El cambio climático y la pandemia generada por el COVID-19 son dos de los retos más grandes que afronta la humanidad, y que mayor repercusión tienen hoy en la economía mundial. Así, al cierre del año pasado, el Producto Bruto Interno Global (PBI) cayó en -4,2%, según las perspectivas económicas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Bajo ese contexto, es imperativo para las empresas incorporar la variable del cambio climático y la generación de valor a la sociedad dentro de sus procesos estratégicos, propósito y visión de negocio. La resiliencia –entendida como la capacidad de resistir, aprender, adaptarse, transformarse y recuperarse de una manera oportuna y eficaz– se genera cuando gestionas los riesgos en las estrategias de la compañía para volverlas oportunidades de negocios, y a la vez generar impacto positivo. Necesitamos empresas resilientes para construir naciones resilientes, capaces de sobreponerse a los retos que el planeta afronta.
De acuerdo con el Banco Mundial, una transición hacia economías resilientes y bajas en emisiones de carbono podría crear más de 65 millones de empleos netos hacia 2030. Por ello es destacable que hoy más de 1.200 organizaciones empresariales busquen adoptar un precio global al carbono, y otras se están comprometiendo con las energías renovables, reciclaje, e inversión en acción climática. Pero, ¿cómo pueden convertirse en resilientes las empresas del país?
1) Conocer el contexto y adaptarnos. Para que las empresas puedan reinventarse, la gestión del riesgo es trascendental. Por ejemplo, los desastres naturales tienen un costo aproximado de US$ 18.000 millones anuales para los países de ingreso bajo y mediano, solo en daños a la infraestructura de transporte y de generación de energía. Sin embargo, esos riesgos también son oportunidades de negocio para las empresas. Según el Banco Mundial, invertir en infraestructura resiliente en los países en desarrollo puede traducirse en hasta USD$ 4,2 billones en beneficios, a lo largo de la vida útil de la nueva infraestructura.
2) Definir nuestro propósito. Las empresas con propósito son aquellas que buscan más que un beneficio lucrativo. Por ejemplo, Sistema B reúne a las compañías que miden su impacto social y ambiental, y se comprometen en tomar decisiones considerando las consecuencias. Estas empresas son más resilientes en tiempos de crisis, cuentan con un mayor nivel de atracción y retención de talentos y, sobre todo, están siendo reconocidas por gobiernos y los mercados.
3) Adoptar el liderazgo colaborativo. Establecer nuevas alianzas dentro y entre los sectores público y privado, formar nuevas asociaciones de gobiernos, ciudades, estados y provincias, y crear nuevas plataformas de liderazgo acompañadas de nuevas tecnologías, es una de las propuestas de World Economic Forum. Por ejemplo, la Alianza de Directores Líderes del Clima es un grupo de directores ejecutivos de empresas con ingresos conjuntos de más de US$ 1,5 billones, que ya ha reducido sus emisiones colectivas de carbono en un 9% desde 2015 hasta hoy.
Dicho esto, según la OCDE se espera una recuperación del PIB mundial de +4,2% en 2021 y de +3,7% para 2022, que puede ser más optimista si las vacunas se despliegan rápido en Perú y en toda la región, estimulando la confianza y reduciendo la incertidumbre. Si tenemos un sector privado resiliente, podremos ser parte de este crecimiento y sentar las bases de una nueva economía.