El Departamento de Transportes de EE.UU. se cuestiona si los coches autónomos hace bien en prescindir de volante y freno para situaciones de emergencia, pero ¿qué dicen las empresas?
Por Javier Lacort para ThinkBig. Una de las tendencias que apareció hace un par de años fueron las apuestas por el coche autónomo. Más de tres años después, seguimos sin verlos por las carreteras y la legislación aún no los contempla, pero es un plazo que hubiese sido demasiado optimista. En estos tres años hemos visto cómo el coche autónomo ha ido avanzando, metro a metro, idea a idea, paso a paso.
En estos tres años hemos visto cómo Reino Unido ha ido preparando sus leyes para ellos, cómo algunas grandes e históricas marcas de la automoción como Nissan confirmaban sus modelos para 2020, o incluso algunas medidas extremas de seguridad durante su desarrollo.
Pero todavía quedan aristas que limar, su llegada masiva a concesionarios y carreteras tiene desafíos que trascienden la legislación o la viabilidad comercial, estamos hablando de muchas vidas en juego si algo sale mal.
El Departamento de Transporte de EE.UU. ha hablado
En medio de esta interesante conversación en la industria, también surgen dudas sobre qué deberían incorporar y qué sería prescindible. Una de estas dudas es la que plantea ahora el Departamento de Transporte de Estados Unidos, tal y como recoge Scientific American, que defiende que los coches autónomos no deben prescindir de, al menos, el volante y el pedal de freno.
No opina lo mismo Google, quien cree que una vez el sistema de conducción se ha dejado completamente en manos del coche, no se está listo para retomarlo súbitamente en caso de emergencia. Además, por supuesto, Google confía lo suficiente en su propio sistema de conducción autónoma como para que no tenga que intervenir ningún humano en un teórico caso de urgencia.
Estados como California, al menos de momento, le dan la razón al Departamento de Transporte, ya que prohibieron con antelación el uso de un coche autónomo para todo aquel que no tenga licencia de conducción.
No es una cuestión baladí: el gobierno que encabeza Obama planea destinar 4.000 millones de dólares en los próximos diez años para el desarrollo e implantación de coches autónomos dentro de sus fronteras. Lo cual, dicho sea de paso, acabará beneficiando a la industria en general, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos.
De todas formas, al igual que todas las grandes innovaciones de la historia reciente, no dan pie a pensar que llegarán de forma rápida ni súbita, sino gradual y con unos tiempos que acabarán dando paso a un boom en el que, entonces sí, se acabarán implantando mucho más rápido. O al menos eso podemos pensar si hacemos paralelismos con el mercado de los ordenadores domésticos durante la década de los noventa, los smartphones durante finales de la década pasada, etc.