México, Ecuador y Perú son los países más afectados de la región.
Diferentes analistas ubicaron entre 93 y 114 millones de dólares las pérdidas que genera anualmente el cibercrimen en las empresas y organizaciones de Latinoamérica, por la infección de códigos maliciosos que permiten robar datos o información relevante. Según la firma ESET, la infección por códigos maliciosos en la región, alcanzó al 46,69% de las empresas y marca un incremento año tras año.
México, Ecuador y Perú encabezan el ranking de los países con más cantidad de ataques de malware o códigos maliciosos. Colombia, Chile y Guatemala conforman el segundo grupo de países más afectados mientras que la Argentina se ubica en séptimo lugar. "A pesar de que el malware es el incidente más común, los profesionales de Latinoamérica se manifestaron más preocupados por la fuga de información (60,88%) que por el ataque de códigos maliciosos (55,52%)" apuntó el gerente de educación y servicios de ESET Latinoamérica, Sebastián Bortnik.
Otra firma del sector, EMC, explica que los cidecriminales planean sus actividades en los "submundos" de la web que no son reconocidos por los buscadores tradicionales.
Los delincuentes utilizan distintas herramientas para engañar el sistema y mantenerse en el anonimato, como enrutadores “onion”; plataformas para comunicaciones anónimas y seguras para compartir archivos, así como software especializado para comprar números de tarjetas de crédito, discutir métodos de fraude de transacciones de comercio electrónico y realizar fraudes bancarios, entre otros.
Según EMC este tipo de delincuentes participan en foros y chats "con el fin de encontrar compañeros anónimos con quienes planear sus crímenes y dar el golpe perfecto".
“El cibercrimen aumentó mucho en el año pasado con la desaceleración de la economía mundial y por eso necesitamos prestar más atención a los crímenes digitales y elaborar ciber-policías más sofisticadas, con leyes pertinentes para luchar en contra de este tipo de crimen”, aseguró Lilian Kessem, experta de EMC.
Los especialistas identificaron cuatro grandes tipos de criminales que usan la red cibernética para su actividad ilegal.
El primer grupo son los programadores, quienes se dedican a poner a prueba a los servidores y robar datos, y luego ofrecen desarrollos de herramientas para controlar sistemas infectados de manera remota, phising y troyanos bancarios, entre otras opciones.
Otro grupo lo integran los vendedores de infraestructura, quienes cuentan con una red de equipos infectados y la ofrecen como "hospedaje" para la realización de diferentes tipos de delitos.
Este grupo ofrece al submundo delictivo computadoras infectadas, acceso a otros equipos, paquetes de infecciones, servicios de spam con enlaces de phishing o infecciones de troyanos, y servicios para ocultarse en la red.
Un tercer grupo son los vendedores de datos, que ofrecen al mercado sitios de comercio electrónico ya hackeados, direcciones de residencias de personas que les sirven para recibir mercancías robadas, tarjetas de crédito con datos personales, herramientas para averiguar si la tarjeta todavía está vigente, entre otros.
Finalmente los defraudadores forman el cuarto grupo y se dedican a organizar pequeñas bandas con personas que nunca se vieron físicamente, pero que tienen habilidades útiles para la organización.