Entre otras medidas, ahora los aspirantes al visado estadounidense de turista tendrán que revelar todos los apodos que utilizaron en las redes sociales en los últimos cinco años.
Cromo - El Observador. El 8 de febrero de este año, John Kelly, el secretario de Seguridad Interior, reveló que la Casa Blanca analiza exigir las contraseñas de las redes sociales a los solicitantes de visas, provenientes de los siete países de mayoría musulmana incluidos en el veto migratorio (Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Irán y Yemen). "Queremos tener acceso a sus redes sociales, contraseñas. ¿Qué hacen en ellas, qué dicen? Si no quieren cooperar, entonces no entran", dijo Kelly.
Mientras no entre en vigencia esta política, ningún agente de Aduanas y Protección Fronteriza puede solicitar las claves de acceso a las cuentas sociales de los viajeros. Sin embargo, pueden retener un dispositivo electrónico para "inspeccionarlo".
Cuatro meses más tarde, la administración de Trump estrena procedimientos más rigurosos para obtener visados, según informó Reuters. Esta decisión, tomada el pasado 23 de mayo, impone un nuevo formato de cuestionario para personas de todo el mundo. Ahora los aspirantes al visado estadounidense de turista tendrán que revelar todos los apodos que utilizaron en las redes sociales en los últimos cinco años.
Aunque por ahora la nueva sección de preguntas es voluntaria, en el documento se precisa que no proporcionar toda la información respecto a estos puntos puede provocar retrasos o complicar el proceso de obtención del visado.
Asimismo, a los solicitantes "que se determine que requieren de escrutinio adicional en relación con el terrorismo u otras amenazas relacionadas a la seguridad nacional", los consulados podrán solicitar los números de todos los pasaportes anteriores, correos electrónicos, números de teléfono y otros datos personales de los últimos 15 años (historial de viajes, empleos, direcciones permanentes, etc.).
Además, la oficina en cuestión tendrá el derecho de revisar el cuestionario cada seis meses (en lugar de los tres años habituales) para agregar nuevas preguntas.
Grupos académicos critican esta medida, argumentando que los largos retrasos del trámite desanimarán a estudiantes y científicos de otros países que deseen viajar a EEUU.