Mucho se dice sobre el almacenamiento en internet, desde que contamina hasta que es una tecnología solo para geeks. Pero no todo lo que se dice es cierto.
1. Es para 'geeks'
La computación en la nube es lo que permite el funcionamiento de servicios de correo electrónico como Gmail y Yahoo, de las compras y transacciones online, de liberarías digitales como Netflix en audiovisual, Spotify en música y Kindle en textos. También está cada vez más presente en los trabajos. En Estados Unidos 75% de las empresas dijeron haber usado servicios en la nube según la encuesta anual “El futuro de la computación en la nube” de North Bridge.
El concepto básico es que la información y aplicaciones pueden ser guardados remotamente en internet, convirtiendo a la computación en una utilidad, como la electricidad y el agua.“La nube” es solo una metáfora; nada realmente sucede en el cielo. Para los individuos, significa que podemos usar nuestras computadoras, teléfonos y tabletas para acceder a nuestra información, donde sea que estemos. Para las empresas, implica que pueden acceder a recursos informáticos en una escala antes solo disponible para empresas de gran desarrollo y dinero. La nube los ayuda a estar a tener lo último sin contratar a gran cantidad de geeks.
2. Es una moda pasajera
Si bien “la nube” se conviritó en una palabra cotidiana en la cultura popular hace un par de años, ni el concepto ni las tecnologías detrás de esta son nuevas. La idea de que la computación debería organizarse como una utilidad pública se remonta al año 1961, cuando el científico computacional John McCarthy lo propuso en MIT. Sin embargo, no fue hasta que internet maduró que esta visión se volvió realidad. Salesforce comenzó a brindar aplicaciones online en 1999 y Amazon lanzó sus servicios basados en la nube en 2002.
Lo que cambió más recientemente es el nivel de inversión en la nube, algo que asegura que no desaparecerá en breve. La firma de investigación Gartner predice que las compañías van a gastar US$ 788.000 millones en servicios públicos en la nube en los próximos cuatro años. La consultora McKinsey prevé que esta tecnología tendrá un impacto económico de US$ 1,7 a 6,2 billones para 2025.
3. No es segura
¿Existen computadoras y redes mejor protegidas que los productos basados en la nube? En la mayoría de los casos la respuesta es no. Los centros y redes de datos en la nube son objetivos atractivos porque almacenan una cantidad de información. Pero la mayoría de estos proveedores pueden invertir mucho más dinero en seguridad que el negocio promedio, el cual suele ser muy vulnerable. En una encuesta de 2011, 90% de las empresas dijeron que habían sido hackeadas en los últimos 12 meses. Y los expertos en seguridad dirán que el restante 10% no se dieron cuenta de que los hackeraron.
Otra preocupación se debe al espionaje gubernamental, algo entendible luego del escándalo de NSA infiltrándose en empresas y populares servicios en la nube como los de Google. Los proveedores del área respondieron encriptando sus datos y presionando al gobierno de Estados Unidos para que cambie sus normas de vigilancia.
De la misma forma que las tiendas han convencido a los clientes de que sus datos personales y financieros están seguros cuando hacen transacciones online, los proveedores de servicios en la nube eventualmente podrán despejar los miedos sobre seguridad.
4. No es confiable
En 2013 casi todas las grandes compañías se cayeron aunque sea por poco tiempo, desde Amazon hasta Yahoo. Sin embargo, ¿qué hay de todos los cortes que no fueron noticia, aquellos en pequeños centros de datos empresariales? ¿Y qué hay de esos momentos en que tu laptop se congeló o tu PC se rompió?
Esas situaciones suelen ser devastadoras porque no existe el mismo nivel de respaldo y capacidad de recuperación de datos que los proveedores en la nube pueden ofrecer para contener el daño. Estudios realizados por Microsoft y otras firmas han confirmado que cuando las empresas se mudan a la nube, mejora la disponibilidad de sus servicios.
5. Es contaminante
Este mito ha sido perpetuado por campañas de Greenpeace y noticias como una del New York Times acerca de las “fábricas de nubes” que decía: “La base de la industria de la información contradice su imagen de eficiencia y respeto medioambiental”.
No hay duda de que los centros de datos consumen enormes cantidades de energía. Pero cuando los negocios se mudan de instalaciones físicas a la nube, se ahorra energía y reduce la contaminación. El año pasado, investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley y la Universidad de Northwestern calcularon que si todas las compañías de Estados Unidos llevaran los correos electrónicos, hojas de cálculo y gestión de clientes a la nube, disminuirían su huella digital en 87%.
Los principales proveedores de servicios en la nube están intentando volverse más verdes. Por ejemplo, Apple anunció el año pasado que sus centros de datos funcionan solo con energía renovable, mientras que Facebook tiene uno en Suecia que es enfriado con aire ártico y alimentado por fuentes hidroeléctricas. De cara al futuro, todas las empresas del sector reducirán su impacto ambiental aun más.