La seguridad alimentaria es hoy un tema prioritario en la agenda internacional. El 20 de noviembre en el Foro Global de Seguridad Alimentaria en Londres se destacó que “el cambio climático, los conflictos y el aumento de la población suponen retos cada vez mayores para el suministro de alimento.” Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) casi el 30% de la población mundial (2.356,9 millones de personas) vive en condiciones de inseguridad alimentaria.
América Latina y el Caribe (ALC) es un proveedor importante de alimentos a nivel mundial, la región exporta el 40% de su producción de alimentos y representa el 17% de las exportaciones mundiales totales de alimentos. Pero varios países de la región son también importadores. Además, persisten la desigualdad en el acceso a alimentos y el cambio climático, la pobreza rural, la pérdida de biodiversidad agrícola, la inflación alimentaria y crisis sanitarias (como la COVID-19) constituyen retos para la seguridad alimentaria en ALC. En la Unión Europea (UE) Europa, el suministro de alimentos no está en peligro, pero la industria agrícola europea depende de la importación de productos esenciales, como los piensos para animales y los fertilizantes.
La declaración de la Cumbre UE-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) de julio de 2023 reconoció la seguridad alimentaria como uno de los desafíos que se ha agravado con los efectos de la guerra de Rusia contra Ucrania y propuso mejorar la cooperación y la coordinación en los foros multilaterales. Ambas regiones tienen la responsabilidad compartida de contribuir a la Agenda 2030 en la que se establecieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que incluye el de «poner fin al hambre» en el mundo (ODS2), pero también los retos de contribuir a una producción sostenible que preserve al planeta para las generaciones futuras. La cooperación entre la UE y ALC en el sector de la Agricultura y la alimentación tiene ya un largo recorrido, pero es necesario darle una dimensión más estratégica y fomentar estrategias conjuntas para abordar las complejidades del desafío mundial de la seguridad alimentaria. Algunas iniciativas que pueden fomentar el diálogo y la cooperación son:
Establecer plataformas de diálogo: Crear plataformas formales e informales donde distintos actores de la UE y ALC puedan abordar los retos de la seguridad alimentaria mediante encuentros e intercambios que fomenten la discusión abierta y la colaboración entre gobiernos de distintos niveles junto a actores del sector privado y la sociedad civil con el fin de identificar posibles soluciones.
Cooperación en Investigación y Desarrollo (I+D): Impulsar la colaboración en proyectos de investigación y desarrollo conjuntos entre Universidades y Centros de Investigación entre ambas regiones con el fin de estimular la investigación sobre temas como: métodos sostenibles de producción de alimentos, tecnologías agrícolas innovadoras, cultivos resistentes al cambio climático y estrategias para abordar la malnutrición.
Compartir conocimientos y experiencias: Fomentar los programas de intercambio, visitas técnicas y pasantías para que los expertos en seguridad alimentaria de la UE y ALC puedan aprender conjuntamente e implementar capacitaciones multinivel para distintos actores de la cadena de producción de alimentos con inclusión de actores más vulnerables del sector rural, mujeres y población indígena de Latinoamérica.
Apoyo a iniciativas locales: Fortalecer iniciativas locales en ambas regiones que aborden problemas específicos de seguridad alimentaria, a través del respaldo a proyectos comunitarios, agricultura sostenible, biodiversidad y programas de educación nutricional, incluyendo el apoyo a pequeños productores agrícolas replicando programas exitosos como «Al-Invest 5.0».
Fomentar la transparencia y la coordinación: Establecer mecanismos birregionales transparentes y coordinados para compartir información sobre seguridad alimentaria, incluyendo datos sobre la calidad de los alimentos, disponibilidad de fertilizantes y riesgos emergentes.
Desarrollar políticas conjuntas: Fomentar políticas de seguridad alimentaria para potenciar el aumento de la producción de alimentos de forma sostenible y la producción de fertilizantes y otras medidas para prevenir la contaminación alimentaria.
Capacitación y fortalecimiento institucional: Capacitación a los profesionales y funcionarios encargados de la seguridad alimentaria para fortalecer sus habilidades y conocimientos y fortalecer las instituciones encargadas de la regulación y supervisión de la cadena alimentaria.
Incentivar la inversión en tecnología agrícola avanzada: Invertir en digitalización y tecnología agrícola moderna en ALC para tener sistemas de riego más eficientes o un mejor manejo post cosecha que reduzca la perdida de alimentos y apoyar el aumento de la producción para atender la demanda creciente de la población de forma sostenible.
Fomentar el comercio sostenible: Crear un entorno propicio para el comercio justo promoviendo la transición hacia una agricultura sostenible, el acceso a una variedad de alimentos nutritivos, e incluir el reto de la seguridad alimentaria en los futuros acuerdos comerciales.
Abordar desafíos globales: La UE y ALC pueden colaborar en la respuesta a desafíos globales como la resiliencia frente al cambio climático, mejoramiento en el acceso equitativo a los alimentos de la población más vulnerable, el fortalecimiento de la biodiversidad, la transición hacia la sostenibilidad de los alimentos y enfrentar las crisis alimentarias, desarrollando estrategias conjuntas para mitigar estos retos.
Todos esos retos fueron debatidos en la Conferencia Internacional “Seguridad Alimentaria: Desafíos y oportunidades para las relaciones entre la Unión Europea y América Latina” realizada el 9 de noviembre y el Caribe para contrastar los resultados de una publicación homónima ambos cofinanciados por la Fundación EU-LAC. En ambos se concluyó que los retos de la seguridad alimentaria responden a una acumulación de factores relacionados con las estructuras productivas en general y de los alimentos en particular. Por ello la cooperación entre la UE y ALC requiere una acción conjunta multinivel (multilateral, regional, nacional y local) con un enfoque integral que abarque aspectos políticos, económicos y sociales. Analizar las distintas variables que afectan a la seguridad alimentaria permite una mayor comprensión sobre los posibles escenarios y permite elaborar estrategias de largo plazo para alcanzar el desafío de proveer una alimentación saludable universal compatible con la preservación del planeta y que responda a los desafíos del cambio climático.
Esta columna fue realizada en conjunto con Anna Ayuso, Investigadora sénior para América Latina de CIDOB y
Profesora asociada del Instituto Barcelona de Estudios Internacionales (IBEI), además de Miembro del Consejo Editorial de la Revista CIDOB d’ Afers Internacionals.