En el mundo actual, las máquinas escriben, componen, o diseñan, gracias a la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) de maneras que antes solo podíamos soñar. Esta tecnología revolucionaria está transformando industrias, y tiene el potencial de cambiar sociedades. La IAG se ha convertido en protagonista del panorama tecnológico en el mundo occidental, con ejemplos impresionantes que nos llegan principalmente de los países más desarrollados.
Pese a que el epicentro de la IAG sea Estados Unidos, y sin duda las compañías de este país sean en muchos aspectos ejemplos a seguir, es necesario entender las diferencias regionales a la hora de utilizar esta tecnología punta. Las grandes organizaciones de América Latina deben tener en cuenta las singularidades del talento, económicas, regulatorias, culturales y de infraestructura de sus países, que pueden y deben crear panoramas de adopción de la IAG distintos a los de otras geografías.
Talento e inversión
Aunque América Latina ha hecho progresos notables en la formación técnica, todavía hay un déficit de profesionales especializados en IAG en comparación con otras partes del mundo. Es por tanto clave asegurar el talento necesario para acometer con garantías cualquier iniciativa de innovación mediante IAG, dado que es mucho más difícil que en otros países compensar cualquier carencia que se tenga en este sentido.
La disponibilidad de capital riesgo en América Latina es menor y la inversión en I+D no siempre es prioritaria, lo que puede limitar la capacidad de las empresas para adoptar y adaptarse a las nuevas tecnologías de IAG. Además, el retorno de la inversión es un factor crítico que varía respecto a otras regiones, donde las empresas a menudo operan a una escala mayor y el ROI de implementar soluciones de IAG puede ser más rápido y alto, debido a la eficiencia y la automatización que aporta la tecnología. Las compañías de América Latina deben obtener retornos positivos de sus inversiones en IAG en menos tiempo, iterando y obteniendo resultados reales de negocio, aunque sean parciales, antes.
Regulación y digitalización
La regulación de la IA ya ha captado la atención de legisladores estadounidenses y europeos, que están elaborando políticas y directrices específicas sobre cómo abordar cuestiones de privacidad, sesgos, o transparencia. En contraste, en América Latina, la regulación está en una fase más temprana. Algunos países han comenzado a discutir e implementar regulaciones de datos que podrían afectar el uso de la IAG, pero en general la región está desarrollando su enfoque en este marco. Esto implica tanto ventajas (la falta de regulación otorga más libertad para experimentar e innovar) como desventajas (incertidumbre, riesgos, y potenciales dificultades si las leyes cambian repentinamente o se introducen normas más estrictas).
Mientras en Estados Unidos la automatización y la creación de contenido generado por IA se ve en general como un avance emocionante, en América Latina y Europa tenemos una actitud más cautelosa hacia las nuevas tecnologías. En ambos continentes hay una preocupación más grande y profunda sobre el impacto en el empleo o sobre la pérdida de elementos culturales únicos. Estas diferencias no representan barreras insuperables, pero requieren un enfoque cuidadoso para garantizar que la adopción de la IAG se realice respetando y considerando las percepciones públicas y particularidades culturales de cada comunidad.
La infraestructura tecnológica puede ser un desafío en América Latina para sacar el máximo provecho de la IAG. Aunque la adopción digital ha mejorado mucho, todavía existen brechas significativas con respecto a otras áreas del planeta. Obtener los beneficios de la IAG significa tener que ser excelentes gestionando conectividades inconsistentes, velocidades de Internet lentas, o accesos a servicios en la nube (fundamentales para el procesamiento y almacenamiento de grandes volúmenes de datos) con costos más elevados que en Estados Unidos o Europa.
Las compañías latinoamericanas enfrentan desafíos únicos, pero también son altamente resilientes y capaces de adaptarse al cambio. La creciente inversión e interés en la IAG es prometedora, pero es esencial que se adopten estrategias particulares, evitando depender exclusivamente de ideas importadas. Con el respaldo adecuado de empresas y gobiernos, América Latina no solo tiene el potencial de ser una consumidora de IAG sino también una pionera en su innovación, representando una nueva palanca de crecimiento y productividad para la región.