El volante italiano, quien el domingo disputó su último partido oficial, es considerado uno de los mejores jugadores de la historia. Elegante, inteligente y polifuncional, será recordado como ‘el arquitecto del juego’.
Jugadores talentosos hay muchos. Físicamente privilegiados, también. Los inteligentes ya son menos. Y en un equipo, quienes tienen la fortuna de poseer todas esas virtudes se cuentan con los dedos de una mano.
Es por eso que Andrea Pirlo se ganó un lugar entre los grandes futbolistas de todos los tiempos. El domingo disputó el último de sus 869 partidos oficiales, en 22 años de carrera profesional.
Más de dos décadas dando clases de fútbol. De fútbol puro, porque si alguien ha entendido el juego en todas sus facetas es él, el número 21, que jugó de 10, de 8 y de 6. Que ordenaba a los centrales y les marcaba las diagonales a los extremos. Quitaba balones como guerrero y en una fracción de segundos los entregaba con un toque de magia.
Pirlo era “el arquitecto del fútbol”, como lo llamó el técnico Marcelo Lippi. “Un hombre que siempre hacía lo correcto, lo que ameritaba el momento”, según el arquero Gianluigi Buffon.
Formado en las divisiones menores del Brescia, Pirlo jugó en el Inter de Milán y en la Reggina antes de llegar al Milan, con el que ganó la Champions League en 2003 y 2007.
Con el equipo rojinegro disputó 400 partidos y según los entendidos mereció ganar el Balón de Oro. Consultado al respecto, siempre respondió con humildad: “Si Xavi e Iniesta nunca lo ganaron, no veo por qué yo sí”.
En sus primeras temporadas en la Serie A, Andrea Pirlo jugó como mediapunta. Tenía vocación de ataque, pero más que por hacer goles, se caracterizaba por su facilidad para habilitar a sus compañeros mejor ubicados.
Con los años echó un poco para atrás y se convirtió en el volante de marca generador de juego, con el suficiente despliegue para ayudar atrás y luego ser el primer pase en ataque.
Fue pieza clave en la Squadra Azzurra que conquistó el Mundial 2006, el máximo logro de su carrera, en la que levantó 18 trofeos, los últimos con la Juventus de Turín.
Con el equipo nacional anotó 13 goles en 116 partidos y es el cuarto jugador con más presencias internacionales, detrás de Buffon, Fabio Cannavaro y Paolo Maldini. Jugó tres Mundiales, tres Eurocopas, dos Copas Confederaciones y dos Juegos Olímpicos.
Ni en sus mejores momentos se destacó por ser rápido o potente, pero siempre contrastó eso con su habilidad para pasar en largo y anticipar las jugadas. Además, fue un futbolista elegante, con una técnica impecable y extraordinaria visión de juego.
“Me siento satisfecho con lo que hice en mi carrera. Más allá de los títulos colectivos y los logros individuales, me voy con la tranquilidad de haber dejado un sello. Creo que cambiamos de tendencia en el fútbol italiano. Me enorgullece haber inculcado el juego bonito en mi país”, aseguró recientemente en una entrevista en la que además reveló que sus ídolos de infancia fueron Roberto Baggio y Lothar Matthaus, “ellos y otros grandes 10, como Platini, Gianfranco Zola, Roberto Mancini... verlos era sinónimo de divertimiento y alegría”.
Sin embargo, no todo fue color de rosa en su carrera. Tras la final de Champions que perdió el Milan ante el Liverpool después de ir ganando 3-0 en el entretiempo (Estambul, 2005), pensó en retirarse: “Fue un golpe durísimo. Aquel partido me enseñó lo caprichoso que es el fútbol. Me dieron ganas de dejarlo. Pero por fortuna después tuvimos nuestra revancha en Atenas”, le confesó al diario ABC.
Aunque muchos consideran que se convertirá en técnico, él asegura que por ahora quiere descansar y dedicarle tiempo a su familia y a su próspera empresa vinícola.
Eso sí, no descarta seguir vinculado al fútbol como directivo o encargado de divisiones menores. “El balón es mi alegría. No entiendo cómo alguien puede estar triste o disgustado dentro de una cancha”, reflexiona.
De hecho, nunca se dejó presionar por la importancia de los partidos que disputó. Ni una final del mundo le quitó el sueño y la tranquilidad. “Horas antes de enfrentar a Francia, en Berlín, me puse a jugar Play Station, tenía mucha confianza en que íbamos a ganar. Veníamos de derrotar a Alemania en uno de nuestros mejores partidos de la historia, no había razón para tensionarse”.
Andrea Pirlo nació el 19 de mayo de 1979 y fue profesional desde 1995. Jugó 869 partidos en Brescia, Inter, Reggina, Juventus y Milan, además de los New York Red Bulls. Marcó 86 goles y ganó 18 títulos, entre ellos la Copa del Mundo, dos Champions League, seis ligas de Italia.