La industria energética es clave en el desarrollo económico y social del país, pero eso no la exime de estar bajo un constante escrutinio en términos de sostenibilidad. La transición energética ha hecho que las empresas avancen rápidamente en la reducción de sus emisiones y huella de carbono, pero estos avances también deben ir acompañados de compromisos concretos y medibles con nuestros stakeholders.
Con este objetivo nacen hace algunos años los estándares ESG (o ASG en español por las siglas ambiental, social y gobernanza). Se trata de un conjunto de criterios que se utilizan para evaluar estos impactos en tres áreas fundamentales: el medio ambiente, la sociedad y las comunidades, y su gobernanza.
Los estándares ESG vienen a ser la evolución de la Responsabilidad Social Empresarial, un área que cambió la vinculación de las empresas con sus entornos, pero que era difícil de medir en cuanto al impacto que finalmente tenía en las operaciones y el negocio.
Por eso, la adopción de estos estándares no solo es una cuestión ética, sino también una estrategia inteligente. Al considerar estos factores de manera integral, se puede analizar la contribución de una empresa a la mitigación del cambio climático, su compromiso con prácticas laborales justas y su capacidad para tomar decisiones transparentes.
Un ejemplo de la relevancia que toman estos factores en una empresa de energía es el Plan de Transición Justa en Tocopilla, orientado a terminar con operaciones de carbón en la comuna. El desarrollo de un plan sólido, construido en conjunto, y que consideró a trabajadores, la comunidad y autoridades; permitió mitigar el impacto que tiene el cierre de una faena tan significativa, siendo incluso destacado como una buena práctica socioambiental por el presidente de la República.
La certificación SET Label, que significa Transición Energética Sostenible, por sus siglas en inglés. Esto significa que la empresa debe involucrar a las partes interesadas desde el diseño de los proyectos hasta su desmantelamiento, junto con preservar la naturaleza en torno a las instalaciones y optimizar la contribución de los proyectos a la lucha contra el cambio climático.
La medición, seguimiento y publicación del desarrollo de los estándares ESG no solo ayuda a los inversionistas a tomar decisiones informadas, sino que también permite a las empresas identificar áreas de mejora y demostrar su compromiso real con la sostenibilidad y la responsabilidad corporativa en un mundo que cada vez valora más estas cualidades. En términos simples, se trata de la profesionalización de un área que durante años se consideró como “blanda”, y que hoy toma un lugar clave en el corazón de las compañías que entienden que su responsabilidad va más allá de sus operaciones diarias.