Actualmente, las fintech, los neobancos y las grandes compañías tecnológicas generan ingresos mediante modelos de negocio innovadores y a través de servicios financieros más ágiles, accesibles y centrados en el cliente, que han elevado las expectativas de los consumidores y las han ayudado a posicionarse fuertemente en el mercado. Muestra de ello, es que en Chile se registran 300 fintech que fueron fundadas y operan en el ecosistema del país, cantidad que representa un crecimiento de 29,5% con respecto al 2021, de acuerdo al Finnovista Fintech Radar Chile 2023.
Ahora bien, al comprender las propuestas novedosas de estas empresas, las nuevas formas en que ofrecen valor a los consumidores y las maneras en que monetizan los servicios, podemos anticipar cómo será el futuro de la banca y los sistemas bancarios tradicionales, que hoy tienen la oportunidad de hacer que estas innovaciones sean una fuente de fortaleza, más que un reto o amenaza para su supervivencia.
Entre los elementos más relevantes con los que cuentan los modelos de negocio de banca digital, destaca que permiten que los clientes se involucren más y soliciten productos financieros adicionales. De esta forma aumentan exponencialmente los ingresos por cliente.
Además, estos nuevos jugadores de la banca están cambiando la forma en que los servicios financieros se integran en la vida diaria de las personas, enfocándose en la experiencia del cliente y esforzándose por simplificar tanto el recorrido del usuario como las características del producto o servicio.
Si bien, estas innovaciones han representado grandes aportaciones de banca digital a nivel mundial, ahora estos nuevos jugadores deberán demostrar su valía a lo largo del ciclo de vida del cliente con productos complejos para las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), hipotecas, inversiones y gestión financiera.
Sin embargo, más allá del enfoque diferencial que estas empresas traen al sector, también existe una serie de tendencias macro facilitadas por la tecnología que están reconfigurando el ecosistema de los servicios financieros. Entre ellas destacan en primer lugar las finanzas embebidas, que se definen como la integración de servicios financieros, como préstamos, procesamiento de pagos o seguros, en las infraestructuras de empresas no financieras, eliminando así la dependencia de las instituciones bancarias tradicionales.
Mientras que en segundo lugar, sobresalen las prácticas de banca abierta, que proporcionan a proveedores externos de servicios financieros acceso abierto a datos bancarios, de transacciones y de bancos e instituciones financieras no bancarias, mediante el uso de interfaces de programación de aplicaciones (API).
Este modelo tiene potencial para crear un ecosistema bancario más competitivo y centrado en el cliente, porque puede dar lugar a su vez a esquemas como el de la banca como servicio (BaaS), que permite que las fintech y otras entidades se asocien con bancos tradicionales para acceder a su infraestructura y brindar servicios como depósitos, préstamos y pagos.
Asimismo, hay que considerar que en esta reconfiguración del ecosistema financiero, los usuarios cada vez prefieren más los entornos digitales. En un estudio realizado en Estados Unidos el 61% de los consumidores dijo que era “algo o muy probable” que se cambiaran a un banco exclusivamente digital y a pesar de seguir eligiendo a los bancos tradicionales como su principal proveedor, los consumidores de todas las generaciones están utilizando herramientas financieras no tradicionales más que nunca y para más propósitos.
Otro dato interesante que reveló esta investigación es que casi la mitad de los consumidores dijo que probablemente utilizaría un servicio bancario ofrecido a través de empresas no financieras, tales como: proveedores de streaming (48%), de Internet o inalámbricos (48%), empleadores (47%) y minoristas o almacenes nacionales (46%).
La personalización de los servicios financieros es otra de las tendencias que están marcando el rumbo de este sector. Y si bien, los bancos digitales modernos tomaron la delantera capitalizando las preferencias cambiantes de los clientes millennials y de la generación Z, quienes prefieren utilizar canales digitales; la banca tradicional no necesariamente debería copiar las estrategias ajenas, pero tendrían que prestar atención a algunas premisas fundamentales. Por ejemplo, podrían dejar de centrarse en sus productos y servicios financieros para organizarse en torno a las distintas necesidades de los clientes.
Hoy las organizaciones del sector tienen la ventaja de que pueden utilizar la tecnología y los datos para integrarse más profundamente en la vida de los clientes con servicios de banca en tiempo real. Cuentan con información histórica y actual de sus clientes, con nuevas herramientas que permiten avanzar hacia la hiperpersonalización y asegurar experiencias sin fricciones, cosa que también resulta clave en el nuevo escenario.
En paralelo las tecnologías emergentes están revolucionando a la propia banca digital. Muestra de ellos son los nuevos desarrollos de Inteligencia Artificial (IA) que facilitan una mejor gestión financiera. Con innovaciones como chatbots y asistentes de voz, algoritmos de detección de fraude y soluciones para la automatización de procesos, la IA colabora para mejorar la experiencia del cliente y agilizar las operaciones en el sector bancario.
Por su parte, la tecnología de cadena de bloques (blockchain) optimiza la seguridad y la transparencia y habilita iniciativas de finanzas descentralizadas (DeFi). Al mismo tiempo que la analítica permite que las entidades comprendan el comportamiento de los clientes más en profundidad, mejoren la toma de decisiones, optimicen sus estrategias de gestión de riesgos, identifique tendencias y oportunidades, y desarrollen predicciones más certeras.
Así, con nuevas herramientas digitales, jugadores y oportunidades para la banca tradicional, el sector financiero se está transformando y avanzando con pasos firmes en esta evolución, de la mano de aliados tecnológicos estratégicos que ayudan a crear un sólido ecosistema financiero, que pone a las personas en el centro.