En la actualidad el costo económico de la maternidad lo asumen las mujeres. Son ellas quienes rebajan horarios, acomodan su sistema laboral, dejan de tomar trabajos con viajes o grandes responsabilidades e incluso renuncian, para hacer frente a la necesidad de cuidados que deriva del nacimiento de los hijos.
En una reciente investigación publicada por The Economist titulada "How Motherhood Hurts Careers" basada en el trabajo de la economista y premio Nobel de Economía 2023 Claudia Goldin se muestra en cifras cómo la maternidad impacta en las carreras de las mujeres. En nuestro continente el 38% de las mujeres trabajadoras deja la fuerza laboral luego de convertirse en madre. Lo sorprendente es que 10 años después, el 37% sigue fuera del mercado laboral.
En cuanto a las remuneraciones, en Chile, el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión social (COES) en su investigación “Maternidad y Desigualdad de Género en el Mercado del Trabajo” publicada el año 2023 determinó que 20 meses después del nacimiento del primer hijo o hija, los ingresos laborales de las mujeres caen un 35% en el sector privado, y un 20% en el sector público en relación a los de los hombres.
A este fenómeno se le llama “penalización por hijo” o “multa por hijo”. Se trata de un verdadero impuesto para las mujeres que, en el largo plazo, repercute en su situación económica. Menores ingresos generan vulnerabilidad económica para la mujer en términos de cotizaciones previsionales y patrimonio a su nombre.
Lo curioso es que si preguntamos a los hombres cómo ha impactado el tener hijos en su desarrollo laboral, muy pocos podrían decirnos que han rebajado horarios o descartado ascensos por su paternidad.
Un estudio hecho por Martin Eckho Andresen y Emily Nix publicado en el año 2022 por la Universidad de Chicago, titulado "What Causes the Child Penalty? Evidence from Adopting and Same Sex Couples", demostró que las mujeres heterosexuales que se convierten en madres disminuyen sus ingresos de manera permanente en un 20%, mientras que los hombres no sufren alteraciones. Diferente es la realidad de las parejas lesbianas. En este estudio se analizaron los impactos a nivel financiero que tiene la maternidad en las mujeres cuya pareja es una mujer. En el caso de las lesbianas, si bien la madre gestante experimenta una reducción de sus ingresos en un 13 %, su pareja, a diferencia de lo que ocurre con las parejas heterosexuales, también sufre un impacto negativo de un 5 %. Es decir, el nacimiento y crianza de un hijo las impacta económicamente a ambas por lo que el “costo” de la maternidad se reparte.
Cuando conocí la realidad del impacto de la maternidad en las mujeres homosexuales fue que entendí que esta desigualdad residía en un estereotipo de género. Si era posible para ellas tener relaciones económicamente más equitativas, también era posible para las mujeres heterosexuales.
Sostengo que es al interior de la pareja que decide criar donde se produce la principal brecha, por cuanto es ahí donde se reproducen de manera inconsciente los sesgos de género basados en que el hombre provee y la mujer cuida.
El tener hijos, si lo miramos desde su dimensión económica, pasa a ser una decisión que es sostenida exclusivamente por el patrimonio y posibilidades de desarrollo de la mujer. En esta ecuación, no sólo quien cuida deja de ganar dinero sino que, a la vez, permite al otro ganarlo. Es una doble dimensión.
Es evidente que la llegada de los hijos es una revolución y que la familia entera debe adaptarse a esta nueva realidad, sin embargo, esto no es sinónimo de que uno de los dos miembros de la pareja deba empobrecerse, como ocurre en la actualidad.
En un mundo donde todo se valoriza y tiene precio llama mucho la atención que únicamente el trabajo doméstico y de cuidados no haga parte de esa métrica. Monetizar este fenómeno permite interiorizar lo mucho que se normaliza una situación absolutamente injusta. Injusticia que duele más cuando se asume como algo “natural y obvio”.
Actualmente, muchas mujeres nos encontramos desconcertadas por una situación que nos resulta difícil de entender. No nos parece lógico ni justo que, después de haber invertido tiempo y esfuerzo en obtener una educación y desarrollar una carrera profesional, se espere de nosotras que asumamos completamente la carga económica de la maternidad simplemente por ser mujeres.
Si bien las corporaciones y los gobiernos han entendido que es necesario incorporar la fuerza laboral femenina para lograr el verdadero desarrollo, las múltiples políticas que existen en la actualidad parecieran ser insuficientes para abordar este desafío. Sigue ocurriendo que, cuando se aborda la temática conciliación familia y trabajo, se perpetúa un estereotipo de género fundado en que el cuidado de los hijos corresponde exclusivamente a las mujeres.
Actualmente, hay mujeres que son empresarias / emprendedoras que aún siendo la fuente principal de ingreso, hay un gran porcentaje de tiempo destinado al cuidado de los hijos. Esto se puede observar principalmente, en madres empresarias que trabajan desde sus hogares.
Para avanzar verdaderamente hacia la equidad, es crucial mantener conversaciones más amplias y profundas. Entendiendo que ambos padres son responsables del cuidado de los hijos y que si alguno dedica más tiempo, esta actividad debe ser considerada como una actividad económica dentro de la ecuación familiar.
Asimismo, el conocimiento temprano en herramientas legales y financieras permitirán que más mujeres puedan posicionar su bienestar económico y su desarrollo profesional.
En este sentido, la nueva economía está marcando nuevos rumbos y esto se ve reflejado en la construcción de comunidades de mujeres líderes, como Fundadoras, comunidad a la cual pertenezco desde hace más de tres años, que desempeña un papel fundamental al generar entornos de crecimiento, conocimiento y crecimiento económico donde las mujeres podemos seguir fortaleciendo nuestra independencia y autonomía económica.