Un inesperado damnificado por la guerra ruso-ucraniana puede ser el actual dominio casi absoluto del dólar en el sistema monetario global. Claro, a mediano plazo, y como resultado de fuerzas mucho mayores que las desplegadas en el propio conflicto europeo oriental. Pero las heridas infringidas (y autoinfringidas) al dólar en este conflicto ya comienzan a ser notorias.
Y una consecuencia puede ser el surgimiento de un sistema monetario que combine las monedas nacionales más fuertes con monedas de otro tipo. Sí, las criptos, en especial bitcoin y ether que tienen una naturaleza distintas a las monedas fiat y el oro y han mostrado características anti cíclicas a medida que la gente confía en ellas.
Y es que el sistema mono-monetario, dominado por el dólar, no da más. Es hora de abrirse a nuevas soluciones. Hemos entrado en tiempos revolucionarios, con distintos desafíos globales (como el de las pensiones y el cambio climático) a los que existían cuando nuestro sistema monetario se creó para impulsar las revoluciones industriales.
Como lo estudió Bernard Lietaer, el economista belga considerado como el padre del euro, no podemos pensar en resolver problemas sistémicos complejos con soluciones mono- monetarias. Los sistemas no tienen porqué tener un solo tipo de monedas: todas nacionales, centralizadas, de emisión ilimitada, pro-cíclicas, que inducen a decisiones de corto plazo y la competencia. Y no ha sido así históricamente. En su lugar, podríamos desarrollar un “ecosistema monetario”, que incluya monedas complementarias con distintas características y fines que coexistan y que insten a la colaboración y a la resolución de los desafíos.
En esta línea, bitcoin tiene un gran sentido como moneda de referencia o “confianza” global, así como lo fue en Europa el “florín de oro” entre los siglos 13 y 15, y podría coexistir con monedas nacionales. Si bien es cierto Lietaer, fallecido en 2019, no era un gran fan de bitcoin, cada vez que describía las características de lo que sería deseable para un sistema de referencia global complementario a las monedas nacionales, parecía enumerar las características de bitcoin: un sistema distribuido, con reglas claras, no manipulable ni atribuible al control de ninguna nación en particular; una moneda que sea contracíclica, que sirva como resguardo de valor y que a su vez tuviera suficiente liquidez para dinamizar la economía durante momentos de política monetarias recesivas de la economía.
El sistema monetario ha estado en el centro del conflicto europeo. La primera respuesta del Banco Central de Rusia a las sanciones financieras y al congelamiento de sus reservas en dólar, euros y yenes ha sido desacoplarse cada vez más de estas monedas para respaldarse en oro. Es probable, como ya he escrito y ha anticipado el Fondo Monetario Internacional, que otros bancos centrales y privados diversifiquen su combinación de reservas en favor de otros activos fuera del dólar y los euros. En este contexto, podrían tener reservas en bitcoin - el oro digital- crear activos respaldados en esta criptomoneda.
Como señala un reciente estudio del fondo de inversiones VanEck, dentro de las criptos es bitcoin la que más se asemeja a un “oro digital” al tener un límite de oferta de 21 millones de unidades.
Opino que a futuro tendremos una combinación. A las reservas tradicionales se sumarán reservas en bitcoin, que a su vez acelerarán el proceso de tokenización del oro tradicional para permitir su fraccionalidad y aumento de liquidez, y seguir siendo competitivo frente a su sustituto digital, el que además puede funcionar como moneda de curso legal, para comprar desde lo más trivial como un cappuccino, hasta activos más onerosos como una casa o bienes de lujo.
Sumar este tipo de monedas puede ayudar a moderar la inflación mundial, elevada y ahora avivada por la guerra, y que está empujando tanto a los estadounidenses como a sus aliados europeos a tomar medidas de política monetaria que amenazan con desencadenar una recesión. Una solución a las presiones recesivas podría ser eliminar las barreras para que ciertas Coins operen contracíclicamente. Como por ejemplo ether, cuya plataforma Ethereum está regulada en Suiza, y que tiene asociados una serie de tokens de aplicaciones de finanzas descentralizadas. Algo similar ha operado hace décadas en este mismo país supercapitalista: es el WIR.
En 1934 en Suiza se creó el Banco WIR que introdujo la moneda WIR durante la crisis económica mundial. Básicamente, es un sistema de pago privado que permite a compradores y vendedores utilizar sus créditos para comprar y pagar servicios dentro de la red, sin intermediarios. Aunque el valor de la WIR está vinculado al franco suizo (1 WIR = 1 franco suizo), todas las deudas en WIR deben liquidarse en WIR. No hay convertibilidad en moneda nacional. Los participantes también pueden pedir préstamos en WIR a un tipo de interés bajo. La característica interesante del WIR es que la emisión de moneda tiende automáticamente a ser contracíclica. Durante una recesión, cuando los bancos normales reducen los préstamos, las empresas utilizan más WIR para satisfacer sus necesidades. Cuando la economía se calienta y los bancos comerciales vuelven a prestar francos suizos, el número de WIR en circulación tiende a disminuir. Actualmente la Banca WIR cuenta con cerca de 63.000 clientes, solo un 0,72% de la población suiza.
¿Podemos pensar que ether y las aplicaciones de las finanzas descentralizadas sobre Ethereum podrían ser como un WIR y una Banca WIR Global?
Las dos principales criptos, bitcoin y ether, han mostrado ser contracíclicas, pues se acelera su adopción en la medida que el ciclo económico se desacelera y las monedas fiat se debilitan.
¿Y qué sucedería con las monedas tradicionales y el dólar en este sistema combinado? Sin duda el futuro de las monedas fiat será digital, como ya empieza a ser realidad con el yuan digital en China. Pero, a pesar de ser digital, mantendría las características que ya conocemos en su formato análogo. Y seguirán siendo parte del ecosistema monetario y útiles para actividades económicas pro-cíclicas y aquellas condicionadas temporalmente por la tasa de interés.
El actual sistema monetario cristaliza un dominio económico y político que ha fomentado competencia y guerras que nos han alejado de la prosperidad. Estamos transitando desde un mundo cuya tecnología monetaria disponible y desequilibrio de poderes globales justificaba el tener sistemas monetarios unipolares, hacia algo nuevo. Es hora de abrirnos y plantearnos nuevos diseños de un sistema monetario que no tiene por qué ser bipolar. Ni centralizado, ni distribuido, sino descentralizado, que genere incentivos a cooperar y a la paz.