Santiago. Hace ya dos años que en Chile se tomó una trascendental decisión técnica. Luego de años de análisis y estudios, sus autoridades optaron por implementar la
norma japonesa de televisión digital (ISDB), determinación que incluyó las adecuaciones hechas en Brasil (ISDB-T) y la adopción del middleware
Ginga, que debe cumplir la importante misión de aportar lo que, a estas alturas, es una necesidad ineludible: la interacción con los usuarios.
Es verdad que estos conceptos suenan extraños para alguien que no está familiarizado con la tecnología. Por ello, vale una explicación. Antes que todo, un middleware viene a ser una fase intermedia entre los sistemas operativos de los dispositivos informáticos y las aplicaciones que en ellos se pueden ejecutar.Su finalidad, en el caso de Ginga, es ofrecer soporte a dichas aplicaciones y darle a estas autonomía sobre el sistema operativo y de la plataforma de hardware. En términos más sencillos aún, y cuando la TV digital sea una realidad en Chile, Ginga será el encargado de apoyar la interacción de las personas con el aparato de televisión y los contenidos que se transmitan.
Si bien la era digital revolucionará la forma de ver TV en este país, la elección tomada despierta algunas inquietudes entre los expertos del área. De hecho, llaman a no esperar una experiencia de otro mundo.
Es el caso del ex subsecretario de Telecomunicaciones de Chile, Pablo Bello, quien expone, precisamente, que “no hay que elevar mucho las expectativas” y que, “en principio, soy escéptico respecto a que estas plataformas puedan disfrutarse en todo su potencial”.
Pese a que declara que, cuando se tomó la decisión, Ginga era “por lejos”, el sistema más complejo, potente e interesante que estaba disponible en el mercado (desde el punto de vista de las prestaciones y aplicaciones que se pueden desarrollar) también reseña que en general los middleware “han tenido poco éxito, dado que la TV, como mecanismo de interactividad, no ha resultado del modo en que se preveía”.
Lo anterior, detalla, porque esta interfase requiere inversiones adicionales en capacidad y memoria, lo que tiende a aumentar los costos. Otra razón es que se precisa de canales de retorno para que la interactividad sea real, como telefonía o redes móviles, y en este escenario Internet “es infinitamente superior por las prestaciones y la velocidad”. Asevera que plataformas como GoogleTV o AppleTV son “mucho más potentes que lo que puede ofrecer un middleware de televisión digital”.
Sergio Godoy Etcheverry, académico de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica de Chile, plantea que, en general, las experiencias de “interactividad en televisión son moderadamente exitosas... por decirlo elegantemente”. Es más, recuerda que en la década de 1990 hubo unos primeros intentos en este sentido en naciones desarrolladas y que, a la postre, terminaron en “fracasos”.
No obstante los avances vistos en los últimos años, Godoy dice que la interactividad continúa siendo un “complemento” y no un “componente que gatille demasiada demanda o que sea un puntal al momento de masificar esta tecnología. Internet es mucho mejor para interactuar, en parte porque la TV digital es más compleja y hay que tener todo un sistema de gestión de pedidos. Es una interactividad más desigual que aquella que se hace
peer to peer (P2P) en la red, que es el referente más obvio”.
“Tengo la sensación de que es muy parecido, sin perder el modelo de comunicación broadcasting, a la interactividad que siempre se ha hecho en radio y que existe desde siempre; es decir, por teléfono y con participación de audiencias (...) El operador o el canal presenta algunas alternativas predefinidas y la gente se relaciona con eso”, advierte Godoy.
La gerente general de la agencia digital Cybercenter, Daniela Weinstein, postula que uno de los grandes beneficios de la TV digital es que permite contar con un retorno entre el público y “el productor de contenidos, lo que lleva a desarrollar aplicaciones interactivas como también poder transmitir varias señales en un mismo canal”.
Otros aspectos favorables que describe es que Ginga es un estándar certificado como primera recomendación internacional para entornos multimedia interactivos, que se orienta a la normalización del middleware para la interactividad en los dispositivos de TV digital e IP (del inglés, Internet Protocol). Esto, a su juicio, evita a que “el mercado se llene con incompatibilidades de hardware y software, repercutiendo en los usuarios finales”.
“Adicionalmente, hay que mencionar que es de código abierto y libre, además de que cuenta con interfaz para Internet. Esto es importante pues facilita a los desarrolladores de software poder elaborar aplicaciones”, complementa.
Metadatos. El académico Sergio Godoy sostiene que, si se trata de alternativas predefinidas, estas ya son ofrecidas en la opción on demand de la TV de pago. Sin embargo, explica que tampoco se puede “interactuar demasiado -por ejemplo- con los contenidos de una película; salvo
metadatos con antecedentes del filme, como filmografía del director, menús de programación” o la visualización de horarios.
Por otro lado, indica que se debe considerar la disposición de los televidentes ante las distintas tecnologías porque, si bien en Internet o en teléfonos móviles se observa una actitud activa, la población no ve en ellos una película o programa íntegro y se les usa como complemento de la programación lineal de la TV tradicional.
Bello advierte que Ginga genera una experiencia de interactividad sin que en verdad lo sea, porque hay información unidireccional donde se descargan datos y en ellos la audiencia puede navegar y elegir. “Se transmite el torneo de Wimbledon, y a través del middleware llegan las estadísticas de un partido, de los jugadores, o los resultados de otras canchas. No es interactivo, pero lo asemeja”, ejemplifica.
La alternativa sería un mecanismo con canal de retorno que haga factible la relación directa, donde el televidente pueda pedir o enviar información, por ejemplo, a través de las redes sociales, opina. Pero hasta ahora los ensayos y prototipos efectuados no han alcanzado estándares de calidad razonables y adolecen de lentitud.
“Tiendo a pensar que, con la reducción de precios de los computadores y de la conexión a Internet, el camino para tener acceso a servicios de información interactivos va por el lado de la red más que por el de la televisión”, expone el ex subsecretario.
No obstante que de su exposición se desprende una buena percepción de Ginga, Weinstein expresa que, de todas formas, tiene algunas limitaciones como el requerimiento de un canal de retorno para obtener la interacción con el usuario, como celulares o conexión a internet. Asimismo, dice que se precisa de expertise en “el lenguaje de desarrollo asociado para poder elaborar aplicaciones atractivas”.
En cualquier caso, se va a ganar. Con todo y las inquietudes planteadas, hay consenso en que la norma japonesa-brasileña, adoptada por Chile y la gran mayoría de los países de la región, es un buen estándar.
“En cualquier caso, se va a ganar”, afirma Bello, ya que las audiencias podrán acceder, verbi gracia, a datos de programación y a una experiencia más enriquecida.
Consultado por la incidencia de Ginga en la calidad de los contenidos y de una mayor oferta programática, manifiesta que la relación es complementaria, en el sentido de que es una aplicación más. Y pese a las aprensiones expuestas, detalla que “lo fundamental es que Chile ha optado por la mejor tecnología y la que ofrece más posibilidades”.
“En calidad técnica será mejor lo que veremos. La imagen se verá más nítida”, concuerda Godoy. Esto, sin embargo, no implicará grandes cambios de contenidos porque los canales declaran que no tienen capacidad para producir más de lo que hasta ahora hacen, consigna. De todas maneras, otro aspecto positivo es que se abrirá el espectro para aquellas estaciones zonales y regionales que “recogen la identidad local”.
TV digital: Un contexto legislativo. El proyecto de ley que regulará la era digital en Chile sigue empantanado en el Congreso. Se le ha dado, y posteriormente quitado, en varias oportunidades la suma urgencia al debate. No es todo. El Presidente Sebastián Piñera aseveró en su último Mensaje Presidencial ante el Congreso pleno, el 21 de mayo, que mantendría la gratuidad de los contenidos, pero al articulado el Ejecutivo le introdujo indicaciones que posibilitan que los canales abiertos creen señales de pago usando un espectro electromagnético que es público, generando así anticuerpos en varios sectores políticos.
De hecho, Pablo Bello consigna que “toda vez que el modelo de negocios es la publicidad, y que se le entregó una concesión y un espectro gratuito (a los canales abiertos), me parece que es del todo discutible que se pueda cobrar directa o indirectamente por esa programación”. Añade que “es una regulación puesta a último minuto que no beneficia al televidente en absoluto, que trata de buscar un diseño de financiamiento distinto del original y sobre el cual está basado todo el régimen jurídico del sector”.
A la iniciativa se le ingresó también un párrafo que permite la entrega casi a perpetuidad de la concesión del espectro televisivo a los actuales canales, además de altas barreras de entrada a potenciales nuevas estaciones locales, comunitarias o pequeñas, según han manifestado legisladores críticos de las modificaciones.
Aunque Chile está más avanzado en la discusión de TV digital que otros países de la región, está definitivamente muy lejos de los líderes, que son Argentina y Brasil, donde en amplias zonas ya disfrutan de los beneficios de esta tecnología.