Con el teletrabajo cada vez más presente en la región, y todo tipo de compañías avanzando hacia esta modalidad, ¿cuáles fueron sus inicios? ¿qué proyecciones se aventuran y cuál es su relevancia general?
UniversiaKnowledge@Wharton. “Vivir acá, trabajar allá, ganar allá y gastar acá”, es la frase que eligió el empresario Álvaro Lamé y su equipo para definir lo que significaba, en medio de la crisis y social que afectó a Uruguay y Argentina 2002, con índices de desocupación cercanos al 20%, que la gente desempleada pudiera buscar una salida laboral en el teletrabajo, y no emigrara por falta de oportunidades.
Hoy esta forma de empleo significa el ingreso principal de unos 100.000 uruguayos que venden servicios y productos a más de 54 países en el mundo, ya sea en relación de dependencia o en forma independiente. Lamé fue el principal impulsor de la modalidad gracias a su vasta experiencia en el campo de la tecnología.
Comenzó cuando era muy joven y su padre, un contador público, lo animó a incursionar en la prehistoria de la tecnología a través de distintos cursos que ofrecía IBM. A los 17 años ya era programador y a los 25 creó su primera empresa de software. En 1995 nació Netgate, pionera en ofrecer el servicio de Internet en forma privada.
Durante la crisis de 2002, Lamé propuso a sus compatriotas trabajar para otros países gracias a las nuevas plataformas de Internet de venta de productos y servicios. Pero la falta de conocimientos y capacitación en el tema era una de las principales trabas. Por eso en 2009 nació Epistele, plataforma para de e-learning especializada en Comercio Electrónico Personal y Teletrabajo. La empresa basa su capacitación en la educación en línea.
A los 53 años el empresario cree que el teletrabajo no solo es una industria sino la pata de una nueva economía en la que el papel impreso desaparecerá. Gracias al teletrabajo pueden emplearse arquitectos, diseñadores, periodistas, traductores, artesanos y cualquier persona que “haga las cosas bien”, define Lamé. De hecho, para el CEO de Netgate los nuevos curriculums pasarán a formarse a través de las calificaciones que hacen los clientes en la web. Es decir, las puntuaciones positivas o negativas serán las que mejor muestren la forma de trabajar de cada trabajador remoto.
-¿Qué significó para usted ser un emprendedor? ¿Cuáles fueron las mayores dificultades y cómo las enfrentó?
-Fue una etapa de aprendizaje muy intenso, mi experiencia empresarial era relativa y en empresas muy chicas. Tuve que aprender a dirigir una compañía a los 25 años que creció muy rápido pero con muchas dificultades como consecuencia de mis carencias como empresario.
Pero hubieron dos temas que me ayudaron a enfrentar estos problemas: uno fue capacitarme participando de un programa para dirigentes de empresas en la Universidad de Montevideo; y el otro fue contratar a los profesionales especializados en las áreas donde estaban mis mayores carencias.
En especial incorporé un gerente financiero cuyo salario era más del doble que el mío. O sea que la decisión de contratarlo no fue fácil pero el resultado fue excelente.
-En 2002, usted emprende una cruzada para el desarrollo del teletrabajo personal en Uruguay. ¿Cómo y por qué surge esta cruzada?
-En 2002 Uruguay vivió una crisis muy intensa como consecuencia de un problema financiero que involucró a Uruguay y Argentina. Las tasas de desempleo estaban por encima del 20% en un país de poco más de tres millones de habitantes como lo es Uruguay, y en consecuencia con un mercado interno muy chico.
Había que innovar para encontrar otras formas de generar ingresos para las personas y surgió el teletrabajo autónomo o independiente.
-¿Con qué ventajas contaba el país en ese momento para impulsar el teletrabajo? ¿Y las desventajas?
-Las ventajas fueron lo que normalmente consideraríamos desventajas. La crisis y el pequeño mercado interno obligaban a las personas a incursionar en nuevos modelos.
La desventaja fue cultural, era difícil para las personas visualizar que podían vender productos o servicios para todo el mundo. Por otra parte no había un uso tan intenso y natural de las tecnologías como ahora.
Comenzamos dictando charlas y conferencias que estaban más basadas en la intuición de que se podían vender productos o servicios para todo el mundo, que en el conocimiento de cómo hacerlo. Definitivamente la capacitación fue la forma de ir superando las barreras. También dedicamos muchos recursos a promover los casos de éxito en los medios de difusión masiva.
-¿Era la capacitación una de esas desventajas?
-Si, la falta de conocimiento de lo que se podía hacer y de cómo hacerlo era una desventaja en ese momento.
En 2002 creamos talleres presenciales cortos de 4 horas, en total eran 6 talleres para distintas aplicaciones. Creamos un departamento de investigación y desarrollo de contenidos para la formación de las personas. Fue una iniciativa personal que fue apoyada por Netgate, empresa que finalmente financió el proyecto, ya que no tuvimos ningún apoyo del Gobierno.
Crear Epistele en 2009 fue una consecuencia natural de utilizar siempre las tecnologías para facilitarles la vida a las personas, tanto en el trabajo como en la educación. En lo que respecta al teletrabajo, la educación en línea es la principal herramienta con que contamos para formar a las personas, igualmente cuando la situación lo requiere dictamos talleres presenciales.
-Qué papel juega hoy en día la educación en línea en su país? ¿Y en el ámbito del teletrabajo? ¿Cómo está evolucionado el sector de la educación en línea y hacia donde cree que se dirige?
-Se está viviendo un proceso. Uruguay tiene la ventaja de haber implementado el Plan Ceibal (Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea), basado en el proyecto One Laptop Per Child, en forma completa, entregando a cada estudiante de primaria y secundaria de la educación pública una computadora personal.
Creo que la educación en general va indefectiblemente hacia un modelo online, las nuevas generaciones lo están demandando.
-Volviendo al teletrabajo, ¿cuál es el perfil del teletrabajador en Uruguay? ¿cuántos teletrabajadores calcula que hay en Uruguay y en la región?
-Es un trabajador independiente que vende servicios o productos propios o de terceros, hay un rango amplio de edad y es pareja la distribución por género. El 50% reside en el interior del país y el resto en la capital. A la fecha podemos estimar en 100.000 los teletrabajadores en Uruguay.
No hay un perfil definido, hay artesanos, profesionales universitarios, intermediarios de productos, traductores o generadores de contenido. Creo que la gran diferencia con otros países fue el tamaño tan reducido del mercado uruguayo que obliga, aunque no quieras, a buscar otros mercados.
-Tengo entendido que en 2010 encabezó el desarrollo de un programa piloto de formación en teletrabajo en Chile (aprende y emprende) capacitando más de 7000 personas. Cuéntenos un poco acerca de esta experiencia, ¿por qué Chile?
-Fuimos convocados por el Gobierno de Chile y fue un proyecto liderado por la oficina de Estrategia Digital de Chile. Capacitamos a 7.000 personas y se realizó la transferencia de conocimiento como para seguir adelante con el programa. El objetivo para el periodo de gobierno actual es capacitar 100.000 personas.
Entiendo que no existe otro programa focalizado en el teletrabajo autónomo, al menos en Latinoamérica. El objetivo es lograr que al menos 100.000 personas puedan optar por el teletrabajo en Chile. En todos lados donde hemos ido la principal carencia es la capacitación.
-¿Cuál cree que será el peso del teletrabajo en América Latina a medio plazo? ¿Y el perfil del teletrabajador? ¿A qué retos se enfrenta esta forma de trabajo para su crecimiento en la región?
-Es cuestión de tiempo para que el trabajo a distancia se convierta en la principal forma de trabajo porque creo que se adapta más a lo que la gente realmente quiere y que tiene que ver con tener mayor flexibilidad en su vida: 8 horas diarias de trabajo, 20 días de licencia al año, descanso solo los domingos, entre otras imposiciones, pertenecen a la revolución industrial; y hoy estamos viviendo la revolución digital, que nos llega a ver las cosas desde otra perspectiva.
Las nuevas generaciones van a provocar el cambio porque es la generación digital que ya se dio cuenta que puede vivir la vida de otra forma, en particular en cómo educarse y en cómo trabajar.
Los retos son diferentes tratándose de teletrabajo con relación de dependencia o teletrabajo autónomo. En el primer caso se requiere marco regulatorio: hay varios países en Latinoamérica que ya tienen su ley de teletrabajo, aunque eso es solo parte del problema, lo importante es flexibilizar las relaciones laborales y para eso falta cambiar cabezas. Mientras que el teletrabajo autónomo es solo cuestión de capacitación. Las carencias tienen que ver con lo que se puede hacer y cómo hay que hacerlo, no hace falta ser un experto en el uso de la computadora. Obviamente saber idiomas es una ventaja pero no un obstáculo. Es importante que cada uno pueda decidir.
No conozco programas como el nuestro focalizado en el desarrollo del teletrabajo autónomo pero hay varios países que nos han invitado para conocer nuestra experiencia.
-¿Cómo llevó a cabo la idea de instalar las plazas públicas con conexión WiFi gratuita y el proyecto ómnibus de Montevideo?
-Para darle opciones a los teletrabajadores y a los usuarios del Plan Ceibal fomentamos el WiFi en las plazas públicas. Lo cierto es que hoy uno camina por las plazas y ve escolares con sus ceibalitas -computadoras del Plan Ceibal- y a personas adultas teletrabajando, dependiendo del clima, claro está.
Hay un gran desafío que tenemos todos en cuanto a cerrar la brecha digital, en particular en Uruguay el Plan Ceibal lleva distribuidas más de 500.000 computadoras.
También hicimos lo mismo en los ómnibus de Montevideo para que los usuarios pudieran navegar con Internet inalámbrica gratuita (fue la primera ciudad de América Latina en ofrecer este servicio en 2008).
-¿Es cierto que pronostica una muerte cercana para el libro en papel? ¿En qué momento se producirá en la región? ¿Será igual para los sectores pobres que no tienen acceso a las nuevas tecnologías?
-Si, definitivamente el papel pasó a ser una tecnología antigua, sin tener en cuenta el daño al medioambiente. Las generaciones digitales ya no lo usan.
-¿Qué les recomendaría a jóvenes que comienzan en el mundo empresario desde temprano?
-Para lograr el éxito primero hay que preparase para el sacrificio, ser un empresario exitoso no es gratis. Creer en su sueño, confiar en su intuición y rodearse de gente capaz, esas son las recomendaciones.