Si nunca has jugado alguno de estos títulos, probablemente vienes recién llegando a este planeta. Revisa el listado que contrapone a diez videojuegos que han sabido dejar su huella en la cultura popular.
La semana pasada se celebró el día mundial de los videojuegos. Lo que comenzó como un hobby, hoy es una industria que mueve comunidades, subculturas, narrativas, entretenimiento y hasta negocios y educación. E
s por esto que, a continuación, enlistamos los videojuegos que han marcado un hito para celebrarlos como se merece.
1. Pong o Tennis for Two
Cuando de videojuegos pioneros se trata, uno de los que más salen a relucir es “Pong”. Este producto arcade, creado por Atari, se trataba básicamente de una mesa de ping-pong con gráficos bidimensionales. A pesar de su simpleza, puede alardear de ser el primero en ser comercialmente exitoso. Fue con “Pong” que el mundo se introdujo por primera vez en el mundo de los videojuegos.
Sin embargo, no puede alardear de haber marcado un hito pues no es más que la sombra de un antecesor que vio la luz veinte años antes. En 1958, el físico William Higinbotham acostumbraba celebrar visitas anuales a su laboratorio, durante las cuales miles de personas observaban sus máquinas y experimentos. Un día se le ocurrió que tener un juego en el laboratorio podría animar el lugar y transmitir el mensaje de que sus esfuerzos científicos tenían relevancia para la sociedad.
El grupo de instrumentación tenía una pequeña computadora analógica que podía mostrar varias curvas, incluida la trayectoria de una pelota que rebotaba en un osciloscopio. A Higinbotham le tomó solo un par de horas concebir la idea de un juego de tenis, y solo unos pocos días más para armar las piezas básicas. Así, con ayuda de un técnico, Higinbotham creó el primer videojuego de la historia: “Tennis for two”, cuyo modo de juego era prácticamente idéntico a “Pong”.
2. World of Warcraft o Multi-User Dungeon (MUD)
Sí, “World of Warcraft” es uno de los mejores videojuegos que se han desarrollado en los últimos tiempos. Los mundos virtuales sufren de un mal endémico consistente en que, al momento de su lanzamiento, generan una alta expectativa y curiosidad, haciendo que miles de personas creen cuentas, avatars y comiencen a vivir dentro de ese mundo. Después de un tiempo, ese entorno empieza a tornarse repetitivo y aburrido para los primeros residentes, cada vez hay menos personas viviendo dentro de él y muchos de estos mundos terminan muriendo sin nadie que los habite.
Este defecto no parece afectar a “World of Warcraft”. Este videojuego fue lanzado en 2004 y, a día de hoy, continúa albergando millones de residentes, quienes le dedican grandes cantidades de su tiempo. No hay otro mundo virtual que haya tenido la longevidad junto con la constante y febril popularidad de “World of Warcraft”. Para muchas personas, su mundo inmersivo se volvió francamente adictivo.
Asimismo, nuevas expansiones y nuevos contenidos se incluyen hasta el día de hoy. De hecho, la última expansión, Battle of Azeroth, se lanzó apenas el pasado 14 de agosto. Es tan viejo este mundo virtual que Blizzard se ha comprometido a traer un clásico servidor "vanilla" para aquellos que quieran revivir los días gloriosos del lanzamiento de “World of Warcraft”. Es realmente único en su especie.
Pero si hay algo a lo que Blizzard tiene que agradecerle es al juego “Multi-User Dungeon” (MUD), pues fue el primer mundo virtual de la historia. MUD combinaba elementos de los juegos de rol, hack and slash, player vs. player, ficción interactiva y un chat online para consolidar un juego basado en texto. Lo jugadores leían o veían descripciones de habitaciones, objetos y otros personajes como forma de interacción con el juego.
Su forma de juego ocasionó el surgimiento de un lenguaje intra-virtual. También fusionó los temas fantásticos típicos de un RPG —como la clase, raza y magia—, con entornos propios de la ciencia ficción. Libros, películas, períodos de historia y animaciones fueron inspiración para la creación de sus habitaciones, objetos y tramas. Incluso, este mundo virtual llamó la atención de sociólogos, comunicadores, abogados y economistas que veían en las interacciones del MUD una réplica de sus disciplinas en un entorno virtual. Es MUD, y no “World of Warcraft”, el videojuego que marcó la historia de los mundos virtuales.
3. Super Mario Bros o Tetris
Super Mario Bros es el videojuego más famoso de Nintendo. Sucesor del videojuego arcade, este juego nos ha acompañado desde 1985 con sus “Wahoo!”, “It’s-a me, Mario!” y, por supuesto, “Mamma mia!”. Luego de Super Mario Bros, ha llegado “Super Mario 64”, “Super Mario Advance”, “Hotel Mario”, “Mario vs Donkey Kong”, “Mario Kart”, shows de televisión, mangas y un montón de videojuegos más. Nintendo respira Mario Bros pues este videojuego es, casi literamente, el oxígeno de la empresa.
Pero Nintendo tiene otro videojuego tan importante como Super Mario Bros, solo que mucho menos pretencioso. No necesita gritarle al mundo “Mamma Mia!” para hacer cuenta de su existencia, no necesita de pizzas para sobrevivir ni de princesas en apuros para atraer la atención. Este videojuego no exclama, no avisa su llegada, no goza de trailers o presentaciones y, aun así, su éxito es siempre rotundo.
Si bien “Tetris” fue creado en Rusia, fue Nintendo quien se encargó de hacerlo popular en occidente al incluirlo como juego para Game Boy. Sin necesidad de tambores y platillos, “Tetris” ha estado disponible para casi todas las consolas y sistemas operativos desde hace dos décadas para acá; incluso se ha podido jugar en calculadoras gráficas y sistemas de música inalámbricos. A diferencia de lo que se suele decir de otros videojuegos, de “Tetris” se cree que eleva la actividad cerebral y mejora el pensamiento crítico, el razonamiento, el lenguaje y el procesamiento de información. En la casa, en el bus, en la sala de espera e inclusive en el salón de clases, “Tetris” ha sido parte de cada una de las personas que habita este planeta. Es la verdadera joya de Nintendo.
4. Legend of Zelda: Ocarina of Time o Dragon Quest
A menudo considerado uno de los mejores, si no el mejor, de todos los tiempos, “The Legend of Zelda: Ocarina of Time” ha disfrutado de un legado diferente a cualquier otro. Fue el primero que utilizó las gráficas 3D y las explotó en toda su magnitud. Asimismo, es uno de los primeros videojuegos que llevan al jugador a experimentar el “Camino del Héroe” propio de las obras literarias del género épico. Mediante tres mazmorras, Nintendo saca a relucir una narración dinámica que transmite magistralmente las realidades, los temores y las esperanzas de crecer. Como parte de la historia, las hazañas de Link afirman a su personaje como alguien dispuesto a ayudar a los demás, no para su propio beneficio, sino porque cree que es lo correcto. Esta cualidad es la que lo ayuda a dejar de lado su infancia con el fin de cumplir su destino. Es un niño cuando cae en un sueño de siete años y aún lo es cuando despierta, pero no tiene tiempo para pensar en ideas infantiles. La historia de Link en esta entrega de Zelda es una de las más trágicas y épicas, no es raro que sea la entrega que más guste.
Sin embargo, es otra saga la que lleva los elementos propios de un juego de rol a nuevas alturas, haciendo del Camino del Héroe la fuerza motora de toda la trama. A este respecto, “Ocarina of Time” es aún considerado un RPG, pero tan solo de manera tangencial. “Dragon Quest”, por el contrario, transpira un alma heroica por todos sus poros. Publicado como “Dragon Warrior” en Norteamérica, la primera entrega de “Dragon Quest” es la historia del descendiente de Edrick, quien ha sido convocado por el rey de Alefgard para rescatar a su hija y vencer al Dragonlord, quien está amenazando el reino.
Esta es, básicamente, toda la trama de “Dragon Quest”, pero la hazaña se encuentra en que fue el primer videojuego en intentar iniciar un Camino del Héroe mediante la aplcación de roles. Para 1986, esto era increíblemente innovador y, por eso, “Ocarina of Time” se apoya en “Dragon Quest” para poder ser uno de los más grandes videojuegos de la historia. Es el que marca un hito en los RPG, y “Ocarina of Time” se usufructuó de este éxito.
5. Final Fantasy VII o Final Fantasy VIII
A decir verdad, debería simplemente enunciar todos y cada uno de los Final Fantasy en esta lista, desde el I hasta el XV. Los personajes, las narrativas, las gráficas, las emociones, las inspiraciones mitológicas…En términos sencillos, Square Enix le ha regalado a la industria de los videojuegos una joya que ya lleva 31 años en el mercado. Pero si hay que escoger uno de la saga, ese puede ser el VIII. “¿¡Qué?! ¡Pero si el VII es el bueno, es el famoso, es el icónico!”.
Puede que sí, como puede que no. Con Final Fantasy VII, la empresa deseaba crear una sensación más natural de la muerte y pérdida en una experiencia de juego. En un momento repentino y discordante, Aeris, la amada del protagonista, es asesinada. Intentaron crear el sentimiento de pérdida, pero, la verdad, se siente irreal. El jugador está de pie allí mismo, con una espada monstruosa, y ni siquiera tiene la oportunidad de moverse un poco mientras desciende Sephiroth, el villano. El control del jugador es desactivado. La muerte de Aeris no tiene una conexión artística real con la narrativa más amplia, a excepción de ser parte del concepto de un mundo moribundo. Puede ser considerado un giro pobre. Sí, es sorprendente que uno de los “héroes” muera, pero la ejecución no estuvo a la altura. De hecho, en una distopía como la recreada en “Final Fantasy VII”, el recuento de cadáveres debió haber sido mayor.
Por el contrario, cuando de historias de amor se trata, “Final Fantasy VIII” es todo un poema. Antes de entrar en este tema, es importante mencionar que esta entrega no es una mera secuela de sus antecesores sino, más bien, una evisceración. Como bien lo menciona el editor Jason Schreier, antes se compraban armas, ahora, las mejores se construían con los ítems encontrados. Antes, los personajes mejoraban con tan solo subir de nivel, ahora, las estadísticas aumentan al equipar los personajes con hechizos. Antes se aprendían hechizos mediante libros o cristales mágicos, ahora se robaban o se absorben. Antes, las gráficas 3D apenas daban para que los personajes tuvieran bloques como cuerpos, como si fueran piezas de lego, ahora tenían cuerpos reales.
Estas raras nuevas ideas fueron entregadas en el universo más moderno que hemos visto de “Final Fantasy”. No es un mundo fantástico típicamente medieval como los que se ven en las primeras entregas, no es un contexto steampunk, como el presentado en “Final Fantasy VI”, ni una distopía como la sufrida por los personajes de “Final Fantasy VII”. En el espectro entre Tolkien y Asimov, por primera vez, el mundo de “Final Fantasy VIII” se acerca mucho más a este úlimo.
En conclusión, “Final Fantasy VIII” fue un rebelde que sacudió las bases sobre las que se asentaban los demás videojuegos de RPG. Fue un videojuego recargado de nuevo estilo, sutileza y un desarrollo de personajes intricado. Para quienes digan “¡Pero si Squall, el protagonista, es insufrible!”, no, no lo es en absoluto. De hecho, es el personaje más fascinante del videojuego. Es quien carga sobre sus hombros los sentimientos del juego porque, más que nada, “Final Fantasy VIII” es una historia de madurez. Squall comienza su camino como un solitario, un inseguro y un antipático, y lo termina como un hombre maduro, sensible y romántico que, por fin, ha aprendido a confiar. Los pensamientos de Squall no son más que la cabeza de un adolescente de 17 años que, poco a poco, se va formando una idea del mundo y las personas que lo rodean, con todos sus claroscuros.
Y, lo más importante, la historia de amor entre Squall y Rinoa es mejor que la de Cloud y Aeris. Por lo general, los videojuegos no desarrollan un romance de manera totalmente satisfactoria, como ejemplo está “Final Fantasy VII”, que intentó crear un sentimiento de pérdida y no lo logró. No obstante, el amor de Squall y Rinoa se siente profundamente real gracias a que el argumento gira en torno a esta relación. Rinoa, con su burbujeante y despreocupada personalidad, es quien, poco a poco, saca a Squall de la melancolía que lo caracteriza. Mediante sus interacciones con Rinoa, Squall progresivamente va mostrando empatía hasta que llega un punto en que es él quien la consuela y no al revés. La relación entre los dos es amor hecho evolución.
Así, es “Final Fantasy VIII”, y no el VII, la entrega que marca un antes y un después en la saga que, tal vez, sea la más grande de la historia de los videojuegos.