Hoy en día la información conocida, en materia de gobernanza, aspectos medioambientales y laborales, de las empresas, construyen la confianza en su solidez y coherencia en lo económico, político y social resultando trascendentales en la toma de decisiones a la hora de invertir. Ya no es una tendencia, es un factor que se ha instalado, otorgando un reconocido valor a nuestro entorno y bienestar.
Precisamente, Charles H. Dow, creó el índice Dow Jones con la intención de dar credibilidad al mercado bursátil y hacer más comprensible la inversión, mediante un barómetro de la salud de la economía. Para cotizar en el índice, una empresa debía tener una excelente reputación, demostrar crecimiento sostenido y que fuera de interés para un gran número de inversionistas. Hoy, su enfoque se basa en evaluar el cumplimiento de los criterios ASG (Ambiental, Social y de Gobernanza), que conforman la sostenibilidad y aplican para miles de empresas alrededor del mundo que cotizan en bolsa, con una mirada acorde a una nueva forma de hacer negocios.
Durante la COP26, por primera vez, se hizo foco en otra arista, como la de las finanzas sostenibles, debido a la relevancia de la discusión sobre financiamiento para los impactos producidos por el cambio climático. Fueron varios los países que asumieron nuevos compromisos para aumentar la financiación, con el objetivo de ayudar a los países en vías de desarrollo a hacer frente a sus daños y amenazas. Entre los compromisos vinculados con América Latina, destaca el anuncio del Reino Unido de aportar 27,5 millones de libras (alrededor de US$ 36,7 millones) para el nuevo Programa de Acción Climática Urbana (UCAP), que apoyará a ciudades de América Latina, África y Asia. En términos simples, inversiones cuantiosas, para ayudar a salvar el planeta.
Con inversionistas cada vez más interesados en dedicar recursos a inversiones que cumplen con los criterios de sostenibilidad, se vuelve primordial que las empresas se sensibilicen con las conductas empresariales requeridas para conseguir el tan anhelado “sello” de sostenibilidad y así tener acceso a una fuente creciente de financiamiento y una gama de inversionistas conscientes. Las empresas chilenas que han suscrito el Dow Jones Sustainabilty Index se han transformado en referentes para que otras sigan el mismo camino, al poner en valor, los esfuerzos que se requieren para alcanzar ese nivel, pero también, al mostrar los beneficios que ello reporta a su negocio y la enorme retribución que significa en su posicionamiento respecto a sus grupos de interés, especialmente sus colaboradores, proveedores y clientes.
Esta tendencia va a ser más intensa en el tiempo, sobre todo después de la experiencia vivida con una crisis de la magnitud como la que estamos experimentando. Ya no es suficiente invertir en grandes empresas, solo por el hecho de que sean rentables, y ganar dinero a toda costa, sino también se torna indispensable analizar si su comportamiento es éticamente confiable; si posee, genuinamente, valores y si los practica, si integran la gestión de riesgos, y si sus objetivos son coherentes con las expectativas de los inversionistas, quienes solicitan cada vez más, indicadores y mayor profundidad en la información respecto a la gestión ASG de las empresas en las cuales invierten. Esta es la inversión del futuro.