La pandemia del COVID-19 ha puesto a prueba a los gobiernos de todo el mundo. Los sistemas públicos de salud se han visto desbordados por un incremento exponencial de pacientes y los gobiernos han tenido tremendas dificultades para detectar y controlar los contagios. Al mismo tiempo, la prestación de servicios públicos esenciales como la educación o el transporte público se ha visto seriamente comprometida.
La pandemia ha dejado lecciones evidentes para los gobiernos de todo el mundo, siendo estas algunas de las principales observadas por el PublicTech Lab y por la comunidad govtech, en su trabajo junto a instituciones públicas:
- Los problemas que enfrentan los gobiernos son cada vez más complejos y, por lo tanto, los modos tradicionales de funcionar no son suficientes y necesitan colaborar con empresas innovadoras para buscar soluciones a estos retos.
- Para poder desplegar estas formas de actuación colaborativa, los gobiernos necesitan ser más ágiles y dotarse de nuevas capacidades.
- El uso de la tecnología y la transformación digital ya no es optativo, sino que es un requisito fundamental para todo gobierno. Muchos de ellos han visto cómo sus esfuerzos para atender la pandemia y sus efectos y desplegar estrategias, se veían impedidos por la carencia o deficiencia de los datos.
En este contexto, los nuevos ecosistemas govtech surgen como vía para acercar las soluciones innovadoras a lo público −permiten la colaboración e interacción entre empresas, gobiernos, inversores, organizaciones internacionales, ciudadanos y entidades académicas− para que las instituciones públicas dispongan de las mejores herramientas para solucionar problemáticas complejas que los afectan. Según estudios académicos como el reciente de StateUp, el espacio govtech está experimentando un claro aumento de interés por parte de entidades de inversión de capital a raíz de la pandemia. Startups orientadas a una mejor provisión de servicios públicos como ElectronicID, OSCity, Munidigital, VU security, Datasketch, Taiger, o Citibeats ya están colaborando con ciudades y proveyendo nuevas soluciones digitales de alto valor, como el reconocimiento facial para el acceso a servicios públicos, desarrollos de inteligencia artificial para una mejor gestión documental, plataformas para la gestión de incidencias en las ciudades, conocimiento activo de la ciudadanía mediante el estudio de las interacciones en redes sociales, o la generación de identidad digital basada en blockchain para los trabajadores públicos.
También existen ciudades pioneras, que vieron la oportunidad e invirtieron en sus ecosistemas govtech hace años, logrando atraer soluciones innovadoras de startups, scale-ups y pyme digitales para sus solucionar sus retos. Por ejemplo, San Francisco lleva desde 2014 invirtiendo en una aceleradora donde los equipos de la municipalidad trabajan junto con empresas innovadoras, para dar solución a problemas reales con soluciones concretas. En Europa, Ámsterdam ha replicado el modelo y desde hace tres años desarrolla el “Startup in Residence Program”. Y en España, el Govtechlab Madrid este año está piloteando hasta cinco soluciones innovadoras en cinco ciudades de la región.
El govtech también es una realidad en algunas ciudades de América Latina y el Caribe. La ciudad de Córdoba en Argentina o la ciudad de Bogotá en Colombia están montando sus propios laboratorios y programas govtech. A estas se unen nuevas iniciativas en ciudades de Perú, Costa Rica y Uruguay. Cabe señalar que una característica interesante del ecosistema de la región es el número de actores privados que también están impulsando este espacio. A destacar, el trabajo del pionero BrazilLab, la primera y hasta ahora única aceleradora govtech en la región, o el impacto de la empresa govtech GovTech OS City y sus foros govtech (solo en 2020 se celebraron cinco con una media de 400 asistentes).
Asimismo, el ecosistema govtech también es un importante mercado que puede suponer un gran motor de crecimiento y de desarrollo económico. Accenture valora el mercado de compra tecnológica por parte del sector público a nivel mundial en unos US$ 400.000 millones y prevé que llegará a US$ 1 billón en 2025.
No obstante, conseguir estas innovaciones requiere de gobiernos ávidos por desarrollar nuevas metodologías y culturas de trabajo que provoquen la transformación de sus instituciones. Entre ellas, fomentar la transparencia, la colaboración transversal y la rendición de cuentas dentro de las instituciones como lo están haciendo los países líderes en el Índice de Gobierno Digital de la OCDE. Materializar todas estas oportunidades no es sencillo. Desarrollar un ecosistema govtech conlleva gestionar difíciles barreras como la regulación de la compra pública, el difícil acceso e identificación del comprador público, la falta de espacios de conocimiento mutuo, los diferentes ritmos de la administración y de los emprendedores, o el difícil acceso al espacio de pilotaje y experimentación, entre otras.
Por un lado, muchas startups perciben estas barreras y optan por reorientar sus soluciones y esfuerzos hacia el sector privado. Por otro, muchos gobiernos se frustran al constatar que las reglas y procedimientos internos les impiden acceder a las mejores soluciones del mercado. Cuando la demanda pública se formula en base a la oferta conocida de los proveedores habituales de soluciones tecnológicas, la innovación emergente queda lejos de la compra pública. Las grandes distancias en las culturas de trabajo e incluso el lenguaje entre ambos mundos impiden a los gobiernos acceder a la mejor innovación. Y la generación de ecosistemas govtech busca reducir estas barreras, acercando a los innovadores y los gobiernos.
*Con la colaboración de Natalia Laguyás, especialista senior del BID LAB