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No nos olvidemos de la “S”
Mar, 11/06/2024 - 08:00

Nicolás Goldstein Perahia

Nicolas Golstein de Accenture
Nicolás Goldstein Perahia

Presidente Ejecutivo de Accenture Hispanoamérica

Como sabemos, las empresas enfrentan hoy importantes desafíos en torno a los objetivos ESG (Medioambiente, Social y Gobernanza, por sus siglas en inglés) e incluso antes de que la pandemia de COVID-19 profundizara muchos retos sociales, los ejecutivos a nivel mundial reconocían la importancia de la dimensión social en las agendas de sus organizaciones. De esa forma, en 2019, 65% de los altos ejecutivos afirmaba que tener un impacto social positivo era tan importante como las ganancias, una visión que se reforzó con la crisis sanitaria, alcanzando un 91% después de la pandemia.

A pesar de ello, muchas empresas siguen sin integrar los aspectos de impacto social en el núcleo de su estrategia y sus operaciones. Esto significa que no sólo no están cumpliendo con sus obligaciones con la sociedad, sino que también están perdiendo importantes oportunidades de crecer y crear valor para todas las partes interesadas, incluidos los accionistas. 

¿Qué impide avanzar? A diferencia de la agenda medioambiental, los desafíos en la agenda social son menos claros y no existe un objetivo unificador como mantener el calentamiento global en 1,5º C, por lo que no se mira con la urgencia que tiene. Al mismo tiempo, medir el impacto social de una empresa y el rendimiento de la inversión de las iniciativas sociales puede resultar especialmente difícil. Por ejemplo, en un estudio que realizamos en Accenture analizamos las declaraciones públicas de 20 grandes empresas de diversos sectores de todo el mundo y descubrimos que sólo tres de ellas mencionaban las consideraciones sociales como parte de su estrategia principal, mientras cuatro respaldaban sistemáticamente sus compromisos sociales con iniciativas y mediciones claras.

Si las empresas no avanzan más rápidamente en la integración de las consideraciones sociales y su impacto en los negocios, el mundo puede quedar aún más rezagado respecto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, lo que, según estimaciones de la ONU, podría llevar a 620 millones de personas a vivir en la pobreza extrema; a 1.600 millones de personas a quedar sin acceso a agua potable y a 1.200 millones de refugiados climáticos. 

Para avanzar más rápido, las empresas pueden asociarse con ONG y organismos internacionales para  impulsar y medir la sostenibilidad social y los ODS en general. Así también, el compromiso de los directorios es fundamental para impulsar una estrategia ESG que reconozca la interdependencia de las cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza, en lugar de considerarlas como ámbitos separados. Los directivos tienen también la misión de revisar la estrategia de sostenibilidad y pensar cómo las iniciativas sociales pueden verse como fuentes de crecimiento, derivadas, por ejemplo, en una mayor innovación, diferenciación o creación de nuevos mercados y productos.

Estas acciones requerirán tiempo, recursos y asociaciones internas y externas. Pero el valor obtenido merecerá la pena para las empresas y la sociedad. Hoy, más que nunca, no podemos olvidarnos de la “S”.