Las empresas chinas han adquirido experiencia en la fabricación de automóviles por cuenta de alianzas con empresas extranjeras. Ahora buscan combinar esto con su inmenso desarrollo en inteligencia artificial.
China es el mayor mercado de automóviles del planeta: sólo el año pasado fueron vendidos 28,9 millones de unidades en este país. El país lleva años fortaleciendo su industria automotriz y ahora busca convertirse en una potencia productora de carros, con un especial énfasis en vehículos autónomos.
Durante años, el gobierno chino impuso duras reglas de participación de empresas extranjeras en el mercado chino de carros. Ninguna compañía podía fabricar localmente, a menos de que se asociara con un fabricante chino.
El resultado de esto es que las empresas chinas de carros tiene hoy una gran experiencia acumulada por cuenta de una suerte de transferencia obligada de conocimiento y de tecnología entre ellos y sus pares extranjeros.
Este mes, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China anunció que modificará estas reglas y, para 2022, las empresas extranjeras podrán operar libremente en el mercado chino de automóviles.
Sin embargo, durante todo este tiempo, las empresas chinas de automóviles han crecido en poder y alcance. Este mes, el Grupo Geely, un conglomerado dueño de reconocidas marcas extranjeras como Volvo y Lotus y con participación en Daimler AG (fabricante de Mercedes), presentó su primer vehículo que, con tecnología china, se fabricará y se venderá en Europa occidental, con miras a llegar a vitrinas de Estados Unidos.
Geely es propiedad de Li Shufu, un multimillonario chino cuya inversión en Volvo, por ejemplo, revitalizó por completo a esta marca, que hoy fabrica algunos de los carros más atractivos del mercado de alta gama. La compañía también ha entrado al terreno de la conducción autónoma en un proyecto en asociación con Uber.
Aunque la iniciativa está detenida por cuenta de la muerte de una mujer en Arizona (que fue arrollada por un carro que parecía tener las ayudas de seguridad de Volvo desactivadas), sí ayuda a comprender la escala de ambiciones de las compañías chinas en el sector automotriz y en el reino de la conducción autónoma.
Por ejemplo, Baidu (la empresa detrás del mayor motor de búsqueda en China, en donde Google está vetado) tiene una alianza con Microsoft, TomTom (diseñador de mapas digitales) y Nvidia (uno de los principales fabricantes de tarjetas de video y chips de procesamiento gráfico del mundo) para desarrollar una plataforma de conducción autónoma.
Así mismo, TuSimple, empresa con sede en Pekín, prueba grandes equipos de conducción autónoma en Arizona, uno de los estados norteamericanos que, al menos hasta la trágica muerte de un peatón este año, ha estado más abierto a permitir la prueba de esta tecnología en sus carreteras.
El peso global de China en la carrera por la conducción autónoma podría acelerar la investigación y desarrollo de software de reconocimiento de objetos y de programas de inteligencia artificial que puedan comprender, en tiempo real, el complejo entorno al que se enfrenta un conductor en situaciones normales de la vida diaria.
China se ha planteado ser la potencia mundial en inteligencia artificial para 2025. Sólo en enero de este año, el gobierno de Beijing anunció la construcción de un parque industrial para el desarrollo de esta tecnología en la ciudad, que albergará 400 empresas y costará más de US$2.000 millones.
En una entrevista con Bloomberg, el multimillonario Li aseguró que “quiero que el mundo entero oiga el ruido que generan Geely y otros autos fabricados en China. El sueño de Geely es convertirse en una compañía globalizada. Para ello tenemos que salir del país”.
*Crédito imagen principal: Volvo