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Un nuevo "viejo" mercado
Lunes, Febrero 15, 2010 - 09:41

Por Juan Jacobo Velasco, economista y cientista político.

Hace un tiempo salió una noticia poco difundida pero, desde mi punto de vista, estratégicamente importante para los negocios en Ecuador. ¿Un nuevo descubrimiento? ¿Alguna empresa que vendrá a invertir a pesar de la revolución de "corazones ardientes"? ¿Una mejora en la clasificación de estándares de competitividad o producción? No, algo totalmente distinto a lo que estamos acostumbrados: en una reciente publicación de la International Living, revista especializada en adultos mayores, se eligió a nuestro país como uno de los mejores destinos en América Latina para pasar los años de retiro para ciudadanos de Estados Unidos y Canadá.

Las condiciones de clima, ambientales y el relativamente bajo costo de vida constituyen las razones para que nuestro país encabece el ranking de esta publicación al analizarse las alternativas que ofrecen los mayores beneficios para los jubilados alrededor del mundo. Ecuador supera en el ranking a México, Panamá, Uruguay, Costa Rica e Italia, países en los que tradicionalmente se han establecido industrias en torno a quienes han emigrado desde los países desarrollados por motivos de retiro.

La noticia no ha tenido la repercusión del caso por una serie de hechos y mitos que aminoran, en la práctica, la esencia de esta buena nueva. Para el imaginario de los ecuatorianos la vejez implica pobreza. Basta ver la situación de nuestros jubilados -con pensiones de miseria, con movilizaciones que parecieran manotazos de ahogados y con la precariedad de sobrevivir gracias a la buena voluntad del gobierno de turno- para saber que el destino de los asalariados -en ese sentido, comparativamente "mejor" que los trabajadores informales, terminada la vida laboral, es malo tirando a pésimo. Por otra parte, el país tiene la lectura propia de que es joven y está lleno de fuerza laboral. Es la percepción de lo que en términos técnicos se conoce como el bono de natalidad: los países con tasas de natalidad superiores al 2% tienen una base de demanda que se autosostiene y no necesita de otros grupos etarios (en este caso los ancianos) para crecer.

Finalmente, leer los elogios y las condiciones resaltadas por International Living suenan a recordatorios de las capacidades que el país tiene pero que son opacadas por los problemas que se viven a diario: inseguridad, inestabilidad económica y política, entre otros.

A pesar de esta mirada más sombría, el anuncio tiene un sustento práctico. Cuando se observan a los jubilados de otras partes se aprecia que sus pensiones son significativamente más altas que las de los ecuatorianos y constituyen un mercado importante, sobre todo para el desarrollo de servicios como salud, cuidado, alimentación y vivienda. Si bien es verdad que Ecuador es un país joven, en el transcurso de las próximas
tres décadas comenzará a registrar un cambio demográfico importante. Este, que es un fenómeno mundial –en Japón, por ejemplo, en 2020 el 25% de su población será mayor de 60 años- por efectos de la desaceleración de las tasas de natalidad y el aumento de la esperanza de vida, en el país se exacerba por causa de la migración: la mayor cantidad de migrantes son menores de 40 años, lo que provoca un aumento de la importancia relativa de los adultos mayores en la distribución demográfica de los residentes en el Ecuador.

Si bien es cierto que vivimos en un entorno de inestabilidad e inseguridades, este se puede aislar bajo ciertas condiciones, como se observa en los casos de los proyectos inmobiliarios que se generaron para los jubilados europeos y norteamericanos en Panamá, Costa Rica y Uruguay. Lo más importante es que se mantengan las excelentes condiciones que son el imán para la venida de los jubilados.

A todas luces hay que despertar estratégicamente a una realidad que será cada vez más evidente en el país -el envejecimiento poblacional- y la posibilidad de explotar nuestras condiciones naturales para volvernos un destino apetecible para un mercado con capacidades adquisitivas y de demanda de servicios muy interesantes. Así como a mediados del siglo pasado la explosión demográfica de los baby boomers pos Segunda Guerra significó el surgimiento de nichos e industrias que se expandieron para satisfacer la demanda inherente a los recién nacidos -algo que ocurrió con fuerza durante todo el siglo XX en América Latina y Ecuador- es el turno de esas mismas personas, que ahora son viejos, de levantar posibilidades de negocios. Para que nuestro país pueda aprovecharlo, tiene que dejar atrás sus prejuicios y abrirse a este nuevo "viejo" mercado.

Autores

Juan Jacobo Velasco