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La industria más valiosa del mundo
Sáb, 15/08/2020 - 09:12

Natalia Manso Álvarez

La industria más valiosa del mundo
Natalia Manso Álvarez

Docente de Pacífico Business School

La crisis vinculada al coronavirus ha generado una paralización de la economía monetaria y una sobrecarga de la economía no monetaria, aquella que incluye el trabajo no remunerado, principalmente el doméstico.

El Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicó la Nota para la Igualdad nº 30, en la que define a la Economía del Cuidado como un espacio de bienes, servicios, actividades, relaciones y valores relativos a las necesidades relevantes para la existencia y reproducción de las personas. En definitiva, la economía del cuidado comprende todo el trabajo que se realiza de forma no remunerada en los hogares y el trabajo de cuidados remunerados en el mercado, en sectores tales como las guarderías, geriátricos, personal de cuidado del hogar, limpieza, actividades extraescolares y entretenimiento de niños, entre otros.

La ONG internacional Oxfam afirma que, si tuviésemos en cuenta el valor económico y social del trabajo de los cuidados, sería “la industria más valiosa del mundo”. Desde el punto de vista financiero, la facturación de la industria de los cuidados sería de casi US$ 11 billones (estadounidenses) al año si valoramos, a tan solo el coste del salario mínimo, las 12.500 millones de horas de trabajo de cuidados no remuneradas en el mundo. Esto representaría una contribución a la economía global de más de tres veces el tamaño de la industria tecnológica mundial. A nivel mundial, las mujeres y las niñas realizan las tres cuartas partes de dicho trabajo. En Perú, durante esta crisis sanitaria las peruanas están dedicando un promedio de 39 horas semanales a la atención del hogar frente a las 19 horas dedicadas por los hombres, según el informe “Sobrecarga de labores en las mujeres durante la cuarentena por la emergencia sanitaria”. Ya desde los 12 años, las niñas dedican el doble de horas que los niños a dichas labores en Perú.

La pandemia nos ha traído un cambio sustancial en ámbitos de la vida que normalmente transcurrían fuera de la casa, como el colegio, la atención sanitaria, el apoyo psicológico y el ocio, los cuales se han trasladado a las cuatro paredes del hogar, con las mujeres haciendo cabriolas para transformarse en maestras, doctoras, animadoras infantiles y teletrabajadoras.

La educación virtual ha sido uno de los puntos clave de esta transformación vital. Fijémonos tan solo en la encuesta entre abril y junio sobre hábitos de uso del programa emitido a nivel local Aprendo en Casa, que es seguido millones de niños peruanos a través de radio, TV, celular o computadora, y que ha arrojado datos reveladores: la supervisión de la escuela en casa, las tareas y obligaciones escolares este año está siendo realizada en un 55% por las madres y el 13% por los padres. Del resto de niños, algunos cuentan con el apoyo de algún pariente y otros realizan su escuela solos.

Esta brecha de participación en el trabajo doméstico de 20 horas en el caso de Perú, 11 horas en los países del sur de Europa, 6 horas en las naciones anglosajonas y tan solo 3,5 horas en los países nórdicos es, según el informe “Buscando la igualdad de Género. Una batalla cuesta arriba”  de la OCDE, ha impulsado a varios países miembros a realizar cambios importantes en sus políticas en los últimos años, en lo referente al combate contra el acoso en el trabajo, el cierre de brechas salariales, el aumento de subsidios, prestaciones o descuentos para acceder a servicios de cuidado de la primera infancia, la creación de nuevas instalaciones para niños pequeños y la implementación de medidas de acción afirmativa para que más mujeres ocupen puestos públicos de dirección así como en los directorios de las empresas.

En un esfuerzo por lograr que los padres compartan el cuidado de los hijos en forma más equitativa. Muchos países de la OCDE brindan ya incentivos financieros para que tomen una licencia por paternidad de al menos dos meses. Esto es importante, ya que la participación equitativa de los padres en ese cuidado es fundamental para garantizar que las madres permanezcan y progresen en la fuerza laboral.

La XIV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, que se desarrolló en enero en Santiago de Chile, finalizó con la firma del “Compromiso de Santiago” por parte de 33 estados, para erradicar la violencia de género de sus territorios. Entre otras, se aprobaron tres actuaciones para la puesta en valor de la economía del cuidado como acelerador de un cambio estructural con igualdad:

  • Implementar políticas contracíclicas sensibles a las desigualdades de género para mitigar los efectos de crisis y recesiones económicas en la vida de las mujeres, promoviendo marcos normativos y políticas que dinamicen la economía en sectores clave para dicho objetivo, tales como la economía del cuidado.
  • Contabilizar los efectos multiplicadores de impulsar la economía del cuidado sobre la participación de la mujer en el mercado de trabajo
  • Diseñar sistemas integrales de cuidado desde una perspectiva de género, intersectorialidad, interculturalidad y de derechos humanos que promuevan la corresponsabilidad en el hogar. Los mercados, el estado, las familias y la sociedad civil deben contribuir a la promoción de servicios públicos de calidad para satisfacer las necesidades de cuidado de la población, como parte del sistema de protección social de las naciones.

Invertir en un sistema de cuidados de calidad es una apuesta segura para dinamizar la economía, promover un desarrollo social inclusivo y volvernos una sociedad más resiliente frente a presentes y futuros avatares, pero para ello el primer paso es visibilizarlo, reconocer su valor y darle el apoyo e inversión necesarios para asegurar su calidad.