Por Loreto Barril, líder de Retiro de Mercer Chile.
El aterrizaje profesional de los jóvenes no siempre resulta ser exitoso. Bien es sabido que a la llamada “Generación Y” no le motivan los trabajos tradicionales o rutinarios. Valoran la flexibilidad y horizontalidad laboral, características que en las empresas chilenas no es frecuente encontrar. Por ello, muchos optan por trabajar de manera independiente, ya sea como emprendedor o como freelance.
Esto significa que ellos ingresan a la fuerza laboral, pero no necesariamente al mercado laboral. Considerando que al año 2020 van a representar aproximadamente el 46% de los trabajadores en el mundo, habrá entonces muchas más personas trabajando por cuenta propia.
Hace algo más de un mes, la prensa informaba que en apenas dos semanas el Congreso Nacional había aprobado una pensión por gracia para el cantante Peter Rock. El otrora exitoso artista, que está luchando hoy contra una esclerosis lateral amiotrófica (ELA), necesitaba ayuda para poder costear su grave enfermedad.
Su caso, así como el de muchos otros artistas, varios ya fallecidos, han sido dados a conocer por los medios nacionales, pues llegan a la tercera edad sin dinero para enfrentar la vejez con dignidad, lejos de la fama y el éxito que los acompañó a lo largo de sus vidas.
El escenario previsional en que se mueven los artistas es similar al que se enfrentan los jóvenes trabajadores: en ambos casos los ingresos no son considerados para cotizaciones previsionales, o viven períodos prolongados sin cotizar.
La cultura del ahorro no está incorporada en nuestras vidas y frecuentemente vemos que sólo nos preocupamos de nuestro retiro laboral en forma tardía. En días pasados, el SII informaba que 970.874 trabajadores independientes, voluntariamente habían renunciado a cotizar en una AFP, una cifra 8,1% más elevada que la del año tributario anterior. Las preguntas que inmediatamente deberían plantearse entonces serían: ¿Pretenden los jóvenes “Independientes” de hoy ser también independientes en su vejez? Sin temor a equivocarme, la respuesta sería sí.
Al momento de optar, ¿tienen información concreta de los efectos de cotizar o dejar de hacerlo, como para tomar esta decisión responsablemente? Nuevamente sin temor a equivocarme, en este caso la respuesta sería no, lo que es lamentable, porque el daño es irreversible.
Seguimos errando en el mensaje y en la forma de comunicar. Sin una campaña potente que destaque los beneficios futuros del ahorro por sobre el costo de ahorrar, es prácticamente imposible que nuestros jóvenes “Y” puedan tomar la decisión de no renunciar a la cotización y comenzar a ahorrar desde hoy para mantener su tan querida independencia en la vejez.