En el mundo de las inversiones encontramos, típicamente, una asimetría de información entre los estructuradores de productos de inversión y los inversionistas que compran estos productos. Adicionalmente, la estructuración de productos puede estar sujeta a conflictos de interés que deberían ser revelados al inversionista para que este entienda de manera transparente si el producto es conveniente. Recientemente se publicó una encuesta promovida por las sociedades CFA de la región que nos da luces al respecto.
Antes de revelar los resultados de la encuesta, creo que es necesario aclarar los conceptos de asimetría de información y de conflictos de interés. Un ejemplo de asimetría de información sería el de promover un producto enfatizando, en mayor medida, las virtudes del mismo sin destacar también los riesgos que este conlleva. De esta manera, el inversionista no tiene un panorama completo sobre la inversión y es más proclive a invertir en la misma. Con respecto a los conflictos de interés, un ejemplo sería el que, habiendo dos productos de perfil de retornos similares pero de comisiones diferentes, el estructurador promueva aquel que tiene la mayor comisión. Esto es una práctica usual en cualquier empresa que quiere vender los productos que generan mayores márgenes; sin embargo, lo importante es que el cliente esté bien informado de los conflictos de interés que existen antes de tomar cualquier decisión.
Los principales puntos de la encuesta realizada con respecto a los dilemas éticos, en orden de importancia, son los siguientes: en primer lugar, figura la no revelación de los conflictos de interés. En segundo lugar, el cobro de comisiones no transparentes. El tercer problema es que las recomendaciones de inversión no corresponden al perfil de riesgo del cliente. Con respecto a estos problemas, el 80% de los encuestados piensa que los clientes con montos de ahorros menores son los más perjudicados.
Por otro lado, un 56% afirma que el uso de información privilegiada ocurre muy frecuentemente. En cuanto a cómo se accede a esta información, se indica que se origina por las debilidades en los mecanismos tanto de control como de auditoría y por debilidades en el gobierno corporativo. En el frente de la regulación, también el 56% considera que la intensidad de las sanciones aplicadas por los reguladores es insuficiente.
Asimismo, es importante ver cómo se compara el Perú con los demás países de la región cuando se pregunta por el nivel ético en general del sistema financiero. El Perú obtiene una nota de 4,4 sobre 7, que está en línea con la obtenida por Chile (4,5), Colombia (4,8) y México (4,1), y mejor que Brasil (3,9) y Argentina (3,5). Con respecto a la nota sobre el rigor del regulador, la situación es bastante similar, estando Perú en línea con los mismos países y mejor que Brasil y Argentina.
Desde mi punto de vista, la ruta para mejorar en estos frentes no viene por el lado de una mayor regulación sino más bien, por una autorregulación de los principales agentes del mercado. Resulta que, siempre que exista más regulación (pública principalmente) aparecerán nuevas formas para evitarla. Es clave que las empresas y asesores que se dedican a la estructuración de productos de inversión tengan códigos éticos muy altos como parte de su propia conciencia y no de manera impuesta. Buscar tanto la transparencia de información como la revelación de conflictos de interés, siempre será en el largo plazo la mejor manera de desarrollar el sistema financiero peruano y de generar mayor confianza con los clientes.