Roger Marull, Gerente General Meta4 Chile
Al llegar a la oficina, lo primero que me encontré fueron los destrozos en el lugar de trabajo; la odisea que había comenzado unos días antes la noche del viernes, se volvía a repetir en menor medida el lunes en la oficina.
Empezamos a compartir experiencias entre los compañeros de trabajo y supimos de la incertidumbre de algunos familiares en el sur y poco a poco se fue aclarando la situación y comenzando a volver la “normalidad”.
Esto han enfrentado miles de chilenos durante los primeros días después del terremoto del 27 de febrero de 2010. Muchos sin mayores complicaciones hemos podido volver a nuestras labores pero, aún en un ambiente en el cual no tenemos ninguna desgracia significativa que lamentar, el volver al trabajo no es tarea simple.
Lo primero que salta a la vista es que cada empleado es un mundo distinto, cada uno tiene una realidad, preocupaciones, forma de enfrentarlas, resilencia, fortalezas y debilidades diferentes. Es así como nos encontramos con personas que el mismo lunes en la mañana están focalizadas en los logros que deben alcanzar, mientras que hay otros que se encuentran “pegados” en la situación traumática que les ha tocado vivir.
¿Qué hacer como empresa? Nuestra primera preocupación es respecto a la seguridad del lugar de trabajo, debemos preocuparnos de que no existan riesgos de ninguna naturaleza y luego transmitir esa tranquilidad a todos los empleados.
Debemos facilitar un ambiente acogedor, en el cual los empleados tengan el espacio para verter todo lo que tienen acumulado dada la situación traumática que les ha tocado vivir. No es razonable exigirle a alguien que el primer día cumpla con sus tareas si su preocupación es saber si un pariente cercano está con vida o no.
Debemos velar por el ambiente de la organización, esto significa que debemos acoger a los más “golpeados” por la situación, pero no debemos olvidar ni descuidar a los “sanos”, debemos preocuparnos de ellos de igual forma que lo hacemos de los más afectados y favorecer un ambiente donde sean los “sanos” los que muevan la organización y no los “golpeados”, porque estos últimos sin quererlo van a tratar de llevar a todos hacia la situación de “caos e incertidumbre” que ellos ven y sienten como realidad.
Todo tiene un límite. Esto no significa que los “golpeados” deban ser aislados, sino que se les debe dar la justa tribuna, deben ser escuchados pero no transformase en los voceros. Las consecuencias de no manejar adecuadamente este contexto, la podemos ver, por ejemplo, en los medios de comunicación estos días, que influyen no siempre positivamente, en el comportamiento de la ciudadanía. Por ejemplo, informaciones que se dieron respecto a saqueos de una tienda de departamentos, produce una conducta indeseada en ciertos grupos que lo ven como una oportunidad para beneficiarse.
Conducta sana o vía de escape. Como todos somos distintos, para algunas personas la vuelta al trabajo, será una oportunidad para cambiar de aire, volver a la normalidad, a la rutina, focalizándose en algo distinto que en la tragedia vivida, mientras que para otros será una constante lucha por estar físicamente en un lugar pero con la mente en otro.
Como empresa debemos distinguir las necesidades de cada persona y hacer lo que está a nuestro alcance para sobrellevar lo que está sucediendo. Así habrá empresas que podrán apoyar de múltiples formas, con sicólogos, préstamos para la reconstrucción y habrá otras que sólo podrán acompañar durante este proceso, mientras se normaliza la situación para todos.