Todos los inicios de año indefectiblemente los economistas y profesionales de la industria de inversión realizan pronósticos sobre el futuro comportamiento de los activos financieros e incluyen recomendaciones de inversión; una suerte del día de la marmota en el cual el futuro es develado mágicamente antes nuestros ojos. ¿Será posible contar con la bola de cristal?

 Las proyecciones se realizan sobre la base de supuestos de las principales variables macroeconómicas como crecimiento, tasas de interés, inflación, ciclo económico, entre otras, basadas en el pasado reciente y no tan reciente.  

¿Lo hacemos realmente bien? Realidad y percepción

A diferencia de la física que se rige bajo leyes inmutables que permiten realizar estimaciones precisas de ciertos fenómenos, las predicciones de variables económicas y financieras se sujetan a un entorno cambiante que puede invalidar rápidamente dichos pronósticos, ¡de héroes a villanos en un día!  Diversos estudios muestran que incluso gestores profesionales no son del todo acertados y los que lo son, no muestran consistencia. No por nada, ¡el 75% de los gestores son incapaces de superar los retornos del índice S&P500! 

Lo único permanente es el cambio

El filósofo griego Heráclito tenía mucha razón al señalar la permanencia del cambio. Vivimos en entornos cambiantes donde el entorno macroeconómico y financiero es más volátil que el de los últimos 40 años (periodo conocido como la gran moderación) Como inversionistas tratar de pronosticar horizontes de muy corto plazo (1 a 6 meses) es complejo por el alto ruido y volatilidad presentes; lo más probable que fallemos estrepitosamente en nuestro intento.

Más allá de pronósticos puntuales —que equivale a sacarse la lotería— debemos construir escenarios, determinar que activos podrán comportarse mejor y hacer ajustes de asignación (movimientos tácticos) respecto de nuestro portafolio base o estratégico. Es decir, escoger a nuestros “caballos ganadores” y revisar nuestros escenarios periódicamente en base a nueva información disponible.

Apuntes para este 2024

A pesar de lo dicho, realizar proyecciones tiene valor. En 2024 se espera un crecimiento bajo (el consenso estima un 2,6% de crecimiento global), una inflación controlada y un inicio de recorte de tasas de interés en mercados desarrollados, En ese escenario, los bonos de alta calidad crediticia de plazos intermedios (recordemos que rebajas en tasas afectan positivamente el desempeño de bonos de mayor vida promedio) se ven más atractivos que las de acciones que presentaron en 2023 retornos récord ( el S&P 500 rindió +24%) que podrían tener resultados más modestos este año. Adicionalmente, la renta fija de alta calidad históricamente suele ir bien en periodos de enfriamiento y puede soportar mejor el menor crecimiento. ¿Ya tienen su cartilla ganadora?