Además, el Centro de Investigaciones en Medicina Reproductiva reveló que tres de cada cinco no congela porque ya supera los 40 años y no tiene intenciones de embarazarse.
Télam. Cinco de cada 10 mujeres no congela sus óvulos por miedo a que su pareja fracase o porque no logra el acuerdo en común a la hora de tomar la decisión, reveló un estudio reciente del Centro de Investigaciones en Medicina Reproductiva (Cimer), que encuestó a 200 potenciales candidatas al congelamiento o vitrificación.
El estudio señaló además que tres de cada cinco de las mujeres encuestadas no congela porque ya superó los 40 años y no tiene intenciones de buscar un embarazo y que un 13% de ellas no lo hace por alteraciones hormonales, mientras que un 5% no puede hacerlo por problemas económicos.
"El congelamiento de óvulos permite mantener en el tiempo las funciones biológicas de las células. En 2006 se logró el primer embarazo en humanos aplicando esa técnica en ovocitos, (óvulos en diferenciación) que actualmente es el procedimiento más eficaz para preservar el potencial reproductivo en la mujer y ya trajo al mundo más de 6.000 niños", señaló a Télam la especialista en medicina reproductiva y directora de Cimer, Stella Lancuba.
Las indicaciones más frecuentes para congelar pueden ser médicas o sociales: "Entre las médicas sobresalen las pacientes con riesgo de falla ovárica prematura o aquellas que padecen endometriosis, cirugía ovárica previa o problemas oncológicos", señaló Lancuba, quien mencionó entre las cuestiones sociales más frecuentes "los dilemas éticos y la maternidad diferida".
Si bien posponer la maternidad o paternidad es cada vez más habitual, ya sea por cuestiones laborales, profesionales o simplemente por decisión personal, la especialista recordó que la técnica de congelamiento es más efectiva antes de los 38 años y que luego de esa edad "los resultados son inciertos", porque la calidad de los óvulos desciende notablemente.
"Podemos considerar el principal problema de salud reproductiva de este siglo la llegada tardía de la mujer al nacimiento de su primer hijo. Desde el punto de vista biológico, el momento ideal para que una mujer conciba un hijo sigue siendo alrededor de los 25 años, que es su período más fértil", dijo en ese sentido el especialista en fertilidad Sergio Pasqualini.
El experto explicó que la edad es relevante no sólo porque a medida que pasan los años se produce una disminución natural y progresiva de la reserva ovárica y la calidad de los óvulos, sino también porque los resultados de los tratamientos muestran menor efectividad cuanto mayor es la mujer.
Sin embargo, "la mayor parte de las mujeres aún no ha tomado conciencia de eso y de los riesgos que una maternidad a edad avanzada acarrea, como el compromiso de la reserva ovárica, el mayor riesgo de cromosopatías fetales o el incremento del riesgo obstétrico y perinatal", refirió.
"Es preciso entonces educar en la anticipación de patologías para evitar complicaciones reales a futuro, concepto que va de la mano de dos nociones fundamentales en salud reproductiva, como la planificación familiar y la criopreservación de óvulos y espermatozoides", subrayó.
Con respecto al concepto de planificación familiar, Pasqualini comentó que si bien se asocia solamente a la adopción de estrategias anticonceptivas para evitar hijos no buscados, tiene un alcance más amplio: "Consiste en conocer y evaluar los factores involucrados en la concepción y relacionarlos con las posibilidades económicas, los deseos personales y los tiempos profesionales de quienes quieren tener hijos", detalló.
"El objetivo es concebir oportunamente un hijo sin mayores complicaciones. Es decir, se trata de hacer un plan adecuado para tener hijos o maximizar las posibilidades de tenerlos cuando se los desea", completó.
Por eso, "realizar una consulta ginecológica previa al embarazo permite identificar posibles factores de riesgo y adoptar conductas para minimizarlos", sugirió y agregó que "antes de comenzar la búsqueda de un hijo se recomienda realizar una serie de chequeos médicos que incluyen enfermedades de transmisión sexual, antecedentes de rubéola, toxoplasmosis y otras enfermedades que podrían afectar el desarrollo normal del bebé".