Colaboración, participación, reconocimiento y premios: las Redes Sociales Empresariales comienzan a escuchar la inteligencia colectiva.
“Cuando un empleado hace un trabajo sobresaliente y otro colega se lo quiere premiar, la plataforma genera un bono adicional que se da en casos de colaboración entre distintas áreas”, dice Andrian Calabuig, Director de Ventas para Sudamérica de SuccessFactors, una empresa SAP. “Ocurre que muchas buenas acciones de los empleados quedan en ocasiones ocultas para los jefes; de esta manera se puede dar visibilidad y reconocimiento al buen desempeño”.
La dinámica de colaboración y reconocimiento relatada por Calabuig se está transformando en la nueva norma ISO en aquellas compañías genuinamente innovadoras. Muchas se están dando cuenta de que las redes sociales son mucho más que su uso recreativo y que pueden configurarse como plataformas de productividad y colaboración que impacten positivamente en la empresa. Se trata de las Redes Sociales Empresariales (Enterprise Social Software-ESS), softwares de tipo social similares al ocioso Facebook, pero con un objetivo totalmente diferente: elevar el rendimiento de la compañía a través de la colaboración y traspaso de conocimiento entre empleados y departamentos.
“Una red social empresarial unifica todas las interacciones sociales que se están produciendo en la organización en una sola plataforma, rompiendo silos para unificar personas, datos, sistemas y así optimizar el recurso más valioso de una organización: la gente”, dice Pedro Vignola, Gerente Comercial del Cono Sur de VMware.
Compartir conocimiento
Compañías globales de la talla de Microsoft, IBM, Oracle, SAP, ATOS o VMware se dieron cuenta que era contraproducente continuar con las antiguas prácticas laborales marcadas por la verticalidad, los nodos de trabajo aislados y la competitividad individual, dinámicas que no tienen relación con los nuevos empleados más familiarizados con la tecnología, las redes sociales y la cultura digital.
En el caso de Microsoft, dos señales recientes dan cuenta de la importancia de las ESS. Una fue hacia el mercado: en junio pasado Microsoft anunció la compra de Yammer, una de las principales plataformas de ESS, en US$1.200M. Pero la otra, quizá más contundente, fue hacia dentro de la propia compañía. Hace pocas semanas se supo que el director de la división Windows de Microsoft, Steven Sinofsky, fue marginado del importante cargo. Se especuló que Sinofsky tenía un estilo más cerrado y poco proclive a delegar. Ballmer, CEO de Microsoft, quería cambiar eso, dejando en claro a los ejecutivos que tienen que trabajar mejor juntos. Es más, el año próximo los principales gerentes obtendrán bonificaciones basadas en el rendimiento general de la compañía, no sólo por el de sus propias unidades, esperando una colaboración más intensa en toda la organización.
Según el estudio Managing Tomorrow’s People, de PWC, 90% de los nuevos graduados sólo aceptarán empleos en compañías donde los valores y responsabilidad social estén alineados con sus propias convicciones. Ya no se buscaría atraer a los mejores talentos de las nuevas generaciones, sino de lograr influir en las políticas corporativas. Más aún, casi 90% de los empleados trabaja pensando en cambiarse de empleo y más de la mitad de los jefes ignoran que esto sucede. Esta preocupante situación ha llevado a los departamentos de RR.HH. y a los CIO a replantear el modo en que los empleados se relacionan entre sí, y a plantearse la conveniencia de aprovechar una dinámica que ya todos utilizan: las redes sociales.
“Lo que buscamos es aumentar el grado de colaboración de los equipos. En la Gerencia de Informática trabajan más de 150 personas ubicadas en tres edificios”, dice Andrés Araya Falcone, Gerente de Informática de la Bolsa de Santiago de Chile. “Disponer de herramientas de colaboración aumenta el grado de coordinación entre los equipos, disminuye la posibilidad de trabajo duplicado y saca a la luz mejores prácticas para el desarrollo de los proyectos”.
Para Araya esta colaboración es clave para rescatar aquella “inteligencia colectiva” que toda compañía posee, y que mediante herramientas de colaboración, “se empieza a compartir el conocimiento que las personas han adquirido en la organización”, dice Araya, quien hace una gran salvedad: “Para promover estas
iniciativas se debe ser abierto, estar dispuesto a aceptar críticas que mejoran el trabajo individual y en equipo, creer en las personas y dar espacios para equivocarse”.
¿e-mail RIP?
El año pasado la compañía francesa ATOS anunció algo que parecía descabellado e inexplicable: eliminar totalmente el uso de correo electrónico dentro de la
compañía en 2013, remplazándolo por un ESS. Thierry Breton, CEO de ATOS, explicó así los fundamentos del arriesgado plan. “La cantidad de e-mails que
enviamos y recibimos no es sostenible para el negocio. Los empleados gastan entre 5 a 20 horas semanales leyendo y escribiendo correos”. En contrapartida, el
ejecutivo señala que “ellos ya usan más las redes sociales para realizar búsquedas, utilizando 25% de su tiempo buscando información”.
Según Carlos Abril, Director Comercial de la división transporte, sector público y salud para Latinoamérica de ATOS, este nuevo sistema responde al paradigma de la llegada de nuevas generaciones de empleados a las empresas. Un claro ejemplo de ello es la tendencia, cada vez más fuerte, denominada ‘trae tu propio dispositivo’ (BYOD, por sus siglas en inglés).
Quizás la apuesta de ATOS sea algo exagerada. Sin embargo, su visión es más que innovadora y está tomando cada vez más adeptos. La consultora Gartner señala que en 2014, 20% de los empleados de compañías de negocios utilizarán alguna solución de ESS, desplazando paulatinamente al correo electrónico. IDC, por su parte, afirma que los ESS significarán un mercado de US$ 4.500M para 2016, frente a los US$ 800M de 2011, lo que representa 42,4% de crecimiento anual.
La tendencia y las herramientas tecnológicas están disponibles, sólo falta la gran pregunta: ¿Cuándo mi empresa cambiará el paradigma? Muchos esperamos con ansias la actualización. Las señales parecen indicar que las compañías que no comprendan las nuevas dinámicas y realidades de sus empleados y de su entorno (y no se lancen a innovar), estarán condenadas a la mediocridad, mientras sus empleados seguirán perdiendo el tiempo (y las neuronas) en Facebook.