La alianza entre instituciones y el despliegue de una red de 800 kilómetros de largo en Chile de la mano de Telefónica permitirá transmitir los datos obtenidos desde los observatorios de la región que estudian y analizan el universo.
Por Fernando Mateos para ThinkBig. El estudio de las estrellas lleva atrayendo a los seres humanos desde sus más remotos incios. El interés por el significado, origen y relación con la humanidad de los cuerpos celestes ha dado lugar a toda clase de disertaciones, mitos y creaciones artísticas que han copado parte de la cultura de los últimos milenios. No en vano, sigue siendo uno de los misterios más grandes por resolver.
De hecho, los primeros calendarios se atribuyen al Paleolítico Superior (40.000-10.000 a.C.) y consistían en secuencias de puntos tallados en huesos y rocas con clara alusión al comportamiento del Sol y la Luna. Miles de años después, Vincent Van Gogh seguía plasmando la belleza de los astros en pinturas tan memorables como Starry Night.
El avance de la civilización ha acarreado consecuencias nocivas para la contemplación del cielo en la noche. La alta contaminación lumínica impide que en la inmensa mayoría de las ciudades del mundo se antoje imposible observar la vía láctea. Es por ello que los amantes de las estrellas deban desplazarse cada verano a lugares más recónditos y alejados del bullicio para poder mirar hacia un cielo limpio y brillante. Montañas, playas y desiertos son los principales oasis de una observación cada vez más difícil de disfrutar.
A su vez, la ambición de la ciencia por lograr imágenes más nítidas del espacio exige infraestructuras de última tecnología. La labor de las telecos resulta aquí imprescindible, y su colaboración con las instituciones astronómicas supone la hoja de ruta para avanzar en la observación espacial. Por otro lado, se encuentra el desafío de lograr que todo el material astronómico se vuelva de carácter público. Las restricciones a la información continúan siendo en muchos lugares del mundo un problema capital. De ese no cabe ninguna duda.
Chile, en el top 10 de crecimiento en fibra óptica
En este escenario, Telefónica, junto a la Red Universitaria Nacional (REUNA), la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía, CONICYT y la Universidad de La Serena, han dado un paso importante en este sentido, inaugurando un tramo de 800 kilómetros de fibra óptica, habilitado entre la Región Metropolitana y la de Coquimbo, para el uso de toda la comunidad científica y académica de Chile.
¿Y qué implicaciones tiene esta iniciativa? Pues bien, los datos obtenidos por los observatorios de la región que estén bajo la administración de la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía serán transmitidos hasta Santiago a través de esta red. Y todo va a permitir que astrónomos, científicos y estudiantes puedan acceder de forma rápida, eficaz y sin restricciones a este tipo de información, facilitando de esta forma enormemente su trabajo.
Este proyecto pretende contribuir a que Chile se mantenga a la vanguardia tecnológica en astronomía y que siga desarrollando su gran potencial en esta materia, gracias a las condiciones naturales que presentan los cielos del norte del país. “En estos temas, Chile tiene un papel privilegiado: habitamos uno de los países con los mejores cielos para la observación astronómica y nos hemos convertido, además, en una plataforma de tecnología e investigación científica que ha alcanzado niveles impensados de desarrollo”, explica en este sentido Roberto Muñoz, gerente general de Telefónica Chile.
Y es que, según datos de la OCDE, Chile se encuentra en el top 10 de los países que registran los más altos crecimientos en fibra óptica en el mundo, una tecnología que permite alcanzar los mayores niveles de velocidad y estabilidad de transmisión de información. “Ese crecimiento debe ser con sentido, y qué mejor que poner la mayor tecnología del mundo al servicio de la educación, la ciencia y la investigación”, comenta Roberto Muñoz.
Información a 360 terabytes por hora
Por primera vez en un escenario similar, la red de fibra óptica logrará que la información viaje a una velocidad de entre 2 y 15 milisegundos, y permitirá que millones de imágenes rescatadas desde el universo puedan ser alojadas y analizadas sin necesidad de subrogar esta tarea a terceros países. Este proyecto permitirá también escanear la totalidad del cielo visible cada cuatro noches, lo que generará cerca de 360 terabytes de información por hora, y cuya data se transmitirá también desde Chile hacia otros continentes.
Como decíamos, para este tramo de la red de fibra óptica, el socio tecnológico del proyecto es Telefónica, que mantiene un compromiso permanente y firme de colaboración con la ciencia, la educación y desarrollo del país.
“Chile tiene un papel privilegiado, ya que cuenta con los mejores cielos del mundo para la observación astronómica y también somos el país que más ha crecido en cuanto a la penetración de Internet e inclusión digital en la región. Una combinación que ha permitido el desarrollo de la astronomía y que, gracias a esta ruta digital de alta velocidad, transmitirá más de mil millones de gigabytes por año”, señala Roberto Muñoz.
Además, el Gran Telescopio para Rastreos Sinópticos llegará en 2022
Pero no todo queda aquí. “Las nuevas generaciones de estudiantes y profesionales chilenos requieren del desarrollo de habilidades propias del nuevo siglo, y qué mejor modo de hacerlo que aprovechar el avance de las TIC para fortalecer la colaboración en la comunidad académica-científica y potenciar a las distintas industrias que ya encaran el desafío del Big Data”, asegura Paola Arellano, directora ejecutiva de REUNA.
No hay duda de que este gran desafío tecnológico va a ser una puerta de entrada para el desarrollo de nuevos proyectos astronómicos que se desarrollarán en la Región de Conquimbo, entre ellos figura ya un importante proyecto relacionado con un gran telescopio para rastreos sinópticos que generará una gran cantidad de datos cuando entre en funcionamiento en 2022, según lo previsto.
En suma, se trata, sin ninguna duda, de un paso significativo en la carrera por estudiar el espacio y trasladar toda la información al gran público. La contemplación de las estrellas ha sido siempre una actividad en la que la humanidad se ha podido recrear; y en esta ocasión es la tecnología la que nos permite continuar disfrutando de la exploración de los cielos.
Como asegura Roberto Muñoz, “pensar en trabajar en un observatorio debería ser considerado un sueño accesible, que represente una motivación y un desafío para enfrentar el déficit que aún existe en campos científicos clave, como la robótica o data science. Y todo ello en un contexto en el que Chile espera contar con el 70% de la capacidad de observación astronómica mundial en 2020”. Desde luego, todo un reto estelar.