Si hubiese que resumir el mensaje prospectivo de Kamala Harris cuando acepta ser la vicepresidenta del presidente, Joe Biden, la frase “la primera, pero no la última” nos muestra la amplitud del posible escenario de proyección de la primera vicepresidenta mujer de Estados Unidos. Pero este no es sólo para su propia carrera política, sino también para la perspectiva de género, en un país, donde esta no ha sido una prioridad, situándolo en el lugar 51 del Índice Global de Brecha de Género 2020.
La ascensión de Kamala Harris representa no sólo un reconocimiento a su trayectoria profesional (ha sido fiscal general y senadora de California), sino al grupo humano que ella refleja; mujer, de origen étnico foráneo (afroasiático), hija de inmigrantes y las posibilidades que ofrece el “sueño americano” y también el “sueño de Martin Luther King”.
Pero la vicepresidenta también recoge la fractura racial que vive actualmente el país; el clamor de movimientos como “Black lives Matter” y “Me too”. Ambos grupos, que tienen como fundadores a personas de color, han ido ganando un apoyo transversal para su causa, que, si bien es crecientemente sólido, aún no es suficiente como para garantizar una convivencia multirracial sin riesgos. En este contexto, el empoderamiento, liderazgo y empatía que despierta la figura de la vicepresidenta de Estados Unidos es fundamental, pues Kamala Harris representa que la discriminación racial se combate con oportunidad, justicia y audacia. La misma que tuvo el presidente electo Joe Biden al elegirla como compañera para los próximos cuatro años de su gobierno.
El nuevo presidente de Estados Unidos, exvicepresidente de Barak Obama, sabe que género y justicia racial son dos elementos claves y transversales que constituyen una preocupación prioritaria para los norteamericanos, sobre todo en el contexto de la crisis por el COVID-19, que ha develado una mayor afectación de las mujeres y de la población afroamericana y latina de ese país.
En un sentido amplio, la figura de Harris refleja el tema de género y justicia racial, a la vez que explicita el compromiso por la diversidad y la inclusión.
Pero ¿qué se puede esperar desde el punto de vista de la perspectiva de género del gobierno del presidente Biden? En primer término, una mayor empatía sobre este tema, donde la Vicepresidenta jugará un rol trascendental. Pero, además, será un gabinete diverso racialmente hablando, que incluirá a personeros de origen latino, asiático y de minorías étnicas norteamericanas.
Y hay más, Joe Biden anunció la creación del Consejo de la Casa Blanca sobre Igualdad de Género. Este último se encargará de evaluar políticas con un enfoque interseccional de género, raza y etnicidad. El objetivo que se persigue es la asignación de recursos de manera más igualitaria y eficiente para evaluar el impacto de esas políticas.
Será precisamente el enfoque de género el que se utilizará para implementar las cuatro primeras prioridades de la nueva administración: COVID-19; recuperación económica; igualdad racial; y cambio climático.
Asimismo, la justicia racial será abordada a través de trece objetivos bien definidos. Más aún, los nuevos inquilinos de la Casa Blanca saben que el equilibrio de su mandato se basa en un gobierno para todos; los que votaron por ellos, pero también para los más de 70 millones de norteamericanos que no lo hicieron. Con respecto al tema medioambiental, recogemos el rol protagónico que la vicepresidenta entrega a las mujeres, al afirmar que siendo ellas el 51% de la población tiene un mayor sentido de responsabilidad con el planeta que nos alberga.
La figura de Kamala Harris representa la urgencia del momento; la promesa de que la vacunación masiva comienza por los sectores más afectados; los trabajadores de la salud, la comunidad afroamericana y los adultos mayores. Pero por, sobre todo, refleja el compromiso de ejercer un liderazgo femenino, cercano e inclusivo, para contribuir a recuperar las bases de una convivencia nacional en unidad, con los valores y respeto a la democracia que han sido tradicionales a Estados Unidos.
“La primera, pero no última”, si Kamala Harris logra consolidar su liderazgo junto al presidente Biden, será capaz de proyectarse más allá de esta administración y de sus fronteras nacionales, para ser también una inspiración para millones de niñas y mujeres en el mundo.
Así, Kamala reforzará a ese grupo de mujeres perseverantes, que poseen la férrea convicción de que con voluntad política, trabajo en equipo, empatía y la audacia como un aliado, son capaces de construir sociedades más justas, inclusivas, seguras y prósperas para cada uno de los habitantes de este planeta.