Este chef pastelero, de origen puertoriqueño y de familia libanesa, es pausado. Hombre de pocas palabras, no es alborotado y va directo al plato. A pesar de ser una de las personas más respetadas en el área de la pastelería en el mundo, no le interesa robarse el show. Lo que sí le interesa es estar en su cocina, generando creaciones donde la magia se vuelve ingrediente.
Cierre los ojos. Imagine que está en un jardín mágico, lleno de luz, flores y color, mucho color. Tanto color que es un sueño. Imagine, que todo lo que prueba tiene un sabor tan intenso que no quiere dejar de comer. Momentos como ese, son los que garantizan que aunque la vida no es perfecta, la magia existe. Esa experiencia es posible en la vida real.
Si usted está en Miami y quiere tener un momento para usted, piense “me voy a dar el gusto de comer ahí porque me lo merezco”. Así que, si está en la ciudad más latina de los EE.UU., es un must ir a merendar al hotel St. Regis Bal Harbour de Miami, uno de los hoteles más lujosos del estado de La Florida donde está, sin duda, uno de los secretos mejor guardados de la ciudad.
En este hotel, se encuentra la franquicia del restaurante JyG Grill perteneciente al chef Jean Georges Vongerichten quien posee, entre otros lugares, su famoso restaurante en Las Vegas. En el establecimiento de Miami, se encuentra el mejor chef pastelero del estado de La Florida: Antonio Bachour.
Bachour, de origen puertoriqueño y de familia libanesa, es pausado. Hombre de pocas palabras, no es alborotado y va directo al plato. A pesar de ser una de las personas más respetadas en el área de la pastelería en el mundo, no le interesa robarse el show. Lo que sí le interesa es estar en su cocina, generando creaciones al mejor estilo de Harry Potter, donde la magia se vuelve ingrediente y, después de jugar un rato en su aquelarre, termina en el plato con forma de obra de arte.
Si usted es clásico, pásese un switch y abra sus sentidos para lo que va a experimentar. Este cocinero viene de hacer escuela en sitios respetados como los hermanos Roca y Espai Sucre en España, así como en Francia con la empresa Valhrona. Además de esta formación, Bachour está en contra de las mismas formas, los mismos sabores y los mismos moldes.
Desde joven ha estado de cerca en el área de panadería y pastelería, ya que su padre poseía negocios referentes al tema y era Antonio Bachour el único de los hijos que se animó a apoyar el negocio. Si usted es una persona que además del sabor, aprecia el color y el diseño, va a disfrutar enormemente esta experiencia enriqueciendo la vista. Hay tanta armonía que le dará dolor comer lo que le están ofreciendo y por supuesto, le tomará fotos a todos los postres que lleguen a su mesa.
En sus propuestas hay muchas frutas y también mucho chocolate. Para que se haga una idea, durante la semana se utilizan de 50 a 70 kilos de este producto y, además de los postres, hacen alrededor de 3.500 bombones semanales. Por otra parte, los dulces no solo llegan a las mesas de los comensales. Bachour, también tiene la responsabilidad y el detalle de bienvenida de enviar a los huéspedes de este hotel bombones y macarrones.
Como buen pastelero, no es muy dulcero. “De pequeño no comía casi dulce. De adolescente me empezó a gustar y hoy en día, realmente me gusta solamente el chocolate negro y con leche. También me encantan los pirulines”, revela con picardía.
Además de su devoción por esta chuchería tan criolla, es muy cercano a los venezolanos. La arepera "La Latina", en Miami, es un sitio que le agrada bastante. Para este cocinero que tiene completa libertad para llevar fantasías a la mesa, a su vez, le exige a su equipo de trabajo que sean tan atrevidos como él y que hagan experiencia en diferentes sitios para que no estanquen su creatividad ni su aprendizaje hasta que lleguen al trabajo definitivo.
Sabores como el coco y la parchita son sellos fijos en sus propuestas pero están tratados de maneras tan delicadas y versátiles, que el comensal jamás se aburrirá de probar nuevos platos así no le gusten esas frutas.
En el mundo de los restaurantes, es común que los cocineros estén encerrados en sus cocinas y cuando salen es para saludar a los comensales. Antonio es diferente. Para mantener su proceso creativo a flor de piel, contribuye el hecho de que pueda viajar tanto alrededor del mundo dando clases magistrales, asesorando.
Durante su proceso creativo, admite que no sabe cómo va a platear el postre hasta que llega el momento de montarlo. “Tengo claras las frutas que quiero usar y los sabores que me van a generar” dice, pero aunque le gusta dibujar, afirma que es muy malo para eso y solo se limita a usar con talento los colorantes de cacao para sus bombones. “A mí me gusta hacer de Harry Potter y montar mis platos en el mismo momento”, comparte.
* Nota El Estímulo / Fotografías Antonio Bachour