El teletrabajo nace en la década del 70 en Estados Unidos, como una forma de optimizar los recursos no renovables debido a una crisis petrolera del entonces.
Ya en 2016, el teletrabajo comenzó a ser un tema que tomó fuerza en las empresas en Chile. Según el INE, para el 2016 solo un 3% de la fuerza laboral estaba en esta modalidad. En la pandemia, alcanzamos un peak del 55% de personas en teletrabajo.
Hoy, este número bordea entre un 5% a 8% de personas.
La última publicación de la revista The Economist, ha citado diversos estudios respecto al teletrabajo, señalando entre sus consecuencias positivas, que las personas están felices en sus casas, ahorrando dinero en transporte y colación, aunque, por otra parte, muchas sienten soledad y decrecimiento profesional al no tener retroalimentación de sus pares o jefaturas.
Durante los meses de mayo y junio, con una alta tasa de contagios virales, se hizo ver nuevamente al teletrabajo como una medida preventiva, resucitando la idea de volver a tener un formato híbrido con días de oficina y otros desde casa, como un referente de aprendizaje o evolución en la forma de hacer las cosas desde el inicio de la pandemia.
Un cambio completo a la modalidad híbrida o de teletrabajo, dependerá del modelo de negocio de cada empresa, considerando que el objetivo para las compañías es ser cada día más eficientes; si el teletrabajo ayuda en ello, en buena hora es continuar así.
Es totalmente viable implementar esto en Chile. Existe la tecnología y la facilidad de acceso a ella sin inconvenientes.
Al respecto, vemos como el punto más importante, la accesibilidad, usabilidad de la tecnología y por sobre todo la
ciberseguridad asociada. Recordemos que un banco estuvo casi una semana sin operar producto de una vulnerabilidad de seguridad ocurrida por alguien en teletrabajo. Las herramientas para hacer un trabajo remoto efectivo son varias, entre ellas una conexión VPN, el escritorio remoto de Windows o Google como otras herramientas del mercado.
El formato de teletrabajo ofrece a las empresas e instituciones del Estado, enormes oportunidades de crecimiento en los procesos de transformación digital, impactando positivamente en sus modelos de negocio y gestión, haciéndoles agiles a los cambios de conducta de sus clientes, generando incluso ventajas competitivas frente a su competencia.
El potencial ahorro de costos en oficinas y sus derivados gastos de operación, ofrecer servicios 24/7 con colaboradores de cualquier parte del mundo o una reducción en gastos de movilización en viajes de negocio, hacen una optimización en la caja de toda empresa. Todo esto, puede ser gracias al teletrabajo. El foco del teletrabajo de forma transversal está en que sea algo fácil de implementar y seguro de realizar.
A fin de cuentas, los procesos de trabajo pueden hacerse mucho más eficientes y conducir a una mejora de la estructura de costos de las empresas.
Por otro lado, hace un sano equilibrio entre la vida personal y profesional de los colaboradores. En países en vías del desarrollo, es visible a través de sus índices de felicidad, como la modalidad de teletrabajo ha ayudado en su calidad de vida.