Al promediar el mediodía del domingo recién pasado, Manuel Merino de Lama, vía mensaje a la Nación, presentaba ante millones de peruanos su renuncia irrevocable a la Presidencia de la República, mientras que en las calles de Lima y provincias de Perú se sentía la algarabía de una sociedad que había logrado lo que en las calles había expresado de manera decidida, el rechazo a la presidencia breve de Merino de Lama.
Sin embargo, el rotundo rechazo a Merino de Lama debe ser interpretado como la punta del iceberg que aparece posterior a la vacancia del expresidente Vizcarra, pero, el fondo del reclamo social es el hartazgo y descontento ante la inequidad permanente, ausencia de inclusión, rechazo a las malas prácticas que ha dejado la corrupción enquistada, cuestiones de acceso muy similares a las de Chile como salud, educación, pensiones dignas y justas y, sobre todo, solvencia moral y estabilidad política.
A la emisión de la nota, Perú no solo sigue sin presidente de la República encargado, sino que también sin presidente del Congreso, dos poderes del Estado descabezados. Se supone que hoy lunes debería resolverse esta compleja situación, aunque también debe contemplarse en el análisis, que el Tribunal Constitucional (TC), resuelva la demanda competencial interpuesta por el Ejecutivo sobre la legalidad de la vacancia de Vizcarra, cuyo resolver podría incluso, devolver a Vizcarra al poder.
Así las cosas, el panorama que se cierne sobre Perú sigue siendo oscuro y sombrío. Y mucho más sombrío para las familias de Bryan e Inti, los dos jóvenes que murieron durante la marcha convocada para el sábado recién pasado, además, del casi centenar de heridos y desaparecidos que son buscados con preocupación por sus familias. Una marcha marcada por una dura represión policial.
La semana que pasó ha sido una de las más convulsas socialmente para los peruanos. El lunes pasado el expresidente Vizcarra era vacado por amplia mayoría por el Congreso de la República, y el presidente del legislativo, Merino de Lama −según sucesión constitucional prevista− asumía los destinos de la Nación, durante los ocho meses que quedan para culminar este accidentado quinquenio presidencial que culmina en julio de 2021, fecha que coincide con el Bicentenario de la República.
Hoy los peruanos están haciendo sentir su voz, su manifiesto y descontento.
Hablar de un estallido social de la magnitud como el que se vive en Chile aún es prematuro. Las condiciones de comportamiento y variables de análisis son distintas; sin embargo, hoy el pueblo de Perú, después de muchos años vuelve a hacer notar su voz, esta vez reclama por su dignidad.
Merece particular atención y reconocimiento la presencia e involucramiento responsable de los jóvenes y universitarios que han hecho sentir su voz dignificando a Perú.
Si bien en Perú desde hace años no se veían manifestaciones sociales importantes en las calles, salvo y guardando las distancias en proporción, como la ocurrida en julio de 2000, denominada “Marcha de los Cuatro Suyos” promovida por el expresidente Alejandro Toledo, las marchas del jueves 12 y sábado 14 no fueron menores, la memorable Plaza San Martín desde una toma aérea se veía copada, al igual que las plazas de armas de las principales provincias peruanas.
La tarea urgente que tiene el país y, sobre todo su clase política, es sintonizar la calle, sensibilidad social y empatía de sus autoridades, cuidado con el tono de las declaraciones o pronunciamientos, que muchas veces lo que logran es el efecto inverso deseado. Los reclamos no son menores, desde requerimientos que inician con la urgencia de una nueva constitución, y sobre todo y con especial acento, entender lo que significa el análisis de legalidad versus legitimidad, hasta la solicitud más radical que pide que “se vayan todos”.
¿Qué sigue ahora? Primero, que quien ocupe la Presidencia del Congreso ocupa la Presidencia de la República debería al menos no ser unos de los 105 que vacó a Vizcarra, no tener investigaciones, deberá garantizar elecciones presidenciales del 11 de abril y, por cierto, deberá tener una experiencia acreditable. Pero lo más importante, entender que los consensos solo funcionan cuando se toma en consideración el interés común.
Al cierre de esta nota, es altamente probable que el favorito para presidir la mesa directiva del Congreso y en consecuencia recibir el encargo de presidente de la República, sea algún parlamentario del Partido Morado, salvo que el TC señale que Vizcarra deba volver a liderar el Ejecutivo.
Finalmente, los ojos están puestos en el Congreso de la República. Y un detalle no menor, los jóvenes que se manifestaban en las calles cantaban: “Vizcarra no es por ti, es por mi país”, el que quiera escuchar que escuche.