La gran probabilidad de una recesión en Estados Unidos, junto a la presencia de la inflación, altas tasas de interés por atenuarla, crisis energética en Europa, aceleración del nivel de contagios del COVID-19 en China, y la invasión actual de Rusia en Ucrania, han hecho que los mercados financieros internacionales se caractericen por dos cosas: volatilidad e Incertidumbre.
Así pues, 2022 fue un año con desafíos para las acciones y los bonos. Ambas clases de activos registraron rendimientos negativos durante ese año.
Sin embargo, los activos alternativos, es decir, aquellos activos financieros y reales que no pertenecen a los activos tradicionales de inversión como son las acciones y bonos registraron un papel importante en el desempeño de los portafolios a nivel internacional. Los activos alternativos incluyen principalmente fondos de inversión, empresas de capital riesgo, bienes inmuebles, materias primas, criptomonedas, etc.
La inclusión de los activos alternativos con una visión de mediano y largo plazo, generan muchas mejoras en el manejo de los portafolios, debido al nivel de riesgo y retorno, así como la diversificación, respaldo y estabilidad que proveen.
No olvidemos además que en el último reporte de Wells Fargo: "Durante el año pasado, una cartera que tenía asignaciones a materias primas e inversiones alternativas experimentó pérdidas menores y un riesgo menor en comparación con una cartera con 60% de acciones globales y 40% de bonos globales".
A grandes rasgos, estos activos podemos clasificarlos de tres maneras: activos inmobiliarios, capital privado (private equity) y deuda privada.
Los activos inmobiliarios se enfrentan a altas tasa de interés, elevada inflación y un mercado laboral cambiante, sin embargo se espera buenas perspectivas en este segmento a nivel internacional, pues las tasas hipotecarias tenderán a bajar al igual que la inflación a mediados del presente año y ello conllevaría a que flexibilicen los requisitos para acceder a los créditos para adquirir viviendas con una oferta de bienes inmuebles más estables, y a su vez, habría un dinamismo en el sector de infraestructura ligada a los green bulding en busca a energías más limpias y renovables.
En el capital privado también tiene perspectivas positivas, pues el enfoque de las empresas en nuevas tecnologías, así como la mayor utilización de criterios ESG (factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo) hace pensar en el desarrollo de más empresas vinculadas a resolver el problema de cambio climático. Respecto a la parte de deuda privada, los rendimientos han sido de los más altos en los últimos años y se espera que se mantenga esta tendencia.
No debemos de olvidar que como toda inversión cada una de ellas tiene sus propias ventajas y desventajas.
Los riesgos y retornos dependerán del tipo de inversión que uno elija. Y dado que este año 2023 seguirá manteniéndose el nivel de incertidumbre, se debe estar siempre informado de los cambios en los mercados para atenuar los riesgos, por ello es vital buscar un bróker, instituciones o plataformas reguladas y registradas que garantice la transparencia de sus inversiones.