votantes deben erradicar posturas analíticas subjetivas, como, por ejemplo, si el candidato baila, si compartió un vaso de vino o cerveza, si accedió a comerse un bocadillo en el mercado y claro, si habla, piensa o se viste como usted… En resumen, que haga lo que Roma quiera escuchar y ver, cual circo que tendrá como plato de fondo la sarta de epítetos, promesas de niveles supra humanos, juramentos y mentiras en paralelo, sumados a la figura de un dios castigador, insultos a periodistas y limitaciones a la libertad de expresión, acusaciones sin sustento, y cuantos demás artilugios propios de un bizarro festival figuran en una pauta oscura que lo único que pretendería es conseguir el sillón presidencial al costo que fuere; por cierto que, bajo un maquiavélico estilo de gobernar carismático.
Lo decía Samuel Huntington, el populismo carismático nace precisamente post un fuerte periodo de crisis o movilización social. Cuando el ciudadano está harto, cansado y agobiado. En esta contingencia, dicha condición se cumple.
Roger Bartra, antropólogo y sociólogo, no puede tener más razón cuando afirma que el populismo está de vuelta en los regímenes políticos de América Latina, por el potente impulso que tienen a través de los medios de comunicación, pero sobre todo de las redes sociales. No olvidemos que este ciudadano se informa en su mayoría por titulares en redes, no necesariamente hay una profundización de la noticia.
Así las cosas, que no nos llame la atención entonces que los candidatos outsiders, que estaban fuera de los partidos políticos tradicionales, logren incidir en las preferencias electorales y constituir un resurgimiento bajo una careta de supuestos líderes carismáticos
Así de fácil en algunas latitudes se gana una elección: populismo y demagogia.