Desarrollo, equidad e inclusión social. Estas son tres de las características que pueden hacer la diferencia en las zonas rurales como oportunidad para poder potenciar su crecimiento a través de la tecnología y la digitalización.
Incluir a estas zonas es básico para el ecosistema de economía digital que se está reforzando con el desarrollo de tecnologías como el 5G.
De acuerdo con cifras del Banco Interamericano del Desarrollo (BID), la cobertura y acceso a tecnología de la población rural en América Latina y el Caribe mantiene una brecha importante, pues en el año 2020, 44 millones de personas que habitaban estos territorios no tenían acceso a Internet.
En este escenario, la posibilidad de digitalizar bienes y servicios en sectores rurales es una oportunidad para superar deficiencias de larga data, como la migración a zonas urbanas, impulsar su economía local y satisfacer necesidades educativas y de salud, por citar sólo algunos imperativos sociales y comunitarios.
Si los adelantos tecnológicos y de infraestructura de telecomunicaciones revolucionan e impactan positivamente a grandes zonas urbanas del país, no hay porqué dejar de lado la posibilidad de propiciar este tipo de ecosistemas en el ámbito rural, cuyas necesidades de mejoras en la agricultura, educación, salud, preservación del patrimonio natural y cultural, turismo responsable, entre otros ámbitos, son urgentes.
Combatir esta brecha de conectividad no tiene que dejar de lado las legítimas interrogantes que esta infraestructura puede generar en parte de la ciudadanía, siempre poniendo en valor que esta tecnología habilita avances como apoyo al emprendimiento, más y nuevos tipos de empleos, medicina de calidad y sin importar la ubicación territorial, contraprestaciones y apoyo a sectores estratégicos, -como sector portuario, agrícola y forestal y salmonicultura- ciudades inteligentes y contribución al medio ambiente.
En estos y otros ámbitos, las torres de telecomunicaciones han sido un factor fundamental para dotar a las comunidades de beneficios concretos.
Las torres de telecomunicaciones son un factor central en el impulso al progreso tecnológico y económico de sus habitantes. La brecha de conectividad impacta en una menor competitividad y un rezago que es una pesada carga para el desarrollo de esas zonas. Por eso, el despliegue de infraestructuras de telecomunicaciones eficientes y armónicas es un elemento que ayuda a mejorar la vida de las comunidades rurales.
Lo anterior significa identificar las necesidades concretas de los sectores rurales que pueden ser satisfechas con la tecnología, así como generar los incentivos con gobiernos locales y operadores para llegar a esas zonas, para mejorar la calidad de vida de la población.