Poner fin a la práctica de sumar costosos recargos para navegar por internet, recibir o enviar mensajes de texto al viajar al extranjero dentro de la UE ha sido una causa célebre para la Comisión y el Parlamento europeos.
Las tarifas de roaming por el uso de teléfonos móviles en viajes por la Unión Europea desaparecieron el jueves, poniendo fin a una batalla de una década por parte de Bruselas para demostrar que el bloque puede mejorar las vidas de unos europeos cada vez más escépticos.
Pese al entusiasmo que genera dentro de las instituciones de la UE, las cláusulas que se han asegurado las principales firmas de telecomunicaciones y el rechazo de los estados miembros a ceder sus lucrativos espacios radioeléctricos podrían dejar a muchos turistas decepcionados este verano boreal, con el resultado de facturas más altas en su propio país.
Poner fin a la práctica de sumar costosos recargos para navegar por internet, recibir o enviar mensajes de texto al viajar al extranjero dentro de la UE ha sido una causa célebre para la Comisión y el Parlamento europeos, que lo consideraban una afrenta a los ideales del mercado común.
"La Unión Europea trata de unir a la gente y hacer sus vidas más fáciles. El fin de las tarifas por roaming es una verdadera historia de éxito europea", dijeron el miércoles las instituciones. La Comisión desplegó una pancarta en su sede de Berlaymont en la que se leía "Adiós tarifas de roaming".
El cambio en la ley que finalmente se aprobó hace varios meses fue ciertamente bien acogido por algunos visitantes en Bruselas.
"Creo que es excelente", dijo Charlie Wild, un músico escocés. "He estado en Europa dos semanas gastando tres libras al día para poder usar mi teléfono, y mañana no tengo que hacerlo, y es genial", declaró. Julie DuBlanc, que viajó desde Francia por trabajo, dijo: "Miraremos nuestros teléfonos más a menudo, como lo haríamos en París".
Sin embargo podría tener que hacerlo con cautela. El proyecto se ha enfrentado a numerosos reveses ya que las operadoras de telefonía móvil han presionado para mantener lo que ha sido una fuente de ingresos significativa, mientras que la realidad de un mercado de telecomunicaciones fragmentando han confundido los esfuerzos de los políticos para acabar con los recargos.
El obstáculo supone que mientras que a los consumidores ya no se les puede pedir por ley que hagan un pago extra cuando usan sus teléfonos en el extranjero, las operadoras aún se enfrentan a tarifas mayoristas de las redes extranjeras a las que se conectan.
Una solución que implica poner un límite a los precios al por mayor ha resultado ser sumamente compleja ya que supone fijar un tope que se adapte a las compañías de los 28 estados miembros, incluso aunque las tarifas móviles nacionales varíen enormemente.
NORTE FRENTE A SUR
En los países del norte de Europa, que son exportadores netos de turistas, existe la preocupación de que las altas tarifas mayoristas que se pagan a los destinos de vacaciones del sur, combinadas con la pérdida de los ingresos por itinerancia, podrían obligar a que las empresas dejen de permitir a los clientes que usen sus teléfonos en el extranjero.
Alternativamente, las empresas del norte podrían elevar las tarifas domésticas para compensar las pérdidas, obligando así a los más pobres a quedarse en casa para financiar a los viajeros.
En el sur, un imán para los turistas, los gobiernos argumentaron que las tarifas mayoristas bajas harían daño a operadoras locales que reciben a los visitantes, y les obligarían también a subir las tarifas para los clientes nacionales.