La principal agencia de apoyo al emprendimiento en el país comienza 2014 con las mejores cifras, tanto de presupuesto como de beneficiarios. Su programa estrella es Start-Up Chile, la iniciativa que está potenciando desde Chile a emprendedores de todo el globo.
Hernán Cheyre tenía poco más de 20 años y un título de Ingeniero Comercial recién obtenido cuando llegó a Odeplan, el ministerio de planificación nacional de la época en Chile, donde trabajó un año antes de ir a estudiar Economía a Chicago.
Esa había sido su única experiencia en el sector público. La mayor parte de su carrera se dedicó a la consultoría: ocupó el cargo de gerente general de la clasificadora de riesgo Fitch Chile, se desempeñó como profesor universitario en las áreas de finanzas públicas, evaluación social de proyectos y microeconomía, y también desarrolló labores como consultor para el Banco Mundial y para gobiernos extranjeros.
Hasta que en 2010 fue nombrado vicepresidente ejecutivo de Corfo, la Corporación de Fomento del gobierno chileno que estimula la creación y apoyo a empresas.
A un mes de dejar su puesto, Cheyre reconoce satisfacción por haber cumplido casi la totalidad de sus expectativas al mando de la institución. Y la seguridad de que el ecosistema emprendedor del país es mejor gracias a las gestiones emprendidas por su repartición.
-¿Cómo califica su experiencia de cuatro años a la cabeza de CORFO?
Desde su creación, la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) ha sido muy relevante en la economía chilena. Jugó un rol fundamental para levantar un país destruido por el gran terremoto de 1939 y fue el motor de la industrialización, a través de la creación de empresas públicas en sectores clave. Eran otros tiempos: prevalecía la idea de que el Estado tenía que ostentar un rol más activo en la planificación de la economía, con un modelo de sustitución de importaciones, pero eso cambió. Este año CORFO cumple 75 años, se ha modernizado; no es la institución que industrializa el país y que activamente construye empresas. Hoy la CORFO genera condiciones para que emprendedores puedan hacer su propio negocio y ayuda a mejorar la competitividad de las PYMES que ya existen.
-¿Cómo está empezando 2014 y con qué cifras terminó 2013?
2013 terminó muy bien, fue un año en el que logramos atender a 270 mil empresas, lo cual significa que en los cuatro años del período 2010-2013 aumentamos en 2,5 veces el número de beneficiarios y logramos masificar el apoyo de CORFO, totalizando 800 mil personas sin aumentar nuestro presupuesto. Logramos apalancar recursos privados por 15 mil millones de dólares, a través del mecanismo de las garantías crediticias, consolidando lo que nos habíamos propuesta en 2010 en cuanto a hacer de la CORFO una entidad al servicio de los emprendedores innovadores y empresas de menor tamaño que requieren mejorar su competitividad. En esa línea, vemos que el 2014 empieza muy bien porque se mantiene esta tendencia. Sin perjuicio que en marzo asume una nueva administración, yo espero que los lineamientos básicos se mantengan.
-¿Cómo han generado estos buenos resultados y notorio aumento en el movimiento de fondos?
Tradicionalmente, lo que hacía la CORFO era entregar líneas de financiamiento al sistema bancario para que, con esos recursos, los bancos le prestaran dinero a las empresas de menor tamaño. Pero en los hechos, lo que ocurría es que esos recursos terminaban en empresas más grandes. De hecho, en 2009 el 35% de los recursos presupuestarios de CORFO iba destinado a éstas. Hoy ese porcentaje bajó a 4% gracias a que se terminaron los créditos a los bancos y se reemplazaron por fondos de garantía: un modelo donde el banco presta dinero a las pymes y donde CORFO es aval parcial. Eso cambió radicalmente el panorama, porque muchas pymes antes sin acceso a crédito ahora lo tienen. Y a costo cero. Este concepto ya existía en 2009, en BancoEstado (el banco estatal), con el nombre de Fogape, pero se usaba muy marginalmente.
-¿Cómo califica al emprendedor chileno? ¿qué cambios han ocurrido en los últimos años que se ha generado un boom de creación de empresas?
En general, el chileno quiere emprender, le gusta esto de labrarse el futuro por sí mismo, pero habíamos tenido fallas históricas para eso. Desde el punto de vista legal, constituir una empresa era caro y engorroso, pero en este gobierno se aprobó una ley que permite generar empresas en un día y a costo cero. Por otra parte era muy difícil terminar con los emprendimientos: las estadísticas muestran que 7 de cada 10 nuevos emprendimientos fracasan en su intento, y la ley de quiebras que había en Chile era muy antigua, pero en 2013 se reformuló y con ello estamos a la vanguardia: si antes dar por finalizada una empresa se demoraba 4 años y medio, ahora, en promedio, debería ser entre 7 meses y un año.
Pero además de estos cambios legales y de los instrumentos CORFO para apoyarlos, es que la gente le ha perdido el miedo a lo que significa emprender, porque detrás de eso está la posibilidad de fracasar y es muy probable que uno tenga tropiezos, pero culturalmente la sociedad chilena castigaba muy fuerte el fracaso. Eso ha cambiado tanto en Chile como globalmente. Y programas como Start-Up Chile han sido tremendamente útiles para cambiar la cultura del emprendedor chileno.
-Respecto a Start-Up Chile, que ha sido reconocido internacionalmente, ¿cómo fue concebido y qué logros ha conseguido?
Start-Up Chile es un programa Corfo que busca convertir a Chile en el polo de innovación y emprendimiento de América Latina. Para ello, en su primera etapa el programa se enfoca en atraer emprendedores de alto potencial de todo el mundo cuyas startups están en etapas tempranas para que vengan a Chile y utilicen al país como plataforma para salir al mundo. Con estas startups y sus pares chilenos se trabaja en el fortalecimiento de un ecosistema colaborativo y diverso, y en conectar a este ecosistema local con los grandes polos de innovación del mundo. En 2010 se llevó a cabo una versión piloto del programa que consideró a 22 startups de 14 países. Hasta hoy, son nueve las generaciones que componen a Start-Up Chile (además del piloto), y el proceso de selección para la décima se desarrollará entre el 4 y 25 de marzo. En estos cuatro años nuestra meta era llegar a mil proyectos seleccionados, y hasta diciembre completamos 974 provenientes de 72 países. Creo que con la nueva convocatoria vamos a llegar a los mil.
-¿Qué se entrega y qué se pide a cambio?
Se entrega un Capital Semilla de 40 mil dólares (equity free) más visa de trabajo por un año y acceso a contactos para globalizar el proyecto. Se exige permanencia en Chile durante los 6 meses que dura el programa y compromiso con actividades de impacto social. El capital levantado hasta ahora es de 35 millones de dólares.
-En términos de impacto, ¿qué ha significado para el ecosistema emrpendedor de Chile?
Cada startup aceptada como participante de Start-Up Chile se compromete a organizar y colaborar en actividades de impacto social. Este es uno de los aspectos más importantes del programa: Start-Up Chile no toma participación económica en las empresas que apoya y tampoco exige a los participantes radicarse en Chile más allá de seis meses porque se asegura que, durante su participación en el programa, cada startup comparta sus contactos y conocimientos específicos con emprendedores locales y chilenos interesados en emprender.
-Eso en algún momento se criticó, que se diera apoyo a emprendedores de distintos países sin privilegiar lo local
Pero eso ha ido cambiando: en los últimos llamados, un tercio de los participantes es chileno: han postulado 10 mil proyectos provenientes de 112 países. Esta gente, esta importación de talento emprendedor, ha ayudado a nuestros emprendedores locales a insertarse en un mundo global en el que las redes son muy importantes. Formar parte de Start-Up Chile los ha puesto en el mapa y hoy somos un punto donde se respira emprendimiento y eso es tremendamente relevante, y esto se reconoce en muchos países del mundo. Ahora se ven más ganas, menos miedo al fracaso, mucha más aceptación social de lo que significa emprender y todos los riesgos que lleva asociados. Creo que, de verdad, que hemos ayudado a construir un país de emprendedores.
-También Corfo ha levantado cerca de 20 centros regionales de emprendimiento, ¿qué son?
Los centros de emprendimiento tienen por objetivo masificar el apoyo Corfo territorialmente. Son 24 centros pensados como un lugar de encuentro para que los emprendedores resuelvan sus dudas, aprendan a postular a los distintos programas de apoyo y a trabajar en redes. El origen de estos centros es que, si bien hemos aumentado el número de beneficiarios en 2,5 veces, el número de postulantes y consultantes o que piden asesoría para mejorar su gestión o crear un negocio ha aumentado entre 6 y 10 veces. Esta iniciativa nos tiene muy contentos, porque estamos convencidos de que permite masificar el apoyo a emprendedores.
-En su institución, el 2012 fue el año del emprendimiento y 2013 fue el año de la innovación. ¿Cómo evaluan ambas iniciativas?
En año 2012 se hicieron muchas buenas iniciativas. La prueba es que el número de sociedades creadas superó las 250 mil. Y la meta original era recuperar los 100 mil emprendimientos perdidos en la década anterior. Pero son tantas las ganas de emprender y el ambiente fértil para el emprendimiento, que nos sorprendió que se crearan 250 mil.
El 2013 como año de la innovación, tuvo como objetivo acercar la innovación a la gente, porque si Chile quiere ser un país desarrollado antes de que termine esta década, es fundamental mejorar la productividad. Y en eso la innovación juega un rol fundamental, de ahí la lógica de incentivarlo. Se hicieron muchas iniciativas público-privadas destinadas a promover públicamente el tema. En lo concreto, entró en vigencia la nueva ley de incentivo tributario a la innovación y desarrollo (I+D), con el objetivo de entregar un crédito tributario del 35% de lo que se destine a I+D por parte de una empresa. Desde que entró en vigencia se han certificado proyectos por USD$ 45 millones, lo que triplica los USD$ 14 millones que se lograron certificar entre 2008 y 2012, cuando estaba vigente la Ley antigua.
Otra cosa muy importante que hicimos y que empezó en 2010, en el gobierno anterior, es el programa de atracción de centros de excelencia institucionales y corporativos: ya hay 12 de estos centros y eso, más la Ley de Incentivo Tributario a la I+D y un programa como Start-Up Chile, está permitiendo hacer realidad los desafíos de transformar a Chile, a pesar de ser un país pequeño, en un polo regional del emprendimiento y la innovación.