Investigadores suecos recrearon la sensación de invisibilidad mediante el uso de realidad virtual. Así reaccionó el cerebro de los voluntarios del estudio.
Por Angela Bernardo para Think Big. Al hablar de invisibilidad, es imposible no recordar la escena en la que Harry Potter se pone por primera vez la capa que hace desaparecer su cuerpo. La prenda, regalo del profesor Dumbledore en las primeras navidades que el mago pasa en Hogwarts, perteneció en realidad a su padre James Potter.
La capa descrita por J.K. Rowling se fabrica con pelo de demiguise, una criatura mágica que cuenta con el poder de volverse invisible. Aunque esta pieza pertenece únicamente al universo de nuestra imaginación, la invisibilidad ha sido desde siempre un desafío a medio camino entre la ciencia ficción y los avances tecnológicos.
Hace sólo unos meses, investigadores de la Universidad de Rochester crearon un sistema que permitía hacer desaparecer todo lo que se ocultara detrás del dispositivo. El conjunto de lentes alineadas y combinadas a la distancia adecuada permitía recrear una ilusión óptica realmente curiosa, tal y como sucedía en los libros de Harry Potter.
La capa de Potter o el novedoso sistema de lentes de Rochester nos hacen soñar con un futuro en el que la invisibilidad sea una realidad. Sin embargo, este escenario también nos plantea interrogantes interesantes. ¿Cómo regularíamos la existencia de dispositivos para volvernos invisibles? Y especialmente, ¿cómo reaccionaría nuestro cerebro al percibir que el resto del cuerpo desaparece?
El conocido síndrome del miembro fantasma ocurre tras una amputación, cuando los pacientes sienten con una especie de cosquilleo o entumecimiento que la parte perdida sigue ahí. ¿Reaccionaría nuestro cerebro de forma similar al volvernos invisibles?
Un estudio realizado en el Instituto Karolinska ha conseguido recrear la sensación de invisibilidad mediante el uso de realidad virtual. Para aumentar la percepción de volverse invisible, los científicos tocaban diferentes partes del cuerpo de los voluntarios con un pincel, mientras que apuntaban de forma simultánea a un espacio vacío. En menos de un minuto, los participantes comenzaron a sentir que su cuerpo había desaparecido por completo.
La investigación analizó las experiencias de 125 voluntarios, que reaccionaron con miedo y sudores ante la amenaza de un cuchillo en el espacio vacío. La realidad virtual engañaba a su cerebro, haciéndoles creer que el arma se apuntaba a su vientre invisible.
La percepción de invisibilidad también afectó directamente al estrés y ritmo cardíaco de los participantes cuando debían hablar en público. Si previamente habían hecho desaparecer su cuerpo frente a esa misma audiencia, los voluntarios estaban menos estresados y su corazón latía más despacio.
Como explica Arvid Guterstam, “los resultados son interesantes ya que muestran que la percepción del cuerpo influye en la forma en que nuestro cerebro reacciona ante señales sociales”. Estas conclusiones, por tanto, podrían ser utilizadas para mejorar el abordaje de trastornos relacionados con la ansiedad. Y es que de forma similar a lo que ocurre en el síndrome del miembro fantasma, la mente también se autoengaña al volvernos invisibles.