Al inicio de 2022, los mercados financieros no empezaron con buen pie, pues se comenzaron a registrar contracciones importantes en sus principales indicadores debido al temor de la creciente inflación y, en consecuencia de ello, altas tasas de interés de parte de los principales bancos centrales del mundo para frenar dicha inflación, pero que también generaría una posible recesión en los países más desarrollados, como Estados Unidos de Norteamérica, China, y los países de la eurozona.
Luego se sumaron otros frentes, como el inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania, la crisis energética, la escasez de alimentos, la recesión en China producto del rebrote del COVID-19, etc; que provocaron más incertidumbre y volatilidad a los mercados financieros.
La mayoría de los indicadores, tanto de renta variable como fija, muestran resultados negativos, y pese a que la inflación comienza a mostrar signos de moderación, aún la política monetaria llevada a cabo por los bancos centrales, como el caso de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) sigue siendo muy agresiva y continuarán elevando los tipos de interés hasta controlar la inflación y pese al riesgo de generar una posible recesión en Norteamérica.
Lo cierto es que mientras no se controle la tasa inflacionaria, seguirán elevando las tasas de interés, y los mercados seguirán inciertos, por lo que es importante ver como irán los mercados durante el próximo año y la economía en general.
Así las cosas, las perspectivas no son tan alentadoras, la mayoría de las instituciones bancarias y hasta organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), no son muy optimistas respecto al desempeño de la economía a nivel mundial durante el próximo año.
Al respecto, Kristalina Georgieva, directora del FMI, advirtió que la posibilidad de que el crecimiento mundial caiga por debajo de 2% en 2023 está aumentando por los efectos de la guerra en Ucrania y las desaceleraciones simultáneas en Europa, China y Estados Unidos. La representante del FMI dijo que está especialmente preocupada por la desaceleración en China, porque la segunda economía del mundo ha sido un fuerte motor del crecimiento global. “La probabilidad de que el crecimiento se desacelere aún más, cayendo por debajo de 2%, es de una en cuatro”, subrayó.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indicó que el crecimiento de la economía mundial pasará del 3,1% este año al 2,2% en 2023, antes de repuntar al 2,7% en 2024. En un contexto de guerra en Ucrania, "el crecimiento está a media asta, la elevada inflación es persistente, la confianza se ha degradado y la incertidumbre es alta", constata la organización con sede en París.
A su vez, el banco estadounidense Wells Fargo, espera que la economía mundial crezca a un ritmo del 1,7% durante 2023. La entidad bancaria también prevé que la inflación general anual de Estados Unidos se modere a 3,8% en 2023, desde el 7,7% actual.
En suma, todo apunta a que la economía mundial crezca débilmente en 2023, alrededor del 2%, tras crecer un 3% en 2022, con las economías desarrolladas al borde de la recesión o por lo menos una desaceleración de sus economías, se espera que se confirme la recuperación en Asia y que China supere los obstáculos que surgieron en 2022. Mientras se prevé una relajación gradual del control de la inflación, especialmente en Estados Unidos. En 2023 podría mantenerse por encima del objetivo del 2% fijado por los bancos centrales de los países desarrollados, aunque todo apuntaría a una tendencia más favorable.
Por lo tanto, lo más probable es que a corto plazo, los mercados bursátiles sigan volátiles y a la baja, donde los inversionistas seguirán buscando sus puntos de equilibrio y observando las acciones de empresas más sólidas, con mejores perspectivas de valor futuro y con activos de riesgos limitados, en un escenario donde se espera una última subida de tasas de interés de este año por parte de la Fed y del Banco Central Europeo (BCE).