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Arquitectos colombianos construirán en Shenzhen
Martes, Julio 31, 2018 - 09:06

Construcción de parque tendrá un costo de US$179.000 millones. Y aunque no saben cuánto tiempo tardará en hacerse, saben que será “a ritmo chino”.

Tras vencer a una de las empresas de arquitectos más reconocidas a nivel mundial, la compañía bogotana Taller fue escogida para hacer un parque de 600 hectáreas en la ciudad de Shenzhen. El proyecto tiene una inversión de $179.000 millones.

Después de dos meses de trabajo, la propuesta de Pablo Forero y Julián Restrepo pasó el primer filtro en un concurso para construir el Parque Deportivo y Forestal de Guan Ming Town, en la ciudad china de Shenzhen.

Luego de exponer su proyecto ante el jurado, este par de arquitectos colombianos fueron escogidos por encima de pesos pesados en arquitectura de paisaje como SWA Group y T.C.L.

En la segunda etapa del proceso de selección, el cara a cara fue con James Corner Field Operations, la firma responsable de una de las joyas de la ciudad de Nueva York: el parque elevado High Line. “Si una empresa de ese nivel estaba participando en este concurso era porque se trataba de una convocatoria seria”, recuerda Forero. “Y ya en esas instancias, íbamos a matar”.

Julián Restrepo, la otra cabeza de Taller Arquitectos, presentó el proyecto por segunda vez el pasado 19 de julio ante el gobernador de Shenzhen, acompañado por Peter Veenstra y Jason Hilgefort, miembros de las oficinas holandesas LOLA y L+CC, con quienes se aliaron para este concurso. Su propuesta para el parque consistía en crear una serie de edificaciones que les permitieran a los ciudadanos interactuar con la reserva forestal.

Una de sus ideas más aplaudidas fue construir un sendero rojo que recorriera el lugar de oriente a occidente y se transformara a lo largo del camino, convirtiéndose en un puente sobre el agua o una elevación que toca las copas de los árboles. “Hubo una apuesta por crear momentos especiales, experiencias casi románticas entre la ciudad y el parque natural”, señala Forero.

Ese mismo día, tras dos horas de deliberación, el jurado escogió al proyecto colombo-holandés como ganador. En el fallo destacó “su enfoque refrescante y su sensibilidad frente a la ecología local” y que, a diferencia de las otras firmas, unificaban el mobiliario del parque con el paisaje.

Los jóvenes de 34 años habían derrotado a uno de los titanes de la arquitectura mundial. “Todavía lo estamos procesando”, dice Forero. “Esto es el resultado de ser constantes”.

Sin sueldo or tres años. Forero y Restrepo crearon su empresa en 2009, cuando estaban recién graduados de la Universidad de los Andes. “Los primeros tres años no tuvimos sueldo”, recuerda Forero. “Acá es difícil hacer empresa, sobre todo si uno es joven, porque en Colombia es sinónimo de no tener experiencia. Eso ha sido lo más difícil: romper con ese estigma”.

En sus inicios apoyaban a otras oficinas haciendo renders o imágenes digitales de apartamentos para salas de venta, pero fue gracias a su participación en concursos que empezaron a consolidar su nombre. “Lo chévere de los concursos es que no importa quién eres, no importa cuánta experiencia tengas, lo que importa es tu trabajo”, cuenta Forero.

Aunque durante un largo tiempo mantuvieron el nombre Taller 301, en referencia a un salón de su universidad, este año decidieron abreviarlo a Taller, en buena parte por el significado que adquiere en inglés, “más alto”, y que causa sensación en un gremio en el que imperan siglas como BIG (grande).

El interés por un nombre que funcione en ambos idiomas no es fortuito. Tras participar exitosamente en varios concursos a nivel nacional, los arquitectos decidieron apostarles a proyectos en el exterior, en donde el papeleo es mucho menor. Fue así como ganaron concursos en Londres y Kiev, premios en Dinamarca y menciones honoríficas en países como Turquía. Han dado charlas en universidades como el MIT y su experiencia en el exterior los llevó a establecer fuertes lazos con Holanda, un país que hoy lidera en diseño e industrias creativas.

El camino para llegar a donde están no siempre fue fácil. En los últimos años la empresa atravesó un período de crisis producto de errores y malas decisiones que por poco acaban con ella. El haber aceptado un proyecto de gran tamaño que no era acorde con la línea de la oficina resultó ser más perjudicial que beneficioso.

“Hemos empeñado hasta lo que no tenemos, pero nunca ha sido por la plata, sino por mantener el activo más preciado: la gente”, afirma Forero.

No obstante, esta experiencia les enseñó a ser fieles a su estilo. Como dice el arquitecto, aprendieron “a los totazos” que el buen diseño no es garantía de nada y que cualquier emprendedor debería tener unas bases mínimas en administración empresarial, consejo que siempre les da a los jóvenes de su gremio.

A pesar de las dificultades, hoy por hoy la empresa ha conseguido ganar tres concursos internacionales, emplea a 14 personas y está consolidando su segunda sede en la ciudad de Róterdam (Holanda). Su casa matriz permanecerá en Bogotá, desde donde seguirán desarrollando proyectos, pues, como afirma Forero, lo que los hace más fuertes en el exterior es ser una empresa con los pies en Colombia: “Es algo quijotesco hacer proyectos acá, pero este es nuestro país y nosotros queremos ser líderes de su transformación”, señala.

Además del proyecto en China, los jóvenes tienen entre manos iniciativas de gran envergadura en la capital: ganaron por concurso el diseño de la sede de la Alcaldía local de Santa Fe y los llamaron para cimentar la creación de un parque en el embalse de San Rafael y la habilitación del sendero de los cerros de Bogotá.

En los próximos tres meses empezarán a desarrollar la próxima etapa del proyecto en Shenzhen, cuya construcción tendrá un costo de $179.000 millones. Y aunque no saben cuánto tiempo tardará en hacerse, saben que será “a ritmo chino”.

Forero espera que las nuevas generaciones se atrevan a transformar el país desde la arquitectura y concluye: “Nosotros empezamos trabajando en la alcoba de uno de nuestros amigos y hoy ya vamos a consolidar una sede en Holanda. No es fácil, pero hay que lanzarse al agua”.

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El Espectador