Después meses de temor, angustia e incertidumbre generados por la más grave crisis sanitaria, económica y social, por fin recibimos una buena noticia. Aunque debemos ser prudentes, más aún con los resultados del Índice Mensual de Actividad Económica de Chile (IMACEC), lo cierto es que después de un aumento sostenido de la tasa de desocupación durante todo el año, y contrario a las expectativas del mercado, en el último trimestre el desempleo disminuyó un 12,9%.
A ello se suman las últimas encuestas del Centro de Estudios Longitudinales UC sobre la situación del empleo en Chile, que no solo nos da un respiro, sino también, nos regala esperanza. Por primera vez desde que se desatara la pandemia, el deterioro de la tasa de desocupación se detiene, y por segundo mes consecutivo se registra un alza en el empleo porque en septiembre se crearon 124 mil puestos de trabajo y se estima que a medida que vayamos saliendo del confinamiento, poco a poco las cifras irán mejorando.
Sin embargo, existe una gran preocupación en el mundo del trabajo respecto a si el retorno podrá ser seguro. Un objetivo clave, ya que no existe margen para equivocaciones, no se puede fallar. Aquí no sirve la prueba y el error, porque tendría un costo económico social inconmensurable. En este proceso solo cabe hacer bien las cosas, con responsabilidad, implementando estrictos protocolos y la priorización de las políticas de seguridad y salud en el trabajo, para que la reactivación productiva y del empleo sea segura y saludable. El mundo y la forma de trabajar cambiaron, y esta nueva cultura del trabajo será permanente.
Existe conciencia que para mantener la continuidad de las operaciones se debe garantizar la máxima seguridad a las personas, velar por el bienestar de los colaboradores e incorporar todas las medidas sanitarias en los espacios de trabajo y en la cadena de valor. Se sabe que el testeo y el seguimiento podrían disminuir el impacto en el mercado laboral en al menos un 50%. Es primordial entonces construir en conjunto políticas de retorno claras y eficientes, porque a crisis ha develado la posibilidad de generar innovaciones duraderas en la institucionalidad laboral y de protección social, que deben ser aprovechadas para el futuro.
Claro porque si la crisis persiste, la situación laboral podría empeorar, amplificando las desigualdades sociales. Por ello, Pacto Global de Naciones Unidas ha llamado a los líderes empresariales del mundo a repensar su forma de producir y hacer negocios, sin desviarse de la Agenda 2030 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, en tiempos de pandemia.
Tenemos ante nosotros un desafío histórico de gran magnitud, donde superar esta crisis mundial debe enfrentarse con decisión y esperanza, porque sin duda, las acciones consensuadas entre todos los actores, serán la respuesta para proteger a las personas y al empleo, con una mirada de retorno a los trabajos, no hacia una nueva normalidad, sino más bien, hacia una mejor normalidad.