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La agenda 2030 llega a su ecuador
Mar, 19/09/2023 - 08:30

Borja Santos Porras

Borja Santos, foto IE
Borja Santos Porras

Vicedecano y profesor IE School of Politics, Economics and Global Affairs – IE University

Desde el domingo se celebra la cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) dentro de la semana de alto nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas. Esta cumbre es especialmente significativa porque se encuentra en el ecuador de la Agenda 2030, que fue aprobada en 2015 para dar dirección al desarrollo sostenible de nuestras sociedades, asegurando y acelerando la prosperidad económica, la inclusión social y la protección del medio ambiente.  

Los líderes mundiales se reúnen para intentar acelerar el cumplimiento de esta agenda con la misión de un futuro más justo, seguro y verde, pero también con el objetivo de reflexionar sobre los diferentes obstáculos y crisis a los que se enfrenta esta Agenda con vistas a la llamada cumbre del Futuro que se desarrollará en 2024. 

Durante estos días escucharemos datos generales sobre la situación global de los ODS. Según el último informe 2023 de Naciones Unidas sobre su progreso, a pesar de que un pequeño porcentaje de los objetivos es positivo, la otra  mitad tiene un crecimiento moderado o insuficiente y el 30% está estancado o en retroceso.

Por ejemplo, según las tendencias actuales 575 millones de personas seguirán viviendo en la pobreza extrema (por debajo de US$ 2,15 al día) en 2030 y aún 84 millones de niños y niñas no irían a la escuela. 

Para entender mejor los datos, necesitamos ir desagregando la información geográfica. A nivel regional es la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2022b) analiza el grado de avance. El 32% de objetivos están en verde (probablemente se alcanzarían), el 46% en amarillo y el 22% restante en rojo (se alejan de la meta). La situación en América Latina y el Caribe parece algo mejor que la observa el  promedio global aunque con multitud de retos. 

A nivel nacional y subnacional, muchos países llevan a cabo un seguimiento estadístico exhaustivo a través de sus agencias de estadística. En este proceso se analiza el progreso prestando especial atención a las diversas características de la población, como género, edad y etnia, entre otras, con el objetivo de no dejar a nadie atrás y de identificar las áreas donde surgen desigualdades.

Los objetivos de desarrollo sostenible deben también ser asumidos en el contexto nacional y ser parte de una agenda ambiciosa, tal como lo ha hecho España a través de su Oficina nacional de prospectiva y estrategia y su estrategia 2050. 

Los desafíos que enfrentamos en la Agenda 2030 son variados y significativos. En primer lugar, la pandemia ha tenido un impacto considerable en las metas globales de salud, al afectar indirectamente la financiación y la atención a otras enfermedades mortales, como la tuberculosis y la malaria, debido a las campañas de vacunación y la atención médica que se vieron afectadas.

También se resintió la calidad de la educación, y por primera vez en décadas, se ha observado un retroceso en la lucha contra la pobreza. La pandemia también ha generado una deuda significativa en muchos países, lo que ha creado desafíos fiscales graves que dificultan la financiación de la Agenda 2030.

La guerra de Ucrania ha tenido repercusión negativa que afecta a todas las regiones a través de la inflación, el aumento en los precios de los alimentos y los fertilizantes, interrupciones en el suministro energético y cambios en las prioridades presupuestarias de numerosos países, así como de financiación de la ayuda internacional. 

Y es que las consecuencias de la guerra no se limitan solo a Ucrania, ya que los diversos conflictos han desplazado a más de 110 millones de personas en diferentes partes del mundo, con más de treinta millones de personas convirtiéndose en refugiados.

Países como Venezuela, Siria y Afganistán también han experimentado millones de desplazamientos, lo que representa un impacto considerablemente negativo en la agenda global de desarrollo sostenible.

Otro de los desafíos más apremiantes para revertir esta tendencia es el impacto del cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación. El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático revela que la temperatura del planeta ya se encuentra 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales y es probable que alcance o supere el punto crítico de 1,5 °C para 2035. Esto ha resultado en la creciente frecuencia de eventos climáticos extremos, como olas de calor devastadoras, sequías, inundaciones e incendios forestales. Para abordar esta crisis, es imperativo movilizar una financiación verde de gran envergadura.  Un ejemplo notorio es el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, que se ha comprometido a destinar el 40 % de sus aprobaciones a financiamiento verde para el año 2026 y ha promovido informes exhaustivos, como el último titulado “Los desafíos globales, soluciones regionales: América Latina y el Caribe frente a la crisis climática y de biodiversidad”. 

Además, la crisis de la deuda, agravada por la pandemia, la subida de las tasas de interés, la inflación y las crecientes tensiones comerciales y geopolíticas entre bloques, como la rivalidad entre Estados Unidos y China, subrayan la importancia del sistema multilateral y la necesidad de implantar reformas en la gobernanza global necesarias para apoyar la agenda, especialmente en países altamente endeudados. 

Por último, la agenda 2030 representa uno de los acuerdos globales más significativos en la apuesta por un mundo mejor para las generaciones futuras. Sin embargo, la polarización política ha generado, especialmente en ciertos contextos de extrema derecha, una reacción negativa hacia esta ambiciosa iniciativa llegando no sólo a Europa y Estados Unidos, sino también a ciertos partidos políticos de América Latina.

Se percibe la agenda 2030 como una imposición que no beneficia a los intereses nacionales. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Esta Agenda cuenta con un consenso que trasciende de ideologías y nos marca el único rumbo posible para mejorar las sociedades en todos los países.

En esta cumbre, los líderes tienen una oportunidad para consolidar los compromisos financieros, climáticos y políticos esenciales para nuestro futuro.