Tres hispanoparlantes han puesto a prueba el método del campeón de memoria rápida Ramón Campayo, para adquirir un idioma en una semana. Los primero es aprenderse un vocabulario básico con las palabras más utilizadas y, luego, unas reglas básicas de gramática.
Susana, Javier y Manuel han probado, con resultados desiguales, el método para aprender alemán en siete días del Guinness de los Récords de memorización Ramón Campayo. Los tres tienen edades similares pero nivel formativo distinto. Y los tres son hispanoparlantes. El sistema consiste, como el propio Campayo nos explicó, en aprenderse primero, con sus técnicas de memorización, un vocabulario básico con las palabras más utilizadas y, luego, unas reglas básicas de gramática.
Su técnica de memorización consiste en asociar visualmente la palabra en alemán (su sonido o su grafía) a otra en español. Cuanta más inverosímil es la asociación, mejor se guarda en la memoria (recordamos mejor, dice, lo que le resulta menos habitual a nuestro cerebro). El ejemplo que usaba era el del verbo 'trennen' ('separar') y la asociación que proponía era imaginarse a Hércules "separando" con esfuerzo dos "trenes". Si se representa visualmente con la suficiente intensidad, según Campayo, la relación inverosímil se fija en nuestra memoria.
Todo método requiere esfuerzo
A Manuel le suponía tanto esfuerzo hacer las asociaciones mentales, que abandonó el libro a la mitad. Es cierto que admite que no ha leído muchos en su vida, pero eso indica que el método de Campayo supone un ejercicio intenso. Aunque, en principio, requiera menos tiempo que otros sistemas para iniciarse en un idioma, sin duda requiere esfuerzo.
Javier, que ya se había iniciado en el idioma pero se quejaba de que le costaba retener el vocabulario alemán, encontró que las técnicas de memorización que explica el método le servían para aprenderse "determinadas palabras que me resultan especialmente complicadas". Ponía el ejemplo de un par de verbos, como 'neigen' ('ser propenso a'). La imagen que se le ocurrió, ya que la palabra no estaba en el vocabulario del libro (que propone sus propias asociaciones inverosímiles), era una persona "negando" con la cabeza que se iba escorando hacia un lado, como una balanza en una decisión.
Más tiempo del previsto
Susana, la que mejor resultado ha obtenido, necesitó más de tres semanas, eso sí, para completar el método. "Es que los siete días empiezan a contar, en teoría, una vez que ya te has leído el libro y te has grabado leyendo las listas de vocabulario", se quejaba. Es algo que Campayo advierte desde el principio. Pero claro, sólo hacer eso ya le llevó a Susana casi una semana.
Además, al notar que se retrasaba, pensaba cómo hacer algunas trampillas: "Aunque es una lección por día, pero en realidad cada una lleva una hora completarla…, puedo hacer dos al día". Por supuesto, le pedíamos que no lo hiciera y que lo siguiera a rajatabla: tiene que ser una lección al día. "Ah, para que se grabe en el cerebro". "Claro, se trata de que puedas evaluar si funciona o no... si hago trampa, ya no vale".
"Dentro de lo que cabe, noto que sé decir cositas... que he aprendido", nos decía al final Susana. De hecho, viajó a Alemania una semana y, sorprendentemente, era capaz de mantener pequeñas conversaciones en alemán. En las que, eso sí, indefectiblemente terminaba diciendo a su interlocutor que no lo entendía porque "hablo muy poco alemán".
Lo que se aprende rápido, se olvida rápido... si no se practica
En definitiva, el método ha demostrado ser un sistema eficiente para iniciarse rápidamente en el alemán, aunque no cumple lo que promete en el título. Además, la última vez que llamamos a Susana y a Javier para comprobar sus progresos, ella apenas recordaba algunas palabras y era capaz de hacer algunas frases. Javier recordaba lo que significa 'neigen', pero no los otros ejemplos que nos puso. El propio Ramón Campayo admite que él aprende y olvida idiomas conforme los va necesitando por su trabajo y para sus conferencias. Pero para que un idioma se fije en nuestra memoria realmente, hay que utilizarlo.
La repetición y el hecho de repasar son imprescindibles (incluyo el método de Campayo recurre a ello). Los estudios neurolingüísticos constatan que, para que un dato (sea un nombre, un número o una palabra en un idioma extranjero) se fije en el cerebro, lo importante es traerlo a colación desde la memoria a corto plazo. Sólo así pasa a la memoria a largo plazo. Aunque seamos propensos a olvidar vocabulario.
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