Bajo el imponente retrato del presidente Frank D. Roosevelt en la oficina oval, los mandatarios de los Estados Unidos y México se sentaron a “reconstruir” la relación bilateral −según reza la tarjeta ejecutiva del presidente Biden para la reunión−. Se trata de un encuentro con buen tono de respeto e igualdad, y con peticiones y acuerdos concretos, con el que se disipan los temores de un distanciamiento político entre los mandatarios, después de la negativa del presidente mexicano de no asistir a la pasada Cumbre de las Américas.
El debate sobre la exclusión de las naciones consideradas como “no democráticas” a la Cumbre de las Américas ha dado paso a temas críticos de la relación bilateral. Entre ellos la inmigración, el comercio bilateral o la crisis energética global. Destacando la migración como tema central en las próximas elecciones legislativas de noviembre próximo en los Estados Unidos, y seguramente de las elecciones presidenciales de 2024.
Las especulaciones sobre el enfado americano o un posible desaire por la ausencia del mandatario mexicano a la Cumbre de las Américas han quedado atrás. Como ya lo advertía el miembro del Consejo de Relaciones Exteriores Americano, Rodrigo Aguilar, la ausencia de López Obrador a la Cumbre no tuvo consecuencias negativas y no se percibió como un desaire a los anfitriones. Las palabras más que cordiales de bienvenida del presidente Biden dan testimonio de ello.
El contexto geopolítico de la reunión
La noticia del encuentro, sin embargo, pasó un poco inadvertida en los principales medios noticiosos americanos. Otros temas ocupan actualmente el interés estadounidense. Los medios están centrados en la crisis geopolítica con Rusia, la guerra comercial con China o la alianza con Medio Oriente para combatir la crisis energética. Además en un ambiente político interno enrarecido, por el proceso contra el expresidente Trump por el asalto al Capitolio, la baja popularidad en las encuestas del presidente Biden, y la ofensiva legislativa Republicana contra el Ejecutivo.
La reunión bilateral
La agenda bilateral incluyó los siguientes temas: migración, la crisis energética, la inflación, el comercio bilateral, gestos de buena voluntad, etc. En donde el anfitrión concedió la palabra hasta por 31 minutos a su huésped, a fin de que esbozara a la prensa sus propuestas. Por su parte el presidente Biden solo tomó 10 minutos para explicar las suyas, dedicándole un tercio de ese tiempo a destacar los vínculos de amistad con México y la importancia de la relación bilateral para los Estados Unidos.
Las peticiones
La retórica se centró en la amistad, colaboración sin sumisión y respeto mutuo. López Obrador prometió defender los intereses de los migrantes y solicitó con respeto al presidente Biden “regularizar y dar certeza a los migrantes que durante años han vivido y trabajado de manera muy honesta y también están contribuyendo al desarrollo de esta gran nación”. Insistiendo nuevamente en pedir al mandatario estadounidense, impulsar una reforma migratoria amplia que beneficie a casi 11 millones de mexicanos en situación ilegal en Estados Unidos.
El mandatario del país azteca también solicitó incrementar el programa de visas temporales de trabajo a 600.000 de 300.000 visas emitidas el año pasado. Un antídoto a la crisis migratoria que sigue creciendo y que en mayo reportó casi 240.000 entradas ilegales. A pesar de la política de endurecimiento de controles fronterizos en ambos países.
Un día antes, en un desayuno con la vicepresidente Kamala Harris, el presidente López Obrador reiteró su petición por recursos de Estados Unidos para mejorar las condiciones en Centro América y el Sur de México, para así contener desde el origen el flujo de migrantes. Propuestas que serán estudiadas por un grupo bilateral, según prometió el Presidente Biden.
Sobre el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) el mandatario mexicano recordó que México es el segundo socio comercial de los Estados Unidos, añadiendo “que todavía existen márgenes para incrementar la relación bilateral”, y destacando que el desarrollo de ambos países depende de su capacidad productiva. Haciendo un llamado a una mayor cooperación económica entre ambas naciones.
En el tema energético resaltó que México es actualmente uno de los principales proveedores de petróleo de los Estados Unidos, exportando el 72% de su producción de crudo. También resaltó la ayuda del país a los ciudadanos norteamericanos en la frontera, al permitirles que compren gasolina barata en México. En ese rubro sugirió una estrategia de producción y subsidio conjunto al precio de las gasolinas, que fue recibido con cautela.
Los compromisos
En la reunión, López Obrador ofreció como gestos de buen voluntad del Gobierno Mexicano, la compra de 20.000 toneladas de leche polvo “para ayudar a las comunidades rurales,” y un millón de toneladas de fertilizantes para los campesinos mexicanos.
Ambos mandatarios anunciaron una inversión conjunta de US$ 1.500 millones para la modernización del sistema fronterizo, que ya se venía siendo reforzado con el programa de infraestructura del presidente Biden. Donde cerca de US$ 3.000 millones serían destinados a 26 grandes proyectos de renovación de aduanas y puestos fronterizos, principalmente en la frontera sur.
El éxito de la reunión también tiene efectos políticos en México, sobre todo para el canciller Marcelo Ebrard, quien es el candidato más viable a la sucesión presidencial. Ebrard es popular entre el pueblo mexicano, apreciado por los empresarios y un reconocido negociador entre los agentes internacionales. El actual secretario de Exteriores es más que un funcionario eficiente, consiguió un ambiente de respeto y cooperación para la cumbre bilateral, lo que le suma puntos en su carrera presidencial con el presidente, pero sobre todo con el pueblo de México.