Practicar la meditación puede ayudarle a lograr un equilibrio entre naturaleza, mente y espíritu.
Una de las razones más comunes por la que las personas acuden a la meditación, milenaria práctica oriental que se practica en occidente, es calmar la agitación mental que suele ocasionarse con las ajustadas agendas que llevan.
Pero meditar puede ayudar a mucho más y convertirse en un auténtico estilo de vida, en sintonía con la naturaleza, mente y espíritu. Es más, según diversos estudios, la meditación puede, incluso, aumentar el coeficiente intelectual, mejorar la memoria y hasta cambiar partes del cerebro.
Para llevar a cabo la meditación, es necesario tener en cuenta algunas recomendaciones básicas. La primera de ellas es lograr el ambiente adecuado, es decir, contar con un lugar confortable donde sentarse, un cuarto libre de distracciones y la presencia de una vela y un incienso.
Luego, será importarte elegir una posición cómoda y sentarse en una silla o sobre un almohadón, cerrar los ojos o encontrar algo tranquilo para mirar. Poner atención en la respiración y dejar que todo se centre en cómo fluye el aire por el cuerpo, permitirá que la mente se ponga en blanco gradualmente y logre un nivel de conciencia absoluto.
La postura clásica de la meditación es la “flor del loto”. Para conseguirla hay que sentarse sobre uno o más almohadones duros de forma que las rodillas se apoyen firmemente en el suelo. La columna vertebral deberá estar recta, la pelvis hacia adelante, la cabeza alta con la nariz levemente hacia abajo. Todo esto es muy importante ya que facilita la circulación del chi o energía vital a través de la espalda.
Es común que al principio se crucen pensamientos que puedan distraer su mente. Cuando suceda no se bloquee ni los elimine, simplemente déjelos ir.
Una vez que se aprenda estas técnicas, podrá caer en estado de meditación en pocos segundos. Esto podrá ayudarlo a dormir mejor y a desarrollar habilidades psíquicas o intuitivas.
Por último, tenga en cuenta que la meditación funciona mejor si se realiza por solo el hecho de meditar y no por los resultados que pueda obtener.