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Unión Europa: la fábula de los cerdos y los cuatro frugales
Lun, 17/08/2020 - 09:11

Farid Kahhat

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Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Existe una versión de la historia reciente de la Unión Europea que emula la fábula infantil de la cigarra y la hormiga. Según esta, los problemas de la Unión Europea (UE) se deberían al contraste entre los “PIGS” (sigla en inglés para Portugal, Italia, Grecia y España, pero también es la palabra en inglés para “cerdos”), que serían proclives al ocio y al despilfarro, y los “Cuatro Frugales” (Austria, Dinamarca, Holanda y Suecia, con respaldo de Alemania), que serían un dechado de laboriosidad y ascetismo.

Pero las fábulas, recordémoslo, son relatos ficticios. Por ejemplo, según la Oficina Europea de Estadística, el país de ese continente en el que se trabajan más horas por semana es Grecia. Entre los 10 primeros figura además Portugal, pero no aparecen ni Alemania ni los cuatro frugales. En otras palabras, tal vez el problema de griegos y portugueses sea uno de baja productividad, pero no es un problema de ociosidad.

La parte de la fábula según la cual los PIGS no tendrían la misma propensión al ahorro que los cuatro frugales también es problemática por varias razones. La primera de ellas es que, cuando Estados como el griego adquirieron una deuda a la postre impagable, lo hicieron con el beneplácito de las tres primeras economías de Europa, que eran a la vez sus principales acreedores (Francia, Alemania y el Reino Unido, en ese orden). Luego estos alegarían que el gobierno griego los engañó al sostener, por ejemplo, que su déficit fiscal en 2009 equivalía a un 3,7% de su PBI, cuando en realidad fue de un 15,2%. Pero es inverosímil sostener que, por ejemplo, el FMI, que no tuvo problemas para identificar manipulaciones comparativamente menores de la inflación en Argentina años atrás o del crecimiento en Tanzania hoy en día, realmente creía en las cifras del gobierno griego.

Por lo dicho, el que luego algunas de las principales economías europeas prestaran dinero a Grecia para saldar parte de su deuda no fue un gesto altruista como cuenta la fábula. De un lado, esos préstamos retornaron a su lugar de origen porque se destinaron en gran proporción a pagar la deuda contraída con esos Estados y, sobre todo, con sus entidades financieras. De otro lado, la condición para que países como Grecia e Italia recibieran esos préstamos fue la adopción de políticas de austeridad que, como sabemos, no han reducido la proporción de la economía que representa su deuda pública (la razón por la que las exigieron los acreedores).

Pero la principal razón es que la deuda de los PIGS es la contrapartida de la prosperidad de los Estados más desarrollados, dado que la UE beneficia en mayor proporción a sus economías más competitivas. El mercado común impide, por ejemplo, que los Estados de menor competitividad compensen esa condición apelando a restricciones arancelarias o para-arancelarias. La moneda común les impide compensarla a través de una devaluación, o reducir el valor real de deuda emitida en moneda local mediante una mayor emisión. Tampoco pueden apelar a una regulación ambiental más permisiva, dados los estándares mínimos que impone la UE. Y ahora, cuando por la pandemia se suspenden las restricciones que la UE impone a los subsidios que los países otorgan a sus empresas, el Estado alemán (que, a diferencia del italiano, cuenta con los medios para hacerlo), representa la mitad de todos esos fondos dentro de la UE. Es decir, los países con menor desarrollo relativo no pueden apelar a los mismos medios a los que apelaron los países más desarrollados antes de que existiera la UE.

Precisamente por ello es que, como compensación para los países de menor desarrollo relativo, existen dentro de la UE programas de convergencia económica y social. La reciente decisión de la UE de emitir deuda conjunta por primera vez en su historia debe ser entendida en ese contexto.

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