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Perú: la vacuna de los miserables
Jue, 18/02/2021 - 09:51

Carlos Escaffi

Perú: cuando los emprendedores se hacen notar
Carlos Escaffi

Fundador de Relaxiona Internacional y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Cuando el infame COVID-19 les revienta la vida a los peruanos de a pie, en donde los más necesitados mueren afuera de hospitales públicos, otros resisten hacinados en cartones en el piso de centros médicos clamando por una atención digna y una cama, y las familias de miles de enfermos se amanecen en la calle esperando poder llenar un mal traído tanque de oxígeno (Perú mantiene un déficit diario de 110 toneladas de oxígeno); un grupo de peruanos y no precisamente personal de primera línea se aseguraba “entre gallos y media noche”, colocándose la vacuna. Ello, bajo una aureola de burdo secretismo que quedó descubierta y expuesta sus miserias antes las más de 44.000 familias de pacientes muertos por el virus, otras 44.700 que hacen lo sobre humano para curar a sus infectados. Todo en un escenario en el que los siete  de cada 10 peruanos (en un país de 33 millones) que viven y generan sus recursos en la informalidad no pueden salir de sus hogares a ganarse el sustento, mientras la economía recibe un durísimo embate de parálisis comercial durante todo el mes de febrero.

Pues bien, este grupo de peruanos que decidió darle la espalda a sus propios connacionales tuvo a la cabeza al expresidente Martín Vizcarra, su esposa y hermano, a la excanciller de la República, así como también a la exministra de Salud, autoridades de la actual administración hasta hace unos días, que a la fecha se encuentran comprendidos en una investigación preliminar promovida por la Fiscalía de la Nación sobre las vacunas Sinopharm por su irregular vacunación. Además de otros personajes entre diplomáticos, rectores de universidades, invitados variopintos, consultores, “personas de entorno cercano” y demás calificaciones expuestas en las listas que se han divulgado en diversos medios.

El caso al que se le ha denominado “Vacunagate” inicia con la entrega de un lote de 3.200 dosis que llegaron fuera del Ensayo Clínico Fase III a cargo de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH). Las mismas que fueron administradas al personal del equipo de investigación y personas relacionadas con el estudio, que aceptaron recibirla de forma voluntaria. La decisión de a quiénes se administraba esta vacuna fue tomada por el equipo de investigación. El asunto se habría generado cuando el doctor Germán Málaga, jefe del programa de ensayos clínicos de Sinopharm e investigador principal de la UPCH, habría vacunado irregularmente a diversos funcionarios públicos fuera de la investigación. A la emisión de este artículo, el Consejo Universitario de la referida casa de estudios ha suspendido al investigador, hecho que se suma a las renuncias del propio rector, vicerrector académico y vicerrector de Investigación de la citada universidad, tras revelarse el listado de personas que fueron beneficiados con las dosis de la vacuna en comento.

La irritación y frustración que ha generado la situación descrita en los peruanos de a pie no puede ni debe pasar inadvertida. Un pueblo digno como el peruano no merece politicastros. El poder malentendido debe erradicarse, así como también el mal engreído “Pepe el vivo”, ese que se siente que está por encima del bien y el mal o, mejor dicho, ese que se siente que está por encima de su propia gente.

Un tema que llama sobremanera la atención de los peruanos es la conducta que habría tenido la anterior administración de Salud en el Perú, que por alguna extraña razón, habría puesto barreras no solo a contratos con laboratorios que han ofrecido la vacuna, sino también a donaciones altamente necesarias, en donde empresas de naciones amigas en gestos de franca voluntad y amistad con el Perú, han puesto a disposición equipos e insumos médicos de primera necesidad, y que la anterior administración del regulador peruano habría considerado que no cumplen requisitos, bloqueando así su ingreso y por cierto el anhelado fin: el inmediato uso para miles de peruanos que claman por atención primaria en la lucha contra el COVID.

A propósito, el 13 de febrero el Gobierno de Chile, a través de la máxima autoridad del sector Salud, ha confirmado el envío de 40 toneladas de oxígeno a Perú, cuya entrega se ejecutaría en tanques especiales en la región de Antofagasta. Ojalá que la entrega llegue a los destinatarios finales en el más breve plazo, sin mayores barreras administrativas y burocráticas. Los peruanos no pueden seguir esperando.

Asía las cosas, hoy Perú necesita en calidad de urgencia una vacuna contra la mentira, contra la corrupción, contra el egoísmo y, sobre todo, una vacuna contra la rancia aristocracia, mal heredada del virreinato, esa que se siente superior que el resto.

Finalmente, concluyo este triste artículo con una frase peruana coloquial de un alto contenido de sabiduría popular: ¡qué tal concha la de algunos!

Hoy tristemente no se pusieron a los peruanos más necesitados en el centro.

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