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¿El final del sueño chino?
Martes, Mayo 15, 2012 - 12:29

Por Marc Laperrouza, Consultor Senior en el Grupo Evian del IMD.

Burbujas inmobiliarias, sobrecapacidad de manufactura, inflación y aumento de los costos laborales ¿después de 30 años de crecimiento sostenido, el sueño de la economía china se está convirtiendo en una pesadilla? Los críticos de China han tenido tiempo y una vez más declaran que su modelo de desarrollo económico está estructurado sobre cimientos endebles y el colapso de lo que se ha convertido en la segunda economía más grande, es cuestión de tiempo. Desde su perspectiva, las ventajas económicas y demográficas de esta nación poco a poco van creando huecos en su armadura.

Por ejemplo, el sector manufacturero chino, hasta hace poco, se basaba en una abundante fuerza laboral barata y sumisa. El problema es que la reducción del tamaño de la fuerza laboral probablemente resultará en aumentos de sueldos sin un incremento conmensurable de la producción. Las empresas, incluyendo las multinacionales extranjeras, tienen ahora mayores problemas para satisfacer las demandas de sus trabajadores chinos. Cada vez son menos los que están dispuestos a aceptar trabajos de sol a sombra, alejados de sus comunidades si no les ofrecen cobertura de seguro social o personal. Y lo más importante, los obreros están ahora más que dispuestos a organizar movimientos de protesta. En diciembre, los empleados de la planta de LG en Nanjing se pusieron en huelga después de que su bono anual se redujera tres veces.

Para seguir siendo competitivos, la fuerza motriz manufacturera del mundo no tendrá otra opción que avanzar en la cadena de valor produciendo bienes más sofisticados (lo que requerirá una fuerza laboral mejor capacitada) o seguir haciendo las operaciones fuera del país a regiones con costos laborales más bajos.

Otro cambio importante en China es que la pirámide de la población está girando en forma inversa. Los chinos están envejeciendo más rápidamente de lo que su riqueza va aumentando. El gobierno se enfrenta a obstáculos para establecer una seguridad social a nivel nacional, capaz de atender a su población de adultos mayores. Este desequilibrio demográfico latente se ha incrementado por la continuidad de la política de poder tener solamente un hijo. Este problema se ha vuelto tan agudo que en los círculos académicos se ha sugerido que se eleve la edad del retiro o incluso que se autorice a las parejas que tienen sólo un hijo, tener ahora dos.

Además de estas tendencias a largo plazo, el gobierno tiene dificultades más apremiantes que atender. La economía sigue siendo demasiado dependiente de las inversiones y exportaciones, y aunque las exportaciones van aumentando en un 20% año a año, la contribución de las exportaciones netas al crecimiento del PIB es prácticamente nula. La interminable crisis en la Eurozona y la recuperación más lenta de lo que se esperaba en los EUA, imponen una enorme sombra sobre los aproximadamente 80 millones de trabajadores dependientes de la industria de la exportación. En el sur de China están ocurriendo cierres de plantas, muy parecido a lo acontecido en 2009.

El gobierno intentó contrarrestar la crisis financiera anterior, estimulando la economía a través de un gasto público masivo (US$586 mil millones). El problema de invertir en recuperaciones es que –con el tiempo– los gastos se reducen al igual que la producción y para mantener el crecimiento a una tasa sustentable, las sumas invertidas deben incrementarse continuamente. Japón, que ha estado en recesión los últimos 20 años, nunca se ha liberado de este círculo vicioso.

Por lo general, el reequilibrio de la economía China requerirá una reducción de la dependencia de las exportaciones e inversiones así como la promoción de la demanda nacional. Para lograr esto, el gobierno posee diferentes herramientas, tales como el aumento de los sueldos y beneficios, permitiendo que la moneda china se aprecie más o que aumenten las tasas de interés. Las últimas se mantienen artificialmente bajas, subsidiando a las empresas a costa de las familias, cuyos ahorros no se remuneran a un precio justo. Desafortunadamente, ninguna de estas medidas agregaría algún tipo de presión a las empresas nacionales y aumentaría el riesgo de insolvencia.

Es precisamente para superar los efectos de las tasas de interés reales negativas que los ahorradores chinos han estado invirtiendo considerablemente en bienes raíces, que ahora representa el 12% del PIB. Este sector ha sido uno de los motores más importantes en el país pero ahora el mercado se está sobrecargando. Aunque existe una gran demanda de casas, el abasto se ha acumulado en la sección de inmuebles de lujo. Los precios de los apartamentos de lujo y venta de terrenos vienen en caída libre en algunas ciudades, invocando al espectro del colapso del mercado. Las autoridades locales –que dependen sustancialmente de las transacciones de propiedades para equilibrar su presupuesto– están preocupadas, lo mismo que los bancos, cuya exposición a los bienes raíces se ha duplicado en los últimos 10 años.

Para amortiguar los efectos de una posible disolución mobiliaria, el gobierno ha empezado a construir viviendas de interés social a una escala masiva. Más de 36 millones de apartamentos subsidiados están programados para el 2015. De la misma forma, el sector de la construcción se mantendrá a flote, aminorando las tensiones sociales con dicho programa. Faltaría ver si estas unidades de vivienda representan una solución a largo plazo. Aunque parece una solución política inteligente, el programa genera negocios con bajos márgenes y agobia los balances de los bancos que esperan un jugoso retorno de su inversión. Y peor aún, el financiamiento del programa ha recaído en manos de las autoridades locales, cuyos presupuestos ya se encuentran en números rojos. Además, sin una estrategia a nivel nacional coordinada y coherente, hay pocas oportunidades de que el programa tenga un impacto total.

Controlar los retos económicos a corto y largo plazo será aún más complicado ya que el país se prepara para hacer cambios radicales en su aparato gubernamental hacia la segunda mitad del 2012. No obstante, la mayoría de los analistas permanecen a la expectativa, pronosticando un leve deterioro en el crecimiento de este año del 9% al 8%. La limitada desaceleración disminuye en parte por las medidas correctivas tomadas por el gobierno, el cual podrá poner el freno de mano cuando sea necesario. De hecho, la economía china se mantiene sólida en diferentes rubros. El endeudamiento doméstico es bajo y aún más bajo que la tasa de ahorro anual. La deuda pública representa un insignificante 17% del PIB, comparado con el de los Estados Unidos (63%), Alemania (63%) y Japón (200%). Finalmente, China puede seguir confiando en sus reservas monetarias, estimadas en más de US$ 3 mil millones para preparar un suave aterrizaje de su economía.

No hay duda que los retos económicos que enfrenta China son tan grandes como su territorio y conllevarán cierto grado de inestabilidad. Sin embargo, lo más seguro es que el gobierno chino, insensible a las advertencias de los bears y bulls, seguirá fríamente promulgando las reformas necesarias para garantizar el crecimiento sustentable de su economía.

Autores

Marc Laperrouza