¿Puede la arqueología apoyarse en la tecnología para mejorar sus investigaciones? Un estudio consigue reconstruir el rostro de una mujer que vivió hace 7.000 años.
Por Angela Bernardo para ThinkBig. La búsqueda de Miguel de Cervantes en el convento de las Trinitarias de Madrid hubiera sido imposible sin el uso de tecnología. El estudio histórico, arqueológico y antropológico sobre los restos encontrados en pleno barrio de las Letras se complementó con la aplicación de herramientas como el escáner en 3D o el uso de cámaras endoscópicas.
Gracias a estas innovadoras técnicas, pudimos conocer un poco más cómo era el suelo de la cripta donde reposan los restos del escritor de El Quijote, y analizar los diferentes nichos del convento. Pero el caso de Cervantes no es el único donde la investigación en historia o arqueología se beneficia de los avances tecnológicos.
El tesoro escondido junto con las piezas de cerámica
El científico Mohammad Reza Rokni, del Archaeology Research Center, ha llevado a cabo la reconstrucción digital del rostro de una mujer que vivió hace más de 7.000 años en la zona que conocemos hoy como Teherán. Un estudiante de su grupo de investigación descubrió unos restos de cerámica en un emplazamiento denominado Mowlavi St.
Lo que podría haber sido un simple hallazgo fortuito pronto se convirtió en un auténtico desafío científico. Y es que junto a las piezas de barro enterradas, los arqueólogos comprobaron que había restos óseos de una mujer. ¿Cómo sería?
¿Qué apariencia tendría?
La arqueología nos permite redescubrir el pasado desenterrando los tesoros que se esconden bajo nuestros pies. Pero en algunos casos estos restos, como ocurría con los huesos de la mujer, no estaban completos. Resultaba difícil hacerse una idea de la forma de su cara, de cómo serían sus gestos o muecas faciales. Sin embargo, la tecnología ha permitido reconstruir el rostro de esta joven.
Agrupando todos los huesos encontrados, el equipo de Reza Rokni decidió emplear la computación para “completar” las once partes que le faltaban. En particular, la cara de la mujer estaba “incompleta” en algunos puntos de su rostro, como los ojos, la nariz, las orejas o la barbilla. Pero la tecnología podía “rellenar” esas partes, logrando que la figura fuera simétrica.
Según recoge la agencia Mehr News, la reconstrucción sería 95% fidedigna con el rostro que la mujer tenía hace 7.000 años. Los resultados vuelven a demostrar que la investigación en arqueología puede apoyarse en la tecnología para avanzar. Igual que lo hizo descubriendo una ciudad oculta en Honduras hace sólo unos meses. Y es que la ciencia y la tecnología no sólo nos ayudan a mejorar nuestro futuro, sino también a conocer mejor nuestro pasado.
* Imágenes: ChameleonsEye (Shutterstock), Archaeology Research Center