El accidente del coche autónomo de Uber ha disparado todas las alarmas en una industria que avanzaba sin obstáculos grandes.
Por Antonio Sabán para ThinkBig. Las mayores dudas que se plantean sobre el coche autónomo siempre tienen que ver con sus principios: ¿qué haría un coche autónomo si encuentra obstáculos, estrellarse y salvar a sus pasajeros o protegerlos a toda costa, incluso quitando vidas de otros ciudadanos peatones o pasajeros en otros vehículos? A día de hoy, preguntas como esa siguen sin respuesta, porque no hemos llegado a un punto de evolución en que los vehículos tengan dentro de sí una ética y unos principios o incluso una inteligencia que haga posible plantearlo siquiera.
Responderlas parece algo a largo plazo, pero en el corto están pasando cosas que hacen que el público cuestione al coche autónomo. El último suceso, y el más importante hasta ahora, ha sido el primer accidente mortal de un viandante a causa de una colisión de un coche autónomo de Uber. La primera reacción de la compañía ha sido la cancelación de las pruebas que estaba llevando con vehículos autónomos en ciudades como San Francisco y las futuras.
Y en este escenario, Uber se une a Tesla y a otras muchas compañías que pueden salir damnificadas por la era “autónoma”, tras el accidente mortal que un conductor tuvo con el Autopilot activado. El gobierno federal estadounidense ya dijo que la culpa fue del conductor, tras desobedecer las advertencias del sistema. Este caso era incluso más complicado, pues Autopilot sólo es asistencia y la responsabilidad nunca puede recaer sobre ella, ya que es obligatorio llevar las manos sobre el volante.
Según el vídeo del accidente ofrecido por la policía, la escena era muy oscura, pero otros conductores han grabado tomas en esa autovía, y lo cierto es que había luz de sobra para que el coche reaccionara. Además, su actividad iba siendo verificada por un encargado, ya que no puede ser de otra manera. Los sensores LIDAR, por otra parte, son capaces de detectar obstáculos mediante ondas, no requieren de visión para no chocar. La temeridad de la escena corresponde a la mujer, que cruza la vía con una bici sin mirar a los lados y sin percibir la luz que se acercaba.
A falta de que se ofrezcan más detalles por todas las partes, hablamos sin duda de un varapalo grande al coche autónomo. Es muy posible que bajo conducción humana la situación hubiera acabado de forma similar, pero esos argumentos no van a servir a los reguladores, que cada vez iban siendo más laxos en este sentido. Un mundo libre de accidentes, mientras haya movimiento, no existirá. Por otra parte, si de verdad queremos avanzar hacia el coche autónomo, no queda otra que recorrer miles y miles de kilómetros con estos sistemas activados. Es la única manera posible de que, verdaderamente, puedan aprender a circular y a traer un futuro sin accidentes.